Opinión Nacional

Dictadura vs. Democracia

En una declaración ofrecida a la CNN poco después de haber sido expulsado de Venezuela José Miguel Vivanco dijo que “no esperaba ser expulsado porque esa es una acción propia de las dictaduras” pero agregó que cree que en Venezuela existe democracia a pesar del atropello. Al mismo tiempo reconoció que el teniente coronel presidente actúa con absoluta impunidad y poderes sin límites, pero que “felizmente” en Venezuela hay elecciones y “felizmente perdió el último referéndum”.

Llaman poderosamente la atención las afirmaciones tan contradictorias de Vivanco, cuyo Informe sobre la década de gobierno del teniente coronel presidente comenté muy favorablemente en mi artículo del miércoles pasado (http://www.eluniversal.com/2008/10/01/opi_art_las-calumnias-de-hrw_01A2031129.shtml) Por una parte admite que fue víctima de un acto propio de una dictadura pero luego afirma que aquí todavía vivimos en democracia. Dice que el personaje que nos gobierna actúa con absoluta impunidad, pero atenúa esa afirmación diciendo que afortunadamente aquí hay elecciones.

Reconozco que aún dentro de la oposición Venezolana existen puntos de vista contrapuestos en cuanto a si el régimen que nos ha sido impuesto es o no una dictadura.

En un artículo anterior (%=Link(«http://www.eluniversal.com/2008/08/13/opi_art_dictador_13A1902803.shtml»,»eluniversal.com»)%), me referí a este tema. Personalmente no tengo dudas de que nos encontramos sometidos a un régimen dictatorial. El hecho de que el teniente coronel presidente haya sido elegido en comicios democráticos no le otorga una legitimidad permanente. Tan es así que en su esfuerzo por despejar incertidumbres pretende que los repetidos eventos comiciales de dudosa transparencia que han tenido lugar en el país le han servido para “relegitimarse”.

La Carta Democrática Interamericana es clara en cuanto a las condiciones que debe reunir un gobierno para ser considerado democrático.

El artículo 3 de la CDI dice que los elementos esenciales de la democracia son, entre otros: el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas y la separación e independencia de los poderes públicos.

El artículo 4 señala que los componentes fundamentales del ejercicio de la democracia son, entre otros: la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa. El mismo artículo agrega que el respeto al estado de derecho por todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia.

Cabe preguntar, si en el informe de Human Rights Watch se cuestiona la prevalencia en Venezuela de todos esos elementos esenciales de la democracia y todos esos componentes fundamentales del ejercicio de la democracia que enumera la CDI, ¿cómo se explica que apenas a los pocos días de haber presentado personalmente ese documento Vivanco siga sosteniendo que el régimen venezolano es democrático?
Lamentablemente el informe de HRW no abarca el año en curso. Es en lo que va del año cuando se han puesto todavía más en evidencia la naturaleza radicalmente dictatorial del régimen. El paquetazo de decretos leyes para imponer de manera alevosa las reformas constitucionales que el pueblo rechazó categóricamente el 2 de diciembre último; el empeño en transformar a Venezuela en un país comunistas según el modelo cubano; la pretensión de convertirse en presidente vitalicio; las inhabilitaciones ilegales e inconstitucionales de que han sido víctimas numerosos líderes políticos de la oposición; la corrupción galopante que impera en el régimen y particularmente en el alto gobierno, que ha quedado requeteconfirmada con los testimonios vertidos en el juicio sobre el maletín de los 800 mil dólares en Miami; los atropellos que se cometen a diario contra figuras de la disidencia; los enigmáticos asesinatos de jóvenes estudiantes supuestamente cometidos por sicarios; las nuevas amenazas y agresiones contra los medios de comunicación social y contra trabajadores de ese gremio, el empeño en militarizar a la sociedad venezolana para incorporarla en un ejército que sólo responderá al recién auto-designado comandante en jefe; la utilización del odio y la intimidación como instrumento de política oficial, el ventajismo y el uso abusivo de los recursos humanos, financieros y materiales del Estado son sólo algunos hechos que HRW no alcanzó a tomar en cuenta cuando elaboró su serio, objetivo y enjundioso análisis de la realidad política venezolana en los diez años de gobierno “bolivariano”.

Un gobernante puede haber llegado al poder legítimamente mediante una elección popular. Puede convocar cuantos eventos electorales se le ocurran. Pero desde el momento en que se aparta de la legalidad y del estado de derecho, y peor todavía, cuando traiciona y viola la Constitución Nacional que se hizo hacer a su gusto y medida, pierde toda su legitimidad y se convierte en un vulgar dictador. Aquello de “dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada” ha quedado para la historia. Ahora la consigna es: hago con este país lo que me da la gana y la Constitución me la meto en el bolsillo trasero.

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