Del aleluya al requiem
Erase el tiempo de CAP, Jaime, Herrera, sin importar el orden, tiempos de angustias, frustraciones, horrores, miedos, incertidumbre, ausencias, vacíos, y, por esos misterios de la esencia del hombre, eran también de repulsiones ante la corrupción, la perversidad, que a sus anchas vivía promiscua en Miraflores y en todos los lugares donde el poder extendía sus garras. Los muertos se enterraron en masas, sin nombre, sólo muertos que nadie aún ha sabido cuantos y menos se sabe si vivían, zombis deambulando sin vida en estas calles. Centeneras de niños no alcanzaron ver la luz del otro día, tantos sin disfrutar el candor de su mama, otros muchos yertos en hospitales donde se encontraron la muerte, que inmutable a sus anchas esperaba. Mientras otros pocos, poquiticos, gozaban insaciables las concupiscencias de sus orgías. La santa madre iglesia y las demás también se escondían en el silencio de la palabra ahogada, muerta, para el disfrute pleno del poder que esplendoroso orlaba sus capelos, sus mitras, sus sotanas insaciables de placeres mundanales. Otras instituciones disfrazaban en la hipocresía su retórica por la justicia y en llanto cubrían sus quejas por la equidad de sus presupuestos, mientras encubrían sus miserias con la pornografía del clientelismo que cómplices hacía a sus actores y a los beneficiarios. Las Fuerzas Armadas, sus comandos de alturas, asistentes de las bacanales del régimen y, cuando bien estaba, compartiendo la dolce vita, el barraganato, y los otros pecados capitales.
Así era y no era. Había también una consciencia social que más que reclamar, actuaba. Un presidente había sido destituido y preso. La apariencia fue el haber malversado dineros del Estado para socorrer a su amiga, la Chamorro, contribuyendo a financiar su campaña electoral. Pretexto fue para superar una realidad más compleja: el modelo instalado en Miraflores daba muestras de su gigantesco fracaso. Y fracaso no tanto por cuanto hizo que, para muchos, va de bueno a malo, sino por cuanto dejó de hacer. Lo que no se hizo, aun cuando fue posible. En ese contexto se da el golpe de estado del 4F., cuyo fracaso militar no requiera comentario alguno, per cuyo éxito político fue de tal magnitud que de él bebió Caldera y poco después el propio derrotado, se hizo presidente. Producto de cuanto mal se hizo, pero mucho más de cuanto se dejó de hacer. Excusas hubo, y las habrá siempre, porque son, en definitiva, la mejor defensa de todo gobierno para ocultar su ineficacia, su inmoralidad, su perversidad. Pero se va mas lejos, en esa dirección de las justificaciones, siempre se crea, en pequeño, un chivo expiatorio y en lo macro, se refugiarán siempre, como bien lo explica la teoría de las conspiraciones, en un agente maléfico, poderoso, invencible, que impide hacer, que imposibilita adelantar proyectos y crecer. Mil ejemplos, pero los mas cercanos y mas aleccionadoras, culpar a los judíos y a los comunistas (muchos judíos lo eran) de los males de la Alemania; Las dictaduras de Argentina y Chile, que decidieron acabar con los marxistas, como ayer hizo la Inquisición contra cualquiera, a quien llamaron sencillamente hereje. No se a quien tenía miedo el poder, si al ser humano crítico o la palabra. Creo que a la palabra, pero no pudieron matar la palabra. Solo se asesina al mártir quien la profesa y canta. A riesgo de ser llamado reaccionario, contrarrevolucionario, o hereje, pero no puedo callar que el fracaso del sueño, de la utopía de la revolución cubana, que tiene en el bloqueo imperialista su excusa fundamental y su definitiva explicación mientras acá, en estas tierras nuestras, el imperialismo y sus lacayos son los responsables de la ausencia de éxitos o de mayores éxitos del proceso. Salvo que, como en Venezuela todo es más complicado, o casi todo es “originario” como gusta decir al señor Presidente, parte de los fracasos antes de Chávez, los esconden en los precios del petróleo. Y qué paradoja, mañana, lo veremos y demostrado está, el fracaso de Chávez, también lo es el precio del petróleo. Valga este señalamiento, por ahora.
