Diálogo II
¿Quiénes deben ser los actores del diálogo? En primer lugar, el Gobierno y la oposición. No hay escapatoria. El Gobierno puede y debe dialogar con todos los sectores nacionales, pero si no hay diálogo entre gobierno y oposición, no habrá un clima de reconciliación y de respeto, que es lo que estamos reclamando y esperando los venezolanos.
¿Quién representa al Gobierno? El señor Nicolás Maduro. Mientras el Tribunal Supremo de Justicia no diga lo contrario, Maduro es el presidente de la República de acuerdo con lo dictaminado por el órgano competente, que es el Consejo Nacional Electoral. La oposición ha intentado recursos ante la autoridad electoral y ante el órgano jurisdiccional correspondiente. Está ejerciendo sus derechos. Esperemos a ver cuál será el resultado de esas acciones. Podremos estar de acuerdo o no con las decisiones del TSJ, pero la disyuntiva es muy clara: o la acatamos o nos vamos pa’l monte con un fusil.
¿Quién representa a la oposición? Henrique Capriles Radonski es el legítimo representante de la oposición, avalado por una votación que representa, por lo menos, a la mitad de los venezolanos. En los predios de la oposición también está la Mesa de la Unidad Democrática, cuya tarjeta obtuvo la más alta votación -por encima del Psuv- en las elecciones presidenciales del 14 de abril.
El país, sin embargo, es mucho más que Gobierno y oposición. El país incluye a los sectores productivos, empresarios y trabajadores. Incluye también a las universidades públicas y privadas, a la Iglesia católica y a todas las convicciones religiosas que actúan en Venezuela. Incluye a los habitantes de los barrios marginales y a los de las urbanizaciones, a civiles y a militares, a los gremios profesionales y a los organismos sindicales.
El país somos todos. Además, todos queremos a Venezuela y todos somos patriotas. Yo discrepo profundamente de las actuaciones y de las políticas del actual gobierno, pero no tengo dudas de que en sus cuadros hay mucha gente que actúa con patriotismo. No tengo dudas de que lo mismo ocurre en la oposición. Es el amor por Venezuela lo que debe animarnos y es, además, la convicción de que el diálogo es lo inteligente y lo civilizado. Los puñetazos y los tiros son el recurso de los bárbaros.
