Decir y no hacer es divagar
Los pesimistas de oficio que aparte de gimotear sobre las maldades del régimen no hacen más nada que rumiar sus despechos y desmotivar la necesaria acción organizada en busca de salidas reales.
Hablan de la incompetencia de los demás sin tener otra competencia que plasmar sus frustraciones en papales disfrutados por quienes se solazan en sus propios padecimientos.
Cuestionan a los que hacen y participan en busca de la unidad del pueblo democrático mediante actividades de la más variada índole dentro de los esquemas de la praxis política.
Se atreven a recomendar soluciones que ni siquiera ellos mismos están en capacidad de acometer y cuando se les presenta la oportunidad de actuar se esconden tras subterfugios y sofismas.
Aquí, en nuestro país, las soluciones están en manos del pueblo democrático organizado mediante una motivación de triunfo y una moral de victoria. No con mensajes de que «no se puede» y que las trabas y artilugios del oponente son mucho más fuertes que las propias. No entienden que lo que el continuismo quiere es desmovilizarnos y tontamente se le hace el juego, quizás sin darse cuenta, cuando se apoya inconscientemente a las estrategias del régimen que desea fervientemente un conglomerado temeroso e inhibido de actuar.
Seamos claros. Estamos en un esquema de poder. El continuismo quiere perpetuarse y para ello usa todas las argucias que puedan permitirle su permanencia en la dirección del Estado. Por otra parte, en una dispersión propiciada por el propio régimen, esta una oposición que no se convence que la unidad dentro de la diversidad y una moral de victoria son las fuerzas que pueden derrotar las aspiraciones de eternidad de una parte de la oligarquía gobernante.
Los hechos del hombre no están sujetos a la causalidad. Quizás un camino no nos conduzca al objetivo. Lo inteligente es cambiar el camino si nos conduce al destino que buscamos. Quizás las Primarias no sean ese camino pero no transitarlo y bloquearlo no es lo lógico. Hemos ensayado las rutas del paro nacional, del referendo, de la abstención, de las decisiones cogolléricas y cupulares y allí sigue el régimen como si nada de ello hubiera pasado. Insistir en rutas ya demostradas como no conducentes al objetivo es comprobar que el único que tropieza dos veces con la misma piedra es el ser humano. Ensayemos otras vías, no insistamos en lo que no nos ha dado resultados, y si las nuevas rutas fracasan continuemos en la lucha hasta dar con el instrumento que nos dará la victoria y la conquista de una Venezuela democrática y prospera, con bienestar y libertad, en el esquema del trabajo y la producción.