Opinión Nacional

Desgobierno chavista

Entre las muchas definiciones que le caben al régimen de Hugo Chávez se encuentra la de desgobierno. Por desgobierno se entiende una administración que renuncia a sus responsabilidades y se ocupa de ampliar sus facultades con el único objetivo de mantenerse en el poder.

El régimen ha abandonado sus funciones: desde la más elemental, el mantenimiento del orden público, hasta el respeto a los derechos humanos, pasando por un manejo de la economía que busque la prosperidad de los ciudadanos y el establecimiento de una política exterior responsable e independiente. Al grupo en el poder en Venezuela no le interesa nada de esto.

Si nos detenemos en el orden público, las cifras a las que se puede acudir y la experiencia personal de usted, le indicarán cómo la vida en común ha degenerado. Es el gobierno central quien avala la acción de grupos violentos para tomar las sedes de alcaldías y gobernaciones obtenidas por la oposición en las elecciones de noviembre de 2008.

Uno de los últimos episodios fue la quema de una oficina de la Alcaldía de Mérida por un grupo de chavistas que no admiten su derrota en la elección de los consejos de planificación. Ante este vandalismo, el gobernador Díaz Orellana no tomó las medidas pertinentes y no envío oportunamente a la policía para evitar los destrozos.

El aumento de la criminalidad no es un problema de prioritaria solución para el chavismo. Chávez si acaso le habrá dedicado minutos al tema, entre las miles de horas que ha dicho por radio y televisión mientras incomunica al país. El ministro del Interior y Justicia desmiente las cifras de muertos, secuestrados y atracados que recogen los medios de comunicación. La presencia policial es indispensable para las casas de los nuevos ricos, hechos a la sombra de la revolución, pero desaparece de los barrios y las calles en manos del hampa.

Mientras Chávez no sabe cómo explicar que la guerrilla narcoterrorista colombiana posea armas compradas por Venezuela, declara que “congela” las relaciones con el vecino país. Así perjudica el intercambio comercial que dejará millones de damnificados de lado y lado. En especial, los venezolanos experimentarán una mayor alza en los precios de los alimentos y otros productos, para continuar padeciendo la más grande inflación del continente.

Y la explicación de tan arbitraria medida, que pone como excusa la presencia militar estadounidense en Colombia, no es otra que la distracción. A los venezolanos hay que ponerlos a hablar y pensar en otra cosa: una absurda guerra fratricida, mientras no se ataca al hampa, ni el alto costo de la vida, ni la corrupción ni la desaparición de empleos e industrias.

Aunque, aparentemente, suene contradictorio llamar a un gobierno que quiere controlar todos los ámbitos de la sociedad desgobierno, lo es porque su primordial interés es eternizarse en el poder y no tomar medidas que protejan a los administrados y busquen mejorar su nivel de vida.

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