Opinión Nacional

Desbrozar el bosque

Ha sido siempre la política la primera, fundamental e ineludible actividad del hombre en sociedad. Para decirlo de mejor manera, del ser social, pero, del mismo modo y tal vez por ello, la de mayor complejidad, pues los problemas, a los cuales debe dar respuesta, se derivan todos de establecer las elementales reglas que nos permitan vivir juntos y en el estadio ideal en donde cada quien se reconozca en su mismidad, justamente porque reconoce la del otro, y este universo así estructurado, reclama el reconocimiento de conjunto, la sociedad toda, que mas que la suma de sus miembros, son ellos y mucho mas que ellos, el conjunto de intereses concretos de individuos, grupos, clases, sean materiales, sean no tangibles, mensurables, como, a manera de ejemplos, su valores, sus ideologías. Si este modo de existir ya es difícil, complicado y complejo, tal hecho se multiplica hasta alcanzar grados casi inconmensurables, porque en ese universo el vector que une a la sociedad es el Poder, esto hace que la política sea en su ser tal como es, la expresión de las relaciones del Poder. Digamos entonces que la política tiene como centro mismo, como su núcleo vivo, el Poder y éste es la expresión, a su vez, de innumerables complejidades humanas, políticas, económicas, religiosas, etc. Para hacer que la política virtuosa sea, Aristóteles hizo parte esencial de ella a la ética. Y de ese modo las relaciones entre los hombres fuesen, digamos en palabra de hoy, transparentes, y esa transparencia cuando menos apunta, se ajusta, a la equidad y a la justicia. Por inferencia, cuando el poder tiene sentido ético, la forma más idónea, hasta ahora conseguida, al menos en su definición, es la democracia. En cambio, cuando el poder impone su arbitrariedad, vale decir la violencia, la fuerza, para sustentarse, mantenerse, preservarse, estamos en presencia de las diversas formas de dictadura, cuyos matices dependen de los dogmatismos, fundamentalismos, etc., de quienes detentan el poder. Sean incluidas por tanto las diversas formas de dictaduras, autocracias, etc. cada una de las cuales ha presentado variantes. El nazismo, el fascismo, la dictadura del proletariado, la dictadura de partidos, el autoritarismo…
En este camino de hacer ética a la política, se ha avanzado e incorporado otro componente, a saber, que la política ha de tener un fundamento científico, no sólo para evitar la arbitrariedad en la toma de decisiones, sino, para poder garantizar que esas decisiones sean las adecuadas y se pueda permitir la evaluación de los métodos y resultados de sus aplicaciones. Y mas allá se ha ido, que la acción política sea en sí misma en sus medios y fines, una acción cultural-ética, en donde se reconoce al arte su relevante y trascendental función esencial, haber permitido que el hombre se haga humano, y garantizar a la par, la especificidad de una sociedad, de una cultura. El ser humano sabe qué es, según son los resultados de su cultura, tal como medianamente se ha pincelado. El arte hace humano al hombre, la ciencia permite su reconocimiento, la política, entonces, tiene que partir de ese hecho para que sea trascendente, tal vez mejor dicho, para que sea buena y bella.

