Difícil decisión
El próximo dos de diciembre, fecha notable en Venezuela, si no sucede algo extraordinario, tendremos que concurrir a las amañadas urnas electorales distribuidas en todo el país. El evento, que está viciado de inconstitucionalidad e ilegalidad, somete a consideración del pueblo venezolano una reforma de la Constitución que colide fuertemente con lo que establece la vigente, que el dictador hizo aprobar a su medida en 1999, y que ya no le satisface.
Muchos son los días y variados los argumentos que hemos analizado para llegar a la conclusión de que, si bien estamos siendo ofendidos por las autoridades de los diferentes poderes del país, la ciudadanía solo tiene el arma del voto para expresar su opinión.
No votar es la garantía absoluta de una derrota y la legitimidad del proceso no se ve limitado por una deserción importante.
La propuesta que se somete a consideración de la ciudadanía es írrita, como tantas actuaciones oficiales, pues contradice disposiciones expresas de la Carta Magna vigente.
Es ilegal pues se le somete a consulta de manera reñida con lo establecido en la normativa constitucional.
Es deplorable pues sume a la sociedad venezolana en el ostracismo de un comunismo extremo que ha sido derrotado en todo el mundo.
Es inaceptable pues viola principios fundamentales alrededor de los derechos que son universales e inalienables.
Es traidora a los intereses nacionales pues, de manera sibilina deja ver la trastienda de una confederación posible con Cuba y con otros países, que es muy bien analizada por el Señor Emilio J. Cárdenas, anterior Embajador de Argentina ante las Naciones Unidas, en un interesante artículo publicado en LA NACION de Buenos Aires el lunes 19 de noviembre y que se puede leer en la dirección electrónica: (%=Link(«http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=963506&origen=premium»,»http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=963506&origen=premium»)%).
Tenemos la esperanza de que el Tribunal Constitucional suspenda esta consulta pues existen flagrantes violaciones que de no tomarse en cuenta, constituirán a dicho poder en cómplice de esta barbaridad.
Llegado el momento, a los electores no les queda otra opción que la de utilizar su única arma, el voto.
No hacerlo ya fue probado en la elección de los Asambleístas, lo que produjo un Congreso que no solo es unicameral sino que es monocolor y absolutamente sometido a los deseos del dictador.
Gracias a Dios, el estudiantado venezolano se ha constituido en el más inteligente y diligente opositor al nefasto régimen. Las elecciones llevadas a cabo el viernes último en la U.C.V. con una concurrencia record de más de la mitad de los electores y unos resultados que, números más o números menos, distribuyen a los simpatizantes del proceso en un veinte por ciento y a sus opositores en el ochenta por ciento restante. Los estudiantes de la principal casa de estudios superiores del país son un reflejo real y adecuadamente distribuido de las opiniones y preferencias nacionales. Esto quiere decir que la posibilidad de rechazar la propuesta de cambio a la organización social, política y económica de la nación es muy fuerte.
La dirigencia estudiantil de las más diversas toldas ha sobrepasado exitosamente a la depauperada dirigencia política de la oposición. Bueyes cansados y segundones que medran en los cementerios y purgatorios partidistas, son absolutamente incapaces de definir estrategias que permitan reconducir a Venezuela por derroteros cónsonos con los deseos y las necesidades nacionales.
A votar contra esta barbaridad y con la convicción de que llegaremos a buen puerto.