Opinión Nacional

Derechos y Garantias

Indiscutiblemente si algún elemento destaca a lo largo de los últimos siglos de historia y evolución del derecho, y fundamentalmente de la sociedad y del ser humano hasta llegar precisamente a la condición de “ciudadano”, es el reconocimiento que progresivamente ha tenido este último. De tal manera que hemos pasado de un determinado orden “arbitrario”, “despótico” o “absolutista” o más aún un Estado de naturaleza a un orden signado por la observancia de pautas, normas, dentro del Estado de sociedad civil.

En ese sentido merece recordarse que el reconocimiento de los Derechos del Ciudadano lo encontramos siglos atrás a partir de una serie de declaraciones en las que medianamente se recogen principios, directrices y puntos cardinales que servirán para edificar el moderno constitucionalismo. De tal manera que a partir de la Declaración de Los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, pasando por la promulgación de algunas Constituciones como la francesa o la norteamericana hasta llegar a la Declaración de la Asamblea General de la ONU en 1948, queda claro el avance que han tenido una serie de derechos y prerrogativas inherentes al ciudadano en cuanto tal.

Sin embargo, la historia deja claro como en determinados momentos, episodios, etapas y países se han producido un desconocimiento de los mismos, generándose no sólo arbitrariedades sino además excesos en contra de la condición y dignidad humana. Un episodio emblemático de tal situación observado hace apenas 60 o 70 años fue el desarrollo del nacional – socialismo alemán (holocausto) que bajo el liderato de Adolfo Hitler, termino produciendo el asesinato masivo de seis millones de judíos, sin tomar en cuenta la gran cantidad de atropellos y vejámenes a los que fueron sometidos millones de personas por un régimen despótico, contranatura e inhumano.

Asimismo debemos señalar que las condiciones anteriores difieren substancialmente en relación a la contemporaneidad, definida medianamente por que la globalización de la información, de las telecomunicaciones, de los derechos y garantías a nivel universal de alguna impide la posibilidad “real” que se cometan atrocidades como las vistas en el siglo XX. Lo que si es posible que “lamentablemente” suceda es el atropello de algunos derechos por parte de determinados órdenes, gobiernos, razas, religiones, ideologías y gobiernos en particular. Sin embargo, la justicia tarda pero al fin llega. Basta ver los casos de Miloseivic en la ex Yugoslavia, o el mismo Sadam Hussein o Augusto Pinochet.

Por tanto, algo debe quedar muy claro y esta dado por que en la actualidad, luego de una larga tradición apegada a la democracia, a los derechos, al régimen de libertades, que ha costado sangre, sudor y lagrimas, los ciudadanos no estamos dispuestos a ceder o hipotecar la inmensa cantidad de conquistas y logros que en materia de garantías, derechos humanos, derechos difusos y emergentes hoy tenemos. Un aspecto que no podemos desconocer, sin por ello querer menospreciar nuestras realidades, es que encontramos diferencias a veces abismales entre países estables, con una cierta tradición en derechos y garantías y países como los nuestros que recientemente han consolidado a la democracia e intentan establecer un verdadero Estado de Derecho que dista mucho (por los atropellos que se comenten) de lo observado en otras latitudes del mundo.

Una Estado y gobierno que se precie y valore como “democrático” o de “justicia”, no puede darse el lujo de vulnerar continuamente el régimen de libertades que los ciudadanos con mucho sacrificio nos hemos dado. Si alguna necesidad o déficit tienen nuestros países, es precisamente una carencia de ciudadanía, de derechos, de instituciones, de liderazgos y de democracia. En la medida en que tengamos más derechos, más ciudadanos, más y mejores instituciones y servidores tendremos evidentemente un mejor democracia. Veremos …
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes

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