Despolitizar la política
“Ahora si es verdad que se subió la gata a la batea”
- “… La guerra es un método de desatar con los dientes un nudo político que no se puede deshacer con la lengua…”
Ambrose Bierce (1842-1914)
No cae ni se puede dejar en el vacío la opinión expresa en un escrito bajo el rubro de editorial publicado en El Nacional de hoy; diario que como mínimo acumula: a) tradición; b) penetración del formato escrito con una circulación mayor a 83.000 ejemplares diarios; c) con 11.000 puntos de distribución en todo el país; d) a lo cual se le sumaría su edición en web y e) el estrato social sobre el cual, al menos en teoría, tiene su mayor penetración.
Cuando se firma con ligereza –a lo mejor fue por la tiranía del espacio– en su editorial de hoy que “… el tema de la seguridad ha adquirido un cariz político del cual no se beneficia nadie…”.
Impacta en directo, primero porque deberemos reconocer que, o ignoramos entonces qué es política o al menos, no compartimos con el editorialista designado el criterio sobre el concepto política.
Y para contradecir su propia afirmación en 2.871 caracteres el editorialista remata: “… ciclos de violencia que atrapan en su vorágine a personajes de la vida nacional, que no tienen alternativa sino ser víctimas de un fenómeno que el Gobierno no puede y, algunos dicen, no quiere darle solución…”
¿Puede alguien imaginar algo más político que lo que precisamente es descrito por el editorialista en ese 7,2% de su editorial?
Despojar del cariz político algo, lo debemos interpretar como sinónimo despolitizar lo cual significa en el lenguaje común, perder contenido político, restar, quitar o sacar del contexto político un asunto, una reunión, un tema, un grupo, una persona.
Revelaría en el concepto expuesto en el editorial de El Nacional, una pretensión de apoliticismo y la realidad de ese despolitizar es la más política de todas las posiciones (Carl Schmitt) y un vano y absurdo intento de despolitizar lo que por esencia es un proceso de decisiones políticas fundamentales (Eduardo Jorge Prats)
Esas son precisamente, las fundamentales decisiones políticas que en contraposición con la temeraria aseveración de El Nacional de hoy, deberían ser estudiadas, preparadas y decididas en beneficio de todos los habitantes fijos e itinerantes del territorio de Venezuela.
Sostenemos que así como la política no se hace con émulos de la madre Teresa de Calcuta, tampoco la policía se ha hecho, se hace ni se hará jamás con niños de pecho; el problema para una y otra actividad, está precisamente en asumir con entereza la polémica –política– y como derivado de ello, los riesgos de emplearse a fondo en el conocimiento y en el tratamiento público del asunto; en la insustituible periódica rendición de cuentas; pero por sobre todo ello, en el ejercicio tenaz de la política con la imprescindible articulación y ejercicio total y sostenido de los controles, que antes que técnicos, entiéndase bien, son eminentemente políticos.
Desde nuestra experiencia y muy limitada perspectiva, ha sido y es precisamente la ausencia del tratamiento político de la seguridad pública, lo que ayer y hoy se pretende ocultar tras esas simples y frías cifras con las que se mide el hecho social: un acumulado cercano ya a los 200.000 asesinatos durante este período de gobierno que en teoría finalizará en enero del 2013 con una tasa nacional superior a 50 asesinatos por cada 100.000 habitantes y por sobre 110/100.000 en la región capital.
Parámetros de medición que para algunos expertos se resume a una expresión simple, ubicar a Venezuela como uno de los países más violentos del mundo y el tercero, de mayor a menor, en Latinoamérica.
Pareciera que de la antipolítica de “Los Notables” y sus aparatosos y descalabrados desempeños que permitieron a literatos, políticos y notorios oportunistas subsumir el país en sus personales venganzas e intereses privados, pasamos a la negación de lo político de allí a la estigmatización de la política, ámbito que permitiera en un momento de reciente data, entronizar el liderazgo de la antipolítica sobre un “chiripero” y para llevar de nuevo a la cabeza del Estado a un ex–presidente y por ese camino y en escalada, por sobre el sostenido e impunemente salvaje ataque a la política, llevar a un faramallero y fracasado teniente coronel a Miraflores y ahora, en la obra de algunos “expertos en seguridad” secundado por medios de comunicación y la pluma de algunos editorialistas, expresamente evitando lesionar susceptibles dermis y epidermis en gobierno y oposición, entramos de lleno en el territorio de la apolítica.
Ya en una extensa nota toqué el tema como reacción y derivado de una necia y muy irresponsable sostenida pretensión para “despolitizar la inseguridad, el crimen y la policía” , algo así como despolitizar la política y ello en boca una y otra vez, de uno y otro opinantes que los medios de comunicación escritos y en imagen y sonido, han venido posicionando como “expertos en seguridad pública”; algunos son definitivamente geniales y otros no pasan de ser genéticos, pero conocido es que no tienen experiencia alguna sobre el terreno práctico y de ello deriva, también, ni la más absoluta idea de lo que es la razón de ser, cómo y para qué es el trabajo de la policía y si alguno pudiere eventualmente alegar haber pasado por la policía, definitivamente, la policía no pasó por ellos; pareciera que pasa igual con algunos titulados universitarios.
Despolitizar la política es el lema y enfrentados están el casa por casa de la oposición al calle por calle de la violencia programada, frente a ello asombrados gritarían los abuelos, “ahora si es verdad que se subió la gata a la batea”.