Opinión Nacional

Desigualdades

El hampa cobra una víctima más, esta vez una médico cubana. Un hecho lamentable, deplorable, un acto más de violencia que muestra el estado de nuestra sociedad, la inseguridad, y la ineficiencia de los cuerpos policiales que se han ido deteriorando progresivamente en medio de la politización. Las autoridades, sin embargo, no escatiman esfuerzos para justificar su fracaso y responsabilizar la insostenible situación, a los medios de comunicación social, a la oligarquía criolla, al imperio.

Al régimen bolivariano le importan poco los gravísimos problemas que afectan la vida de los venezolanos. El presidente-candidato parece pensar solamente en su “liderazgo” mundial que no es tal. Una pretensión sin sentido. Es bien sabido que más que político, el pretendido “liderazgo” mundial es “mediático”, por lo escandaloso y lo rocambolesco. Ser noticia en el mundo, apoyado en petrodólares y en un discurso irrespetuoso, agresivo y superado, apoyando el desorden, no es sinónimo de liderazgo político. Ser oído e interpretado por la intelectualidad y no por trasnochados que celebran los disparates de la revolución, es otra cosa.

El presidente y candidato oficialista prefiere viajar por el mundo para obtener el ingreso del régimen al Consejo de Seguridad, un objetivo mucho más importante que el bienestar de los venezolanos, un trampolín para confrontar al mundo, apoyar a Irán en su política nuclear, justificar los ataques de Hezbolá, concluir acuerdos de cooperación con gobiernos absolutamente cuestionables, como los de Bielorrusia y Corea del Norte. Ocuparse y preocuparse seriamente de los problemas, entre ellos el de la seguridad, al menos de la seguridad de los venezolanos, es secundario, irrelevante, aunque la “motivación” del “proyecto bolivariano” sea la “felicidad”.

Los derechos humanos le importan poco a los bolivarianos, según sus mismas expresiones, cuando los dividen y los jerarquizan irresponsablemente. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona y el Estado tiene la obligación de promover tal respeto. El derecho a la vida no tiene importancia para los bolivarianos, como tampoco el derecho a la libertad y a la dignidad. Los derechos del hombre se limitan a la condición de beneficiario, a la dádiva indigna de una revolución que se destruye progresiva, acelerada e inexorablemente. Un proceso pervertido que se agota.

El derecho a la vida es irrespetado en Venezuela; las autoridades poco hacen por garantizar a los ciudadanos su disfrute. Las policías son ineficientes, lamentablemente politizadas, propio de los regimenes totalitarios. El Defensor del Pueblo ha mostrado una incapacidad absoluta para ejercer el cargo y tratar de proteger los derechos humanos de los venezolanos. Sus declaraciones han sido esencialmente políticas, parcializadas, abandonando la postura que le corresponde como defensor de los derechos humanos de todos los ciudadanos. La desigualdad priva también en la visión del eficiente funcionario. Lamentablemente, el criterio político prevalece y en derechos humanos la apreciación subjetiva, parcializada, no tiene cabida.

La desigualdad opera en todos los espacios. Por una parte se pide a los venezolanos que se protejan ellos mismos del hampa, del crimen, de la violencia, por la otra se nos exige a todos los venezolanos la protección de los cubanos. Las fuerzas del orden público estarán de ahora en adelante detrás de los cooperantes cubanos que ocupan el país, para evitar que sean víctimas del hampa. El venezolano común no es objeto de las políticas de seguridad. Los órganos del Estado deben proteger a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su nacionalidad, su ideología, su posición social. Pero, lamentablemente, la discriminación es parte de la política oficial. Los venezolanos somos, definitivamente, de segunda.

La desigualdad opera en todos los espacios. Mientras se desplaza al venezolano en materia de seguridad y se discrimina a la mayoría por no apoyar el disparatado proyecto bolivariano, CONATEL abre una investigación a Globovisión por supuesta parcialidad en el proceso electoral, concretamente, por una publicidad subliminal a favor de Rosales. Pero nada se dice sobre la parcialidad de los medios oficialistas, aunque el Ministro de Información afirme que hay “una diferenciación entre los actos del jefe de Estado y los del candidato oficialista”. Las noticias en VTV, VIVE, YVKE, Radio Nacional, entre las muchos otros medios oficialistas creados en los últimos tiempos, confirman el ventajismo y la desigualdad en el tratamiento de la noticia electoral. Una parlamentaria fanática afirmo, sin el menor pudor, que el ventajismo se justificaba por que el presidente-candidato era “el mejor orador, no solamente de Venezuela, si no del mundo.” Las pretensiones y la arrogancia bolivarianas no tienen límite. Tampoco la adulancia.

La desigualdad es chocante, contraria a todos los principios. La discriminación, producto de la desigualdad, es parte esencial del incomprensible proyecto bolivariano., como lo es de la también fracasada revolución castrista que ha sometido a Cuba y a los cubanos desde hace 50 años.

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