Democracia dictatorial
Entre las funestas consecuencias de la arbitrariedad del cierre de RCTV está la interrupción de las telenovelas que transmitía este canal. El robo, legalizado por el Tribunal Supremo de Justicia, de sus equipos y la confiscación de su concesión por la voluntad suprema de Chávez, ha dejado en suspenso a las ficciones que llenaban parte de las vidas de millones de venezolanos.
Una de las telenovelas que ha quedado en ese limbo ionosférico es la producción colombiana de RCN “Los Reyes”, versión de la original argentina “Los Roldán”. El actor Enrique Carriazo la protagoniza interpretando a un simpático gordo (Beto) que cambia su destino al salvar a una doña rica, quien luego lo nombra presidente de sus empresas. Y así este ignorante pero sagaz verdulero se viste de flux, aunque no lo haga ver elegante ni le disimule su potente barriga.
Beto es un maestro para introducir frases de éxito entre la audiencia. Así, ante ciertas situaciones decía: “Hay que leer, hay que leer”. Y otra era: “Democracia dictatorial”, para calificar su desempeño gerencial. No sé si tal oxímoron, dicho con sorna, escondía alguna crítica al presidente Uribe o a su vecino de este lado y, a lo mejor, esa es la verdadera razón del cierre de RCTV.
La “democracia dictatorial” podría ser la democracia que tiene Chávez en su mente. Pues no parece ser la democracia liberal que respeta los derechos humanos, sin distinción alguna y que se basa en la actuación de las instituciones. Para él, y su grupo cercano, pudiera ser que democracia es lo que diga el jefe. La Constitución y las leyes no serían sino meros instrumentos acomodaticios: se usan sesgadamente y cuando convienen al proyecto de poder total que se busca.
Allí está la consigna de “Socialismo del siglo XXI”. Después de su discutible triunfo de diciembre pasado, Chávez cree que el pueblo ha aprobado su etéreo socialismo, muy poco claro, a excepción de un elemento: la permanencia de Chávez en el poder. ¿Puede ser democrático un socialismo que postule el poder vitalicio y total de un único líder?
Quienes, desde su bando, han participado en el tema de la reelección eterna, aluden a realidades que mucho distan de la venezolana. Hablar de las democracias europeas, donde no hay límite de reelección para los diputados que pueden formar gobierno, es como comparar a la selección vinotinto de fútbol con el scratch brasilero.
Veamos. Desde que Chávez llegó al poder una de las operaciones fundamentales que realizó fue destruir la confianza en las elecciones. Todo el proceso de elección de la Constituyente estuvo caracterizado por el ventajismo y el cambio de las reglas a favor de quien ejerce el poder. Así pudo obtener el 95% de los escaños con apenas el 60% de los votos. Luego se introdujo la automatización que impide la transparencia electoral. A esto se suman los millones de electores ilegales o virtuales que llenan el censo electoral, record mundial de crecimiento.
Es tan evidente el fraude electoral continuado que el ex vicepresidente y ex defensor de los derechos humanos, José Vicente Rangel, ha endilgado a la oposición el fracaso de los referendos revocatorios que recientemente se intentaron abrir con las recolecciones de firmas organizadas por el CNE. Es decir, reconoce el cínico Rangel, que cuando la oposición no participa, el chavismo se reduce a su verdadera dimensión. Así fue en las parlamentarias de diciembre de 2005, donde sólo votó un 15% del electorado.
En la democracia dictatorial, quien ejerce el poder habla, habla y habla. Ante las focas rojas que gritan, como la cúpula del Poder Judicial, reunido en solemne ocasión, “Uh, ah, Chávez no se va”, el caudillo encadena a todas las emisoras de radio y TV para que se oiga su discurso único. Casi todos los días está en la televisión para recordar quien manda, aunque poco gobierne.
Es impensable que el caudillo debata con la oposición ni consulte alguna de sus medidas. En los últimos cinco años no ha conversado con ningún dirigente de la disidencia democrática. Las nuevas estatizaciones no las consultó ni con el nuevo gabinete, que se enteró mientras era juramentado. La comisión que ha nombrado para reformar la Constitución no cuenta con ningún miembro opositor. Y en sus reuniones secretas participa la presidenta del TSJ, a quien se apelaría para demandar la inconstitucionalidad de los cambios.
Ante cualquier manifestación de quienes se atreven a pensar distinto, se reacciona con insultos, amenazas e imputaciones nunca demostradas. No hay Fiscalía independiente que pudiera acusar al presidente por sus delitos porque el Fiscal General fue su vicepresidente. El Defensor del Pueblo nunca ha defendido a los presos políticos ni se ocupa de los perseguidos por sus ideas. El Contralor no ha logrado enterarse de la inmensa e inauditable corrupción en Pdvsa. La Asamblea Nacional delegó en el caudillo, por año y medio, su función de legislar.
Beto, el de “Los Reyes”, mientras ejerce la “democracia dictatorial”, trata de esconder su ignorancia preguntando con disimulo. Hasta una vez le preguntó al contador que le traía un balance para que lo firmara: “¿Qué es para usted un balance?”.
Quizás esa es la diferencia con Beto, Chávez nunca se atrevió a preguntar en el cuartel: ¿Qué es para usted la democracia?.