Desintegración territorial, no!
(%=Image(4959989,»C»)%)
La revolución bolivariana ha entregado nuestros recursos, nuestra dignidad, nuestro prestigio como país independiente, al someterse a las directivas de un gobierno extranjero, el de Cuba. Ahora, como si fuera poco, los revolucionarios bolivarianos, “nacionalistas” y “patriotas” solamente en el discurso, negocian sin el consentimiento expreso del pueblo, nuestro territorio nacional como si fuera su patrimonio personal.
Hace algunos meses se formularon algunas declaraciones, por lo demás infelices, sobre nuestra histórica reclamación sobre el territorio esequibo, que pesarán en las negociaciones y en cualquier etapa ulterior, cuando llegue el momento de decidir la controversia que los demócratas venezolanos habían planteado, con justicia y seriedad.
Ahora, después de su encuentro con el Presidente Uribe, el presidente Chávez declara alegremente que la controversia con Colombia se va a resolver. Las declaraciones del presidente, además de irresponsables, son peligrosas. El Jefe de Estado no tiene carta blanca para negociar y ofrecer nuestro territorio, como tampoco lo tiene para destruir nuestra sociedad y nuestra economía.
Los venezolanos, civiles y militares, tenemos que ser consultados sobre cualquier decisión que se adopte sobre negociaciones limítrofes, como era la práctica en épocas anteriores, cuando nuestra democracia era realmente participativa.
Intentar resolver una cuestión territorial vital, como lo es la delimitación de las áreas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela, para ganar espacio político a favor de una revolución sin sentido y de corte totalitario, no representativa de los intereses nacionales y de la inmensa mayoría de los venezolanos, es absolutamente rechazable.
Durante el gobierno democrático de Luís Herrera Campins, las negociaciones con Colombia sobre estas áreas fueron suspendidas cuando la sociedad venezolana, con razón o sin ella, no aprobó la conocida Hipótesis de Caraballeda, negociada por ilustres juristas venezolanos, Gustavo Planchart, Pedro Nikken, Luis Herrera Marcano. La democracia funcionaba. Las fuerzas vivas del país, los partidos, los empresarios, los trabajadores, los militares, los estudiantes, todos, opinaron y en base a ello no se concluyó el acuerdo.
Hoy, irresponsablemente, el Presidente anuncia la solución definitiva, incitando, en tono irreverente, como es usual, a los venezolanos a prepararse para aceptar el resultado, que con su varita mágica ilusionista, logrará de la negociación con los “debilitados” colombianos. El ilusionismo y la arrogancia acompañan permanentemente al Presidente y a sus allegados, en sus disparatadas propuestas y acciones.
La “debilidad” presidencial no es tan simple como aparenta. Una oferta de esta naturaleza, absolutamente contraria a los intereses nacionales, sólo se puede ubicar en el fracasado papel que pretendía jugar el líder de la revolución bolivariana, como Mediador –función que se atribuye irresponsablemente- con las fuerzas rebeldes colombianas.
Es de suponer que el régimen, el presidente y sus Ministros, así como sus negociadores, saben que Los Monjes no es negociable y que Venezuela ejerce soberanía plena sobre el Archipiélago. Igualmente, que Colombia renuncio a sus pretensiones con la famosa Nota del 22 de noviembre de 1952 que seguramente sus negociadores habrán leído y estudiado como un acto unilateral autónomo de Colombia, así como sobre el proceso ulterior que condujo a su consideración por el Consejo Constitucional de ese país cuyo Gobierno ha actuado, lo que es importante en derecho internacional, de manera tal que reconoce y confirma la validez de dicha Nota.
Una renuncia y un reconocimiento, a la vez, que una promesa unilateral que significa un compromiso jurídico de su parte, que debería ser examinada por nuestras autoridades antes de pronunciarse sobre el tema.
Debemos suponer también que el Presidente y Canciller saben los efectos que producen las declaraciones unilaterales, consideradas por la Corte de La Haya en el conocido Caso de los Ensayos Nucleares, en 1974, que opuso a Francia de Australia y Fiji. En ese contexto, deben saber entonces que haber anunciado el inicio de las negociaciones surte efectos jurídicos poco favorables para Venezuela, el país de todos y no de algunos que secuestran nuestro futuro con acciones como esta.
El derecho internacional, deben también saberlo los revolucionarios criollos, se aplica a todos, incluso a los países mas alejados e irrespetuosos de las normas internacionales que al final han debido aceptarlo.
Debemos por último suponer que Chávez y sus negociadores saben que Colombia tiene una controversia con Nicaragua y un proceso ante la Corte de La Haya en materia limítrofe y que sus posiciones en el mismo son o pueden ser contraria a las que asume con Venezuela en la controversia sobre el Golfo y que en derecho internacional el estoppel es una noción valida, considerada por los tribunales en varios casos. Es de esperarse también que esta noción de origen anglosajón pueda ser conocida por estos personajes que hoy alegremente dicen que todo se resolverá con Colombia.
Pero el régimen y sus colaboradores deben saber, sobre todo, que los venezolanos no nos prepararemos para aceptar cualquier negociación que permita una cesión de nuestro territorio y de nuestros derechos, menos de nuestro futuro como nación.
La astucia criolla revolucionaria cae ante la inteligencia y la destreza en el manejo de estos temas por los colombianos quienes, aprovechando las debilidades del “hombre fuerte” se beneficiarán de la ignorancia y de la irresponsabilidad de los bolivarianos, del presidente Chávez, en particular.
Los venezolanos, y esto debe entenderlo el régimen, civiles y militares, no aceptaremos la entrega de nuestro territorio en nombre de ninguna bandera. Se esta jugando de nuevo con fuego. La irresponsabilidad y la paciencia tienen límite