¿Dictador yooo? ¡Qué calumnia!
Durante la reunión que sostuvo la semana pasada con los periodistas y
corresponsales extranjeros que vinieron a Venezuela a presenciar las
elecciones regionales, el teniente coronel presidente se esforzó,
vanamente, en presentarse como un gobernante demócrata. -Dicen que yo
soy un dictador. Je je je. Aquí lo que tenemos es democracia pura-
parecía afirmar con aquella cara de cinismo que no puede disimular.
La mejor muestra de esa «democracia» la tuvieron los periodistas
visitantes esa misma noche cuando en esa misma rueda de prensa anunció
que había dado órdenes a Conatel para que iniciara una investigación
«contra un canal de televisión» porque supuestamente había transmitido
a destiempo información sobre los resultados de las elecciones. «¡Ese
canal debe ser sancionado severamente!, vociferó delante de los
atónitos periodistas. ¡Ya basta de permitir que aquí algunos señores
se crean por encima de la Constitución y las leyes!» -le faltó decir:
«por encima de mí que soy el soberano, dueño y señor de este país».
En esa misma oportunidad, respondiendo a una pregunta que le hiciera
la corresponsal de CNN, Patricia Janiot, afirmó: «Yo he dicho que no
voy a introducir ni solicitar ninguna reforma constitucional. No sé si
pudiera hacer otra con base en otros puntos, pero en torno al punto de
la reelección presidencial, no lo voy a hacer».
Claro, dijo que no lo haría él pero tampoco dijo que lo haría por
interpuesta persona. Y tal como lo temíamos, el domingo pasado anunció
que había «autorizado al PSUV y al pueblo venezolano para que inicien
el debate y las acciones para lograr la enmienda constitucional y la
reelección del presidente de la República». «Estoy seguro de que ahora
si lo vamos a lograr y vamos a demostrar quién manda en Venezuela. ¡Uh
Ah! ¡Chávez no se va!
Este anuncio, que constituye una violación flagrante y villana de la
Constitución, y sobre todo la última frase, son, sin duda alguna, la
mejor muestra de la «democracia» que practica el teniente coronel
presidente. Ahora, además de la reelección indefinida pretenderá
asumir la potestad para designar a todos los integrantes del Poder
Moral, incluido el TSJ.
Lo he dicho y lo sostengo. Un dictador personalmente puede no estar
involucrado en medidas impopulares como mandar a poner preso a sus
oponentes, o hacerlos desaparecer físicamente o clausurar periódicos u
otros medios de comunicación social. Para eso están los mequetrefes y
marionetas que no piensan dos veces para complacer a su mandamás. Una
dictadura, como en el caso presente, puede emerger de un régimen
electo democráticamente por la voluntad popular pero que, manteniendo
una fachada democrática, utiliza medios indirectos para amenazar,
excluir, amedrentar, perseguir, agredir, imputar a inocentes,
expropiar, y mandar a asesinar impunemente y para violar impunemente
el Estado de derecho.
Hace cuatro años escribí en este mismo diario un artículo que titulé:
«Dictadura en abonos», es decir, por cuotas, en el cual señalé, lo
que era ya evidente y obvio: que el teniente coronel presidente venía
implantando «con vaselina» un régimen totalitario. La
des-democratización del país que ya entonces se percibía claramente,
ha entrado en una fase de aceleración esta última semana. Al control
absoluto sobre todos los poderes públicos, se agrega ahora el
desconocimiento de la voluntad popular expresada en las recientes
elecciones regionales. Se adelante una estrategia diabólica orientada
a provocar la ingobernabilidad en los Estados y municipios donde ganó
la oposición y se emprenden acciones para imputar como delincuentes a
gobernadores elegidos democráticamente o para descalificarlos
acusándolos de fascistas y vende patrias. Sobre la libertad de
información pende amenazadoramente una espada de Damocles. Conatel no
ha vacilado en dar cumplimiento a la orden que le impartió el teniente
coronel presidente y a nadie sorprenderá que próximamente Globovisión
corra la misma suerte que Radio Caracas Televisión. De la misma
manera, los peleles del PSUV pondrán de inmediato manos a la obra para
cumplir la orden que recibieron de propulsar la modificación de la
constitución para implantar la presidencia vitalicia.
Pero como dice el refrán «no hay mal que por bien no venga». Todo eso
que está ocurriendo y el empeño del teniente coronel presidente de
eternizarse en el poder sirven para abrirle bien los ojos a quienes
todavía creen en él. No tengo duda alguna de que esta nueva
pretensión de implantar la dictadura vitalicia será otra vez
derrotada. Pero esta vez, con toda seguridad, el rechazo será masivo,
contundente, fulminante y marcará el final definitivo del chavismo.