Despierta Chávez
Lograste alcanzar tus sueños, has sido el presidente de Venezuela durante más de dos periodos seguidos, pudiste cambiar a la sociedad venezolana imbuyéndole odios, partiste el país en dos piezas con un péndulo variable, y tuviste mayorías absolutas y las mejores voluntades te acompañaron, pero hoy en día las proporciones superiores son de la gente decente y están en la disidencia. Haz conseguido sueños viajando por el mundo y rodeándote de “conspicuos” jefes de estados. Te hiciste “hijo” de Fidel Castro, quizás tu fantasía más elaborada, te codeaste con lo mejor y con lo peor del acontecer internacional, cuestión bastante elevada para ti que estabas destinado a ser un eterno Teniente Coronel sin mayores brillos. ¿Qué más quieres de este país? lo pusiste de rodillas, acabaste con su burguesía que tanto te “atormentó”. Ayudaste para que tus amigos y allegados se hicieran ricos, helos ahí, convertidos en magnates y formando parte de tu “reino”.
Anduviste por el orbe, obsequiando lo que nos pertenece a todos los venezolanos, las riquezas te colmaron como jefe de estado. Te tocó una coyuntura económica brillante para que la invirtieras en la transformación de Venezuela, “sembrando el petróleo” y liberándola de su dependencia. Todo lo has tenido, hasta el culto a tu personalidad. Buenos trajes, carros lujosos, un extraordinario avión que te ha llevado por todos los lugares, alojándote en ostentosos hoteles sin que te costara un centavo. Ropajes de marca, mujeres a granel…Bueno, no lo sé y eso pertenece a tu refugio privado, cuestión que siempre he respetado.
La vida te ha sonreído desde tus sueños infantiles y alcanzaste glorias inefables que nunca imaginaste, que llegaron casi por arte de magia. Eres el magno conjurado del siglo XX, conseguiste derrumbar el imperio de la democracia aquel 4 de febrero de 1992, terminaste con ese sistema republicano caduco y medio hipócrita que nos permitió vivir durante cuarenta años con más libertades que privaciones, y donde se dirimían las cosas ajustadas a derecho. Transfiguraste ese acontecer desde que irrumpiste junto a tus amigos militares en la vida política de esta nación. Muchos creyeron en tus buenas intenciones iniciales, cuando condenabas la corrupción y prometías grandes opciones que beneficiarían a los más necesitados. Nunca preconizaste un comunismo abierto, más bien eras interpretado como un socialista moderno que, nos conduciría a conquistas económicas pergeñadas durante mucho tiempo por el pueblo. De verdad encantaste a la gente excluida, y no excluida de esta Patria. Eras el símbolo que se necesitaba para salir de la modorra “democrática”, del bipartidismo alternativo. Pero nada de eso se obtuvo, paradójicamente tu si alcanzaste lo tuyo, el sueño de tu vida se cumplió más allá de sus limites, eres un triunfador en vida, puedes descansar tranquilo y contarle tus cuentos parsimoniosamente y repetidas veces a tu descendencia.
Entretanto, los venezolanos lo hemos vivido como una tortura y el país como una tragedia, esto parece muy poco importarte y pretendes perpetuar tu sueño, cuando éstos ineludiblemente culminan. No quieres despertar y no hay nada que hasta ahora logre hacerlo. Pero es necesario que espabiles por tu propia voluntad, los sueños cuando se prolongan pueden traer malas consecuencias a sus propios faustos y es de ley natural el final de todo. Tarde o temprano, llegará el desenlace y es preferible se produzca por iniciativa propia, y no por inesperado final, acabando en una pesadilla de esas malucas que no permiten sacudirnos aún queriéndolo.
Venezuela no te debe nada, y tu deuda es inmensa con ella por no haberle cumplido, por pasarle por encima a toda la regla administrativa, y conculcarle sus derechos a los venezolanos. Arremetiendo contra ellos con tus “gas del bueno”, burlándote de las necesidades ajenas y penalizando las protestas para imponernos un rancio comunismo. Por querer adueñarte de los hijos de la Patria y conducirlos al más puro oscurantismo con la nueva Ley de Educación. Despierta que ésta es tu tierra y no necesitas comprometérsela a nadie. Aquí naciste y a ella te debes con o sin virtudes.