Lejos estamos en este planeta de haber alcanzado este ideal teórico. En su lugar se ha impuesto la Realpolitik, en donde los intereses prácticos de las hegemonías imponen sus reglas, y ellas ajenas están a la ciencia, a la ética, al arte. Donde las reglas para alcanzar el poder lícito o ilícito, el poder como fin en sí, quedan subordinadas a sus fines, infame y calumniosa tesis que se atribuye a Maquiavelo. En nuestro momento el sector hegemónico que asume el socialismo del siglo XXI como su fin último, ha impuesto sus reglas con mucha claridad, para lo cual se ha valido, ¡genialmente! de una inmensa obscuridad. Es imposible definir, comprender y evaluar una propuesta que no es proyecto, sino un propósito sui géneris, el Socialismo del Siglo XXI, porque como tal es imposible su existencia. Indo-americano, originario, bolivariano, robinsoniano, zamorano, cristiano, humanista…; y en la arbitrariedad en el empleo de estas “nociones”, adjetivos para su definición está su trampa. Allí caben el racismo, (el odio de las razas originarias, los indios, las afro, los oprimidos, ante los otros, los opresores blancos), idioteces como mitificar el socialismo como modo de producción y existencia de los aborígenes, en la mas flagrante deformación de la historia, que Cristo era socialista, fiel amante de la pobreza, redentor de los desvalidos; que Bolívar, además de socialista, era antiyankee, etc. Nada de esto es medianamente sustentable en el plano histórico, del rigor crítico, filosófico, de elemental lógica pero, por ello mismo, de una inmensa utilidad para la manipulación. Y a tales grados que, cuando se hacen observaciones a esta grotesca ensalada, responden que están demodé, que se inicia la era de la postmodernidad. Que este socialismo es postmoderno. Del fracaso son responsables los enemigos, el imperialismo, sus lacayos
Ello lleva a crear una pseudo moral, por cierto de una muy desprestigiada pero real tradición europea, de la cual la Inquisición, el fascismo, el estalinismo son sus mejores exponentes, así entonces, como estos citados, para tramar y mantenerse en el poder crearon su pseudo moral, ésta es idéntica a la impuesta por los lideres e instituciones que dirigen, orientan y capitanean el “proceso”, que en síntesis, queda así establecida, todo cuanto se haga por alcanzar este fin, el SXXI, queda legitimado, todo cuanto lo adverse, es herejía. Pedir al Presidente, al gobierno, a sus “voceros” el deslinde, es tarea inútil, porque la bondad y rentabilidad de su juego es mantener y vivir de esas indefiniciones. Y en ese juego el escándalo es una de sus maneras hábiles de manipulación. Pero, la oposición no opera de manera diversa, en este momento. Su juego es ganarle a Chávez su apuesta. Y se le gana, electoralmente desde luego, sencillamente disminuyendo su poder, primero, quietándoselo, luego. El voto y la democracia son el método y el objetivo final respectivamente. Cuotas de poder, primero, el poder, luego. Pero, ¿qué los diferencia? El carácter democrático versus el autoritarismo militarista. Pero, tampoco se deslinda la cualidad de la democracia, reducida al voto, a la alternabilidad, a la tolerancia y tal vez a algo más. En ese algo más está Un Nuevo Tiempo, con una base doctrinaria, la democracia social, tímidamente esbozados sus fundamentos; pero, nada sabemos de Primero Justicia. Según la historia televisiva de su máximo líder, la justicia pareciera tener como base la legalidad formal del derecho, la verdad jurídica. No andaría mal; pero sí muy incompleta. Porque bajo ese principio la ley se mitifica, se le quita su carácter histórico. Ambas organizaciones, que ya lo son, en lugar de debatir ante el país, de cara al país, forcejean por cuotas de poder. Y, o bien porque no se tienen fundamentos teóricos, científicos éticos en los cuales haya diferencias y coincidencias, o, bien el enfrentamiento es parte de la Realpolitik, ahora reducida a los intereses de cada grupo por asegurar sus cuotas de poder. Chávez se convierte, por esa vía, en pretexto. La lucha se reduce a un cambio de estilo y no a la confrontación doctrinaria y programática en cuanto a Chávez se refiere y, entre ellos a limitarle el poder al otro. Si hiciésemos válida la expresión dime con quien andas y te digo quien eres, se podría pensar que Primero Justicia se quiere parecer al PP español de Mariano Rajoy o al PAN, en México, de Felipe Calderón. Perdón si incurro en injusticias, pero su silencio teórico es espeluznante como lo son también sus expresiones afectivas por estos personajes e instituciones.

De otra parte, los partidos viejos, AD, COPEI y “personalidades” de ellos o a ellos vinculados, o el chavismo converso por eso demócrata, arriesgan todo a su subsistencia, mediante el “colarse por los palos”, vale decir aprovecharse de las severas contradicciones estratégicas de PJ y de UNT, pactar con alguno de ellos para debilitar al otro, o imponerse ante las ausencias de liderazgos regionales. El caso de Mérida puede ser ejemplar. Un rector de mediana estatura académica, copeyano, podría ser el candidato de consenso para enfrentar al chavista, en las elecciones de gobernador. O podría mantenerse a un ex -gobernador adeco, Dávila, sin importar quien gane, solo recuperación de espacios para el partido, de la manera mas acrítica posible. La unión formal impide la evaluación. Algo análogo ocurre con dirigentes como Sady Bijani en el Zulia. Ni una sola idea, sólo la experiencia que le habrá dado su éxito policial para combatir la inseguridad, mucho más propaganda que verdad demostrada.

No es posible concluir sin tocar otro de los problemas de esta Realpolitik que anima a factores importantes de la oposición. El problema generacional, como chantaje. Los nuevos liderazgos, por ser nuevos, son mejores que los viejos, así sean buenos. Por definición estos tienen que apartarse para dejar paso al nuevo y más aún se exige, que el viejo ponga sus hombros para cargar al nuevo. Naturalmente que esta reaccionaria visión no tiene asidero biológico, psicológico y menos histórico. El biologismo reducido acá a una de sus argucias, el joven es arrojado, desinteresado, audaz, emprendedor, antónimos perfectos de la vejez, o la aún más irresponsable manipulación de que el “viejo” es culpable de los fracasos y miserias presentes en la realidad. En fin, se infiere, que ha de darse paso al nuevo liderazgo, que por joven es el motor, el dynamos del cambio. Desde luego que semejante “razonamiento” es insostenible. Diosdado, Jessy, Tascón, Lina, no son tan viejos ni Hugo Rafael es una anciano que ayer por “chamo” dio un golpe de estado. Tampoco eran viejos los golpistas que derrocaron al buen demócrata Medina Angarita, Rómulo Betancourt incluido. Imberbes casi los militares de ese golpe, con un poco mas de barbas repetirían su hazaña contra el aviejo Gallegos. Perdone, lector, estos ejemplos; pero procuran poner en situación esta peregrina ideología y me resulta doloroso referirme a ejemplos históricos de la vieja Europa. Estoy entre quienes radicalmente se oponen a invocar la experiencia como chantaje ante los jóvenes y el arrojo de los jóvenes contra la experiencia. El problema es el hombre. Sus proyectos, su dignidad, su concepción del mundo, su vida cotidiana. La genialidad de Cervantes ni Mozart dependieron de su edad No hay duda de las limitaciones de la vejez biofísica, pero por algo los soldados no dirigen las guerras. Ya Chávez desbrozó el bosque. Sus mariscales van al frente. La oposición deshoja margaritas.

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