Opinión Nacional

Dignidad y petrochulos

La terapia intensiva del Hospital Militar de Caracas es el escenario de uno de los mayores ejemplos de dignidad en estos tiempos tan menguados. Allí, prácticamente solo, el productor agropecuario Franklin Brito mantiene la huelga de hambre iniciada desde el año pasado como protesta por la invasión y saqueo de sus tierras en el estado Bolívar, sin que se cumplieran los extremos legales para justificar una expropiación por causa de utilidad pública o social, ni pago justo compensatorio por el despojo. A estas alturas parece próximo un desenlace fatal. Ya presenta deterioros irreversibles en su salud que lejos de estimular los sentimientos humanitarios del alto gobierno, de las autoridades militares y personal civil del centro de reclusión ordenado por un tribunal, responsables por su vida, aceleran el trato desconsiderado y nervioso ante un hombre que no se ha doblegado, no ha cedido a presiones abiertas y encubiertas, ni se ha prestado a negociaciones indignas. Estamos en presencia de un digno testimonio vinculado a la defensa de la propiedad privada. Brito merece nuestro apoyo, toda la solidaridad posible y la pública ratificación de impedir que este régimen termine de liquidar los principios fundamentales tanto de la democracia, como de la existencia misma. Vida, libertad y propiedad son valores básicos que el castro-chavismo tropical relativiza hasta hacerlos desaparecer progresivamente. Para su esposa Elena y su hija Ángela, un mensaje de comprensión y de respeto.

Por otra parte, más de novecientos cincuenta mil millones de dólares administrados en algo más de una década, han sido el piso de las estructuras más corrompidas de la historia contemporánea. Hemos visto el desfile de los buscones. No se trata solo de representantes de gobiernos, organizaciones o personalidades políticas. En esta fauna también destacan figuras del periodismo, del espectáculo, del deporte y de la vida social que ideológicamente menosprecian y también, gente vinculada a actividades subversivas encubiertas pero bien financiadas. Hay muchos ejemplos de cuanto digo, desde Maradona hasta conocidas modelos profesionales, pero nos limitaremos a un caso emblemático.

Una vez más visita a Venezuela el inefable productor cinematográfico Oliver Stone. Proactivo seguidor del presidente en los casos trascendentes. Su tarea es magnificarlos en beneficio del inefable protagonista, proyectar el socialismo del siglo XXI, desacreditar burlonamente a los adversarios y justificar los centenares de millones de dólares que le pagan. El próximo 4 de junio será la presentación oficial del documental “Al sur de la frontera”. Chávez es el verdadero libertador. Bolívar trató, pero no pudo. Se trata de un trabajo palaciego más propio de un alabardero que de un reputado productor. Los escenarios y testimoniales retratan de cuerpo entero a esa citada fauna de petrochulos del continente. El dinero negro sirve hasta para perder dignidad y profesionalismo.

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