Desverguenza
Esta es la palabra que se nos viene a la mente para definir la característica principal de los cabecillas de la delincuencial banda que con el mote de “bolivariana, socialista y revolucionaria” controla el poder en Venezuela.
Quien preside el poder legislativo, con un cinismo y desvergonzado caradurismo considera de lo mas normal que ella pueda copar con varias decenas de familiares suyos los cargos de la institución puesta bajo su mando, y dejar de lado la función contralora del poder legislativo, para trocarlo en alcahuetería de todos los desmanes y tropelías cometidos por el Ejecutivo.
El rufián contralor es un caso patético, pero nunca comparable con el colmo de la desvergüenza que es el poetastro Isaías, el mismo que con su cara de bolsa bien administrada cometió las bajezas más despreciables en el tiempo que se mantuvo al frente del poder inmoral. Su sustituta sigue su ejemplo fielmente. Acaba de demostrarlo en el reciente caso del ataque a Globovisión. Los autores del hecho admitieron su culpabilidad, sin embargo la Fiscalía acude a las tácticas dilatorias posibles para llevarlos a la justicia por sus actos terroristas. Y a los apologistas del terrorismo como Diosdado, Lina y el paniaguado Isaías, quienes públicamente justificaron los hechos, ni siquiera se les cita para que respondan. Sin embargo en el novelesco montaje del magnicidio, que ya cobró su primera víctima mortal, una señora de 70 años, de seguro se encarcelará a más de un incómodo inocente como ya lo hicieron en el caso Anderson.
El comandante en Jefe de la banda, en su gira turística con fines bélicos, poniendo cara de ingenuidad se lamentaba diciendo que el caso del maletín era un montaje del imperio para perjudicarlo. ¡Pobrecito, tan bueno él y esos malos siempre echándole varillas! Dan ganas de pedir su canonización. También fueron un montaje la escultura a Marulanda y el minuto de silencio por Raúl Reyes. ¿Cómo se le ocurre a alguien pensar que un hombre tan recto como él pueda tener relaciones con el narcoterrorismo? Desvergüenza, desvergüenza y más desvergüenza.