Opinión Nacional

Desconfianza absoluta

Recordemos la aparición de la doble cedulación de Rodríguez Chacín y la no menos angustiosa aparición en Caracas del tachirense al que realmente le correspondía la identidad usurpada por el ex – ministro del Interior. Un acontecimiento de tanta gravedad quedó borrado al pasar el tiempo, sin que el gobierno diera una explicación convincente, a menos que fuera tal la todavía incomprensible modificación de la Ley de Identificación que consagró la manipulación de la delicada data por un funcionario que, como otros tantos, no encontrará mayor impedimento al manejar los delicados archivos estatales.

Posiblemente, una de las mayores calamidades que heredaremos del presente gobierno será la impúdica intervención de los registros ciudadanos a los fines de su supervivencia, perdida toda noción de Estado. La consecutiva práctica supondrá otra pérdida, como es la de las habilidades para no dejar huellas que podemos creer propia de todo servicio de inteligencia, pero –al reseñar el caso del antigüo ministro- nos convencemos del escaso talento que pudiera equipararse al del cirujano frente a un desafío cotidiano en el pabellón.

De modo que no es aventurado suponer que los registros migratorios de los jerarcas oficialistas también sufran de otra versión que a la postre invalidaría cualquier hipótesis en torno a las no declaradas misiones e incursiones turísticas en el exterior. Consideremos también la posibilidad de alterar los registros inmobiliarios, cuando no se utilizan testaferros, aunque se ha dicho de sendas páginas internetianas que revelan las transacciones realizadas en ciudades como Miami para fortuna de los futuros investigadores que bien caracterizarán de fondo a un régimen que ha manipulado –esta vez- hasta el cansancio a los pobres, confiscando su imaginario.

Ocurren cosas absurdas en el campo normativo que dan las notas de la improvisación en las mismas entrañas de la aspirada supervivencia. No olvidemos, valga el ejemplo, que fue el gobierno el que se empeñó –vía habilitante- en modificar la Ley de Licitaciones, como si ella no tuviese por espíritu, razón y propósito de poner orden y concierto a un órgano del Poder Público que goza de partidas para contrataciones masivas. Vale decir, las carretas están delante de los bueyes y oxidado recuerdo todo aquellos que tenga que ver con infraestructura.

Tenemos una desconfianza absoluta en quienes dirigen al Estado, confundiéndolo con la bodega partidista. Se meten con el santo y con la limosna y lo que pudiera ser una diligencia policial, la que urgimos de regular en cualquier época y gobierno, prontamente se convierte en un perfomance político de pésimo gusto.

Suma cero enfermizo

El reto del 19 de agosto está dirigido a Chávez, el único actor del gobierno. No hay otro que decida o contribuya a decidir los destinos de un movimiento político que no es tal, pues no se le entiende sin el destino personal de su cabecilla, jefe, líder y pongamos cualesquiera de los títulos que la ocurrencia humorística pudiera deparar. Desechar desde la oposición esa fecha, apostando por un ruletazo militar, aún se le prefije de cívico, no sólo significa desconocer los inmensos cambios y logros experimentados en los últimos doce meses, sino también emular la intención y conducta del vecino de Miraflores enfermizamente empeñado en ganar y que el resto del mundo pierda, como si todo fuese de una simplicidad tan memorablemente absurda. ¿Acaso no hay un “chavismo” ingenuo, de buena fe, al que debemos convencer todavía de la naturaleza real y patética de un régimen que dijo redimirlos un día ya olvidado?.

“Echar tierrita y no jugar más”, desconociendo los logros políticos alcanzados por una oposición de renovadas energías cívicas y cuya trascendencia se verá luego de pasar la pesadilla, equivale sentarse a esperar a ver quién nos hace el favor de una “solución” de fuerza, sin saber de nombres ni de cataduras. ¿No basta la dramática lección chilena de los ´70?. Que el gobierno pierda hasta la manera de andar, es válido por vía del sufragio, pero ¿enfermarnos de otro suma cero que luego puede venir por nosotros?.

Quienes apuestan por un golpe seco predican el absoluto inmovilismo político. Luce como la invención del agua tibia. Es un antojo programático como si a otros jamás se les hubiera ocurrido. ¿Acaso ya no lo habrían dado?.

De modo que es necesario agotar todos los canales constitucionales disponibles para salir de Chávez, deslegitimándolo. Otra cosa sería que, agotados mil y una veces todos, persista en mantenerse en el poder.

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