Desvaríos revolucionarios
Viendo las rendiciones de cuentas de los funcionarios del gobierno que no son tales, ni siquiera se parecen a los juicios de residencias, cuales se distinguieron en la colonia y sus interpelados tenían que dejar muy claro a dónde iba a parar los reales que manejaron durante su gestión. Ahora se convierten en actuaciones impregnadas de imprecisiones, por no decir de mentiras ya que rebasan cualquier ficción. Así lo hemos contemplado cuando un ministro señala que aquí no se construyó nada durante los cuarenta años previos a la “revolución”. O cuando observamos a diario las reiteradas fallas eléctricas que este único gobierno no les ha encontrado soluciones a pesar de haber gastado cuantiosas sumas de dinero en sus “mantenimientos”. Continuando por esos rumbos nos topamos también con funcionarios que afirman que la producción de carne ha superado todos los límites anteriores, y que casi no estamos importando de este rubro. Empero, cuando vamos a los supermercados nos hallamos con grandes trozos de carne importada, empacados con la sola distinción de “carne bovino”, y debemos tener cuidado porqué no seria nada extraño que en un país de “ciencia ficción”, aparezca un letrero que diga en vez de de bovino “canino”.
La “imaginación” truculenta de los señalados burócratas es tal, que por recomendación de su jefe único, deben empezar a llevar esas “aclaratorias” al pueblo mediante cadenas de radio y televisión. Seguramente trataran de convertir sus fracasos de doce años en victorias inusuales, pero la dialéctica hegeliana adaptada por Marx al comunismo no da para tanto frente a una realidad pletórica. Venezuela tiene en infraestructura lo que construyó Pérez Jiménez y continúo la democracia, en esos cuarenta años señalados de malhadados por nuestros camaradas en su empeño de destruir toda verdad con acentuados signos de envidia. La “revolución” no tiene en lo absoluto algo que mostrar de su propia cosecha, y cuando anuncian un “Plan o proyecto” ni siquiera ponen la primera piedra para disponer de todos los reales. Esa es la obra y creación de estos individuos que han dejado perder las industrias que tocaron bajo la figura de las expropiaciones, y todavía tienen la cachaza de trasladarles las culpas a los gobiernos anteriores, cuando los venezolanos no necesitamos sino mirar a nuestro alrededor para advertir su acción depredadora.
Es el mismo argumento cuando pretenden seguir engañando a los grandes y eternos damnificados de Venezuela, el pueblo. Diciéndoles que de ahora en adelante comenzaran a construir casas que no pudieron hacerlas en más de dos periodos constitucionales ¿habrá quién lo crea? Recórcholis.
Igual afirman que se acabó el hambre y los niños de hoy en día son más gordos, no creemos será por una saludable y balanceada dieta que les provee el estado, sino porque deben estar repletos de parásitos como en los tiempos del otro que comenzó el siglo XX catapultándonos al anterior y se llamó Juan Vicente Gómez.
De esta manera arranca su campaña el insistente “líder” de la revolución bonita, repartiendo adagios por todas partes sin que se le conozca labor alguna. Cómo les duele esta gran tragedia, hasta los roedores construyen sus madrigueras y cuevas.
La única manera de que Venezuela vuelva ser lo que fue será revirtiendo esta espantosa “revolución” que todo lo destruye por acción u omisión y no deja títere parado. Si continúan los planes imaginarios, iremos a dar al más hondo hueco que nos deje la tierra, si acaso no arrasan también con ella, asimismo se avizora nuestro futuro, y no habrá venezolano que se salve ni siquiera reuniéndose con el oficialismo. Morirá la fauna, la agricultura y el petróleo permanecerá encerrado en sus oquedades naturales porque no habrá quien lo saque a menos que acuerden también con los rusos o iraníes su extracción, producción y distribución y los chinos nos paguen a $5 el barril. La manera de modificar esta maldición sería devolviéndoles cada una de las industrias confiscadas a manos privadas. Verbigracia la electricidad, CANTV hasta PDVSA para solo nombrar unas pocas que nos restituirían una buena calidad de vida. Así se acabaría la escasez, miseria, las fallas de los servicios eléctricos y cuantas cuitas nos ha colmado “la revolución” en estos largos doce años llenos de inseguridad y denuestos.