Deseos y realidades
UNO SE HACIA ILUSIONES, propias y ajenas, en torno al nuevo Consejo Nacional Electoral. No por los que fueran escogidos, sino porque la sociedad venezolana aspiraba a otra cosa. Pero esperar en nuestro caso representa un largo camino de frustración. Debo decir que el hecho de haber sido postulado por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV y no haber sido seleccionado no enturbia mi opinión y más bien deseo, con sinceridad, lo mejor para este grupo de venezolanos que cargan, eso sí, entre pechos y espaldas, con una responsabilidad histórica. Porque el CNE se ha convertido en una carga estorbosa.
Pensé decir, y así lo digo, que el CNE necesita tramitar cédula de identidad soberana, que debe construir un rostro confiable, audible legítimamente para ser auditor de nuestras indecisiones, pulcro al contar a manos limpias sin máquinas marcadas o huellas tintas; que debe dejar de aparecer permanentemente en las páginas amarillas de los periódicos porque sus acciones así lo pintan; que debe resolver el luto del que parece no salir con hechos que provocan la indignación de los que se ven obligados a asistir a juro a un velorio que no es el suyo; que deben revisar el organismo por dentro y por fuera y limpiar, a brevedad de escoba, lo que se pueda para que la imagen de pulcritud logre credibilidad colectiva.
Pensé decir que debe tomar distancia institucional de otros órganos del poder público, sobre todo del Ejecutivo, pues parece ser un apéndice de éste y no un actor independiente. Pero a sí mismo de sectores políticos, sociales, económicos o mediáticos, que pretenden, frente a tanto relajo, manipularlo igualmente. Pensaba recordar que el CNE es un árbitro y no un barquito de papel en una sociedad atípica, controversial, explosiva, por lo que su convicción democrática y democratizadora es de crucial importancia por lo que se debe dar por entero a crear condiciones políticas y técnicas a fin de que la gente ingrese en esa caja negra convencida de que su decisión no será manipulada o adulterada.
PENSABA MENCIONAR QUE su inspiración no debe ser la política como hoy se la conoce y practica en el país sino, antes bien, como justicia irreprochable. Que el CNE no es otro partido político. Que es y son responsables de desatar el nudo de incomprensión y descrédito que han sembrado los que les precedieron. Pensaba decir que su ambición colectiva debe ser que el electorado salga a votar confiado en que su intimidad hecha voto va a ser respetada y que prácticas tales como fraude o trampa electoral dejarán de ser el fantasma real que recorre las calles de Venezuela. Pensaba destacar el trabajo en equipo, el debido respeto por reglas de juego claras, el impostergable desafío de convencer al electorado, con hechos, de que se puede ir a votar porque las condiciones de credibilidad están dadas por igual para candidatos, organizaciones políticas que los respaldan, ciudadanos que no creen en organizaciones políticas o abstencionistas. Pensaba mencionar el papel protagónico, mas no invasor, que deben jugar los medios de comunicación, la Fuerza Armada y otros sectores de la vida política, social y cultural del país. Pensaba decir, y así lo digo, que eso esperamos aquí y afuera. Al menos para empezar.