¿Y a diez años, casi ya cumplidos, qué tenemos? Que hable la voz mas autorizada al servicio del Régimen, Ultimas Noticias. Caracas. Todos, absolutamente todos exigen, reclaman, demandan e imploran que se frene la desbordada delincuencia que a diario mata, roba, embiste y atemoriza a la gente, viva donde viva. Inclusive, una encuesta coordinada por el sociólogo Roberto Briceño-León determinó que 64% de los venezolanos siente temor de ser atacado en las calles cercanas al sitio donde reside. Con esas expresiones se manifestaron los 27 entrevistados que desfilaron por la serie Inseguridad Agobiante, publicada en este… ¿que más puedo agregar que acá no quede dicho? Otro tanto ha dicho JVR de la corrupción. Y vaya que ese señor es ducho en ese mundo. Todavía repican en mis sienes sus explicaciones para excusar a CAP de los dólares del Sierra Nevada. La corrupción es tan extraordinaria que ha alcanzado grados de transparencia! Está, pues, tan cerca que nadie quiere verla, digo mejor, puede verla, se ha socializado de tal modo que es propiedad social, salvo que es muy capitalista, demasiado injusta en las proporciones. La muerte anda suelta, y ello es grave, pero mas es aún el estado de ataraxia, parcialmente estudiado por mi y editado por ww.analitica.com. Lo demás es la cotidiana vida. No hacen falta estadísticas. La comida, a ratos escasa pero siempre in crescendo acelerado van sus precios. Con Venenito Araujo, comunista y periodista zuliano, se puede repetir, ya en Venezuela no hay un hueco sin su pedacito de carreta o calle. La contaminación crece indetenible e irrecuperable sus efectos. Y el adelanto en la ciencia y en la educación solo lo ven los hermanos Lanz, teóricos liberales del proceso. Pude ver, apenas esos días que un bebé que va al kínder, requiere su equipaje de unos 280 BSF. Lo bueno d esos bolívares es el ahorro de palabaras. Y el negocio espurio de los textos escolares sigue las peores leyes del mercado pero ajustados a las peores mañas de la inmoralidad. El magnicidio y otros trucos del poder se inventan para no dejar ver la masacre que de continuo impera sobre tanto inocente. Magnicidios son y así los califican según tantos sean los asesinatos diarios.
A las promesas de ayer del derrotado comandante del 4F, la gente toda gritaba en las calles y en las casas, aleluya. El rico, el pobre, el hombre probo, honesto, el vendedor y el parrandero, todos tuvieron la esperanza de superar la corrupción, salir del miedo de la inseguridad, que menor era, pero dolía tanto; superar la exclusión propia del clientelismo, la dictadura partidista y, en su seno, el imperio de los cogollos, todo eso se dio por superado, apenas HRCHF ascendiera al poder. Las cacerolas entonaban himnos de alegría y de justicia. Aleluya. Buena fue su palabra sobre la libertad de expresión, la democracia participativa y protagónica, la descentralización, en fin, el poder del pueblo, cuya fuerza es la razón y cuya existencia es la paz. Asegurada en su verbo la autonomía de las universidades; la autonomía de los poderes para que limpias, puras, cristalinas fueran las decisiones de los jueces, fiscales, contralores, libres los parlamentarios fueran. A todo ello se gritaba aleluya. Hoy las cosas toman otro rumbo. Al parecer se empiezan ya no a establecer comparaciones que buenas podrán ser para el análisis de los académicos y para dar lecciones de utilidad a la razón. El fantasma de la reflexión toca las puertas y en las cabezas empieza a danzar. La palabra soez, el vilipendio, la injuria ya tienen freno. Repugnan, dice con justicia, la experta en criminología, Lolita Aniyar y de ese modo, con menor contundencia quizá, dice la gente, que mala es. Que exacerba pero no convence. Que ya no hiere sino que asquea. Y se va mas allá, empieza a carecer de peso, lengua de “loco de carretera” ha sentenciado T. Petkoff. Y empiezan las reflexiones a ahondar más. ¿Qué hacer con el mañana? ¿Qué será de los esos seres a quienes se ha convertido en pordioseros? Seres que piden más y más mas piden y jamás saciarán sus peticiones porque ajenas son al trabajo creador, al pensamiento y porque la vida misma en ellos va perdiendo interés, hasta olvidarla. Gente honesta, buena, cercana al presidente, que han estado con él mucho menos por él y más por su fe en la justicia, en la solidaridad, en la necesidad de hacer humano al hombre, empiezan angustiarse. Ya unos tiran al viento su palabra para la reflexión, para salir del odio, el estadio mas primitivo para encender malas revoluciones, y reclaman del consenso humano, de principios, para supera esta crisis, que pesa y que no pasa porque bajo el esquema dominante no hay posibilidades de superarla. En la acera de enfrente, donde también viven talibanes sembradores de guerras, cada vez son menores sus ecos, a pesar de sus vociferaciones.
Si el presidente oyera sin las sordinas propias de la ceguera que el poder impone, si pusiera el oído en tierra, pudiera volver al lugar donde empezó el camino. A buscar las fuentes de cuanto en su momento se gritaba dando gracias a Dios por, Chávez, Aleluya. Tal vez allí estuvo el pecado original y esas voces lo transubstanciaron en Mesías. Y si oye bien, verá, sin tapaojos, que la orquesta está afinando para cantar el Réquiem. Lo trágico de eso, señor, será que usted se verá en la necesidad de entonarlo, con mas recato, desde luego, que su exagerada libertad atonal para joropos y una que otra ranchera.