Diálogo con la clase media
La nueva onda del diálogo es oportuna para incorporar al proceso a los sectores de la clase media, técnica y profesional que lo adversan. Su actitud de rechazo, confrontación o deslinde es un indicativo de su frustración por no haberse satisfecho sus expectativas. Por eso creo que ya es el momento de dialogar abiertamente con estos sectores. Plantear con seriedad las metas del proceso revolucionario, explicar los postulados teóricos, desglosar los principios ideológicos; en fin, desnudar la teoría y su ejercicio práctico para despejar la verdad del nuevo sistema político.
El diálogo debe hacerse desde la tribuna del más alto nivel. A lo mejor no desde una mesa, sino desde la plataforma unitaria por construirse. Invitarlos a comprender que no se ha arrancado el proceso en toda su dimensión, porque en buena medida ese sector se ha negado a aceptarlo. Se le debe estimular a entender el por qué de la instauración de un nuevo sistema político ideológico. Incentivarlo a internalizar propuestas como: (i) el poder constituyente y (ii) el gobierno es instrumento del pueblo. La transferencia de la toma de decisiones a la comunidad organizada y la subordinación del gobierno a los intereses de esa comunidad, son el requisito primario para darle consistencia sólida a la nueva fase de la revolución.
A este sector hay que hacerle entender que la revolución no es violencia ni degradación de la calidad de vida. Por el contrario, cuando se decante su significado, alejado de prejuicios culturales y confrontaciones pasionales, se comprenderá su trascendencia para escalar estadios superiores de bienestar. Es importante destacar que solamente con la lucha del colectivo unido, integrado bajo la necesaria tolerancia ideológica, se logrará la evolución de la sociedad hacia elevados parámetros de felicidad. Además, sólo el trabajo en conjunto, de manera concertada, corregirá los errores cometidos. Rectificaciones que permitirán impulsar los proyectos de la prosperidad deseada.
Por otro lado, hay que hacerle discernir a este sector que estamos en presencia de un nuevo modo de entender la vida y de cultivar la lucha política. Por eso, cada venezolano y cada segmento social serán los dueños de su propio destino. Intencionalidad de la búsqueda revolucionaria, la cual descarta cualquier posibilidad de seguir catalogando al proceso de «comunista».
El diálogo debe ser lo suficientemente claro para reafirmar las metas de los proyectos económicos, las cuales se establecen con y para el pueblo. Por lo tanto, el sector medio como pueblo, tiene que sentirse identificado y obligado en hacer sus aportes. Los planes de la nación, empezando por el 2003, son un elemento de concertación de «clases». Empleando las banderas referidas arriba –poder constituyente y gobierno instrumento del pueblo– el ministerio de planificación tiene que inventar en conjunto con el sector medio, el cómo hacer viable la ejecución concertada de los planes.
La norma constitucional y las leyes que han aparecido canalizadas hacia la participación ciudadana, inéditas en la vida republicana, le dan viabilidad a las concepciones teóricas. De tal manera, el talento del sector medio debe manifestarse para concretar la posibilidad de su misma prosperidad, tanto colectiva como individual. Este es el momento. Esta es la nueva fase que comienza a recorrer el proceso. El diálogo con la clase media queda abierto.