Diálogo IV
El país quiere tener un Tribunal Supremo de Justicia independiente y autónomo, capaz de merecer la confianza de todos los venezolanos. Para elegir magistrados probos, competentes y dignos hace falta diálogo.
El país requiere un Consejo Electoral que merezca la confianza de todos los ciudadanos. No se trata de un CNE que le guste al Gobierno. Tampoco de uno que le guste a la oposición. No se trata de buscar una relación 3 a 2 en lugar de la actual que sería 4 a 1. Tampoco de una formula equilibrada 2 a 2 con uno de común acuerdo. Lo ideal es que se eligiera un CNE cinco a cero; es decir, cinco venezolanos dignos, que merezcan el respeto y el acatamiento de todos los venezolanos.
Para todo eso se necesita diálogo, respeto al adversario, reconocimiento de la otra parte, actitud constructiva, patriotismo, amor por Venezuela. Y esas virtudes son las que están ausentes en la hora actual de Venezuela y son las que reclama con sentido de urgencia, la República.
Se trata de la reconstrucción institucional de la nación. De sembrar un ambiente de confianza y de respeto por las instituciones y de aproximarnos al ideal bolivariano, que pedía un gobierno de instituciones y no de caudillos o de personalidades mesiánicas. Para lograr todo ello es necesario restablecer la dignidad y la majestad de la institución parlamentaria. El Parlamento o Asamblea Nacional, como lo llama la Constitución venezolana es, por definición, el escenario para el diálogo político de altura. Es el espejo de la nación. Allí van o deberían ir todos los venezolanos con recogimiento republicano a encontrarse con sus líderes. De uno u otro bando. Partidarios del Gobierno o partidarios de la alternativa democrática.
Si lo que el pueblo observa en el hemiciclo de la Asamblea es intolerancia, violencia y odio, esa será la cultura que prevalecerá en el país. Si, por el contrario, en el hemiciclo predomina el respeto, el debate civilizado, la confrontación de ideas y el patriotismo, esa será la cultura que prevalezca en la nación.