Decir “si” y sentir “no”
Es lo que le está sucediendo a muchos venezolanos, y dentro de ellos a los contratistas “expropiados”, temen no ser agradables al Gobierno si dicen “no” y están diciendo “si” solamente por miedo a perder su conexión y a perderlo casi todo y de esta manera mantienen la esperanza de salvar los muebles… ¿Y dónde están los derechos? Detrás de todo país civilizado, se dice, existe un estado de derecho. Si esta premisa es cierta, porqué los “expropiados” no han hecho valer su derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes y a ser tratados con respeto y con base en la Constitución Nacional, en cuya letra reza que solo por causa de utilidad publica o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes… Agradezco cualquier información. De verdad, no sé, si por lo menos una, solo una, de estas contratistas solicitaron nulidad de la ley mediante la cual fueron expropiadas, o solicitaron un recurso de amparo, o hicieron entrega de sus empresas ante la presencia de algún tribunal, fiscal, notario o juez que les pudiera servir de prueba y sustanciación para cualquier reclamo que pudieran hacer hoy o tal vez en un futuro…Hallar el coraje de ser ciudadano. Creo que de eso se trata, de buscarlo y encontrarlo, porque en verdad dudo sobre si alguna vez realmente lo tuvimos de corazón. Ciertamente se necesita coraje para adquirir ciudadanía, entendida como la condición social y jurídica de los individuos que conviven en un mismo territorio y bajo una autoridad de leyes comunes con iguales deberes y derechos, apoyado en la máxima “Aquello que es deber es siempre derecho: y no puede ser deber aquello que no es derecho”…La hora de las asociaciones. No soy un ingenuo ni un extremista como para no comprender el temor de actuar de manera individual ante las instancias de “justicia”; por ello, considero, que en esta hora, en este instante, toma relevancia el papel de los gremios empresariales, sindicales y profesionales; mediante ellos se puede actuar en defensa de los intereses generales de sus asociados; pero tienen que ser gremios en los que imperen los valores éticos, la transparencia, los argumentos y la unidad en favor de intereses superiores como lo es, por ejemplo, el sistema de la empresa privada y de la libre iniciativa…Cumplamos lo del preámbulo constitucional. Revísenlo y constatarán que en él se presenta al pueblo unido con el fin supremo de reorganizar la República y edificar una sociedad democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y futuras generaciones…Tenemos que cambiar creencias y hábitos. Eso fue, al tratar el tema, lo que me dijo un jovencito de esta generación, que recién cumplió los dieciocho, y me lo argumentó de la siguiente manera: los oficialistas son pocos pero hacen algo; los no oficialistas son más pero hacen menos. Los oficialistas son más unidos y solidarios entre ellos, se prestan ayuda; los no oficialistas son desunidos, son poco solidarios y viven poniéndose zancadillas. Los oficialistas tienen en su seno a muchos tipos que son “decididos”; los no oficialistas tienen en su seno a muchos tipos que son “guabinosos”, expertos en decir “si” cuando por dentro están sintiendo “no”; por cierto, si tiene algún “guabinoso” a su lado, mírelo y aconséjelo, no lo regañe…