Opinión Nacional

De Tascón a Aristóbulo

¡Terribles y aciagos días aquellos de la tenebrosa «lista de Luís Tascón» que el país conoció con el escalofriante nombre de (%=Link(«http://www.luistascon.com»,»luistascon.com»)%) y que subsumió en el más espantoso y abominable desempleo a miles de familias. Producto de la infamante aplicación de esa tristemente célebre lista muchos hogares se deshicieron, muchos padres de familia enfermaron de los nervios y desarrollaron patologías oncológicas: hasta suicidios
produjo la lista esa que con sólo recordarla la gente siente náusea y terror.

¿Cómo olvidar las imborrables secuelas morales y espirituales de las heridas éticas causadas por tan nefanda política persecutoria despiadada e inmisericorde hasta las lágrimas?
Lo peor que le puede suceder a un país es vivir en un estado de zozobra y miedo generalizado; miedo a ser «delatado», miedo a ser «delatado» y convertido de la noche a la mañana en «gusano antichavista» (contrarrevolucionario) y apartida por el sólo hecho de no comulgar con el pensamiento obsidional obcecado y anacrónico de la «revolución bolivariana».

Con estupor y asombro los venezolanos hemos presenciado la «aritobulada» intención de «desenterrar» el hacha de Tascón a través de los Batallones Electorales consistente en elaborar un minucioso censo en cada calle, cada sector, parroquia, comunidad, caserío, circuito electoral, con la expresa finalidad de ubicar y contar a los enemigos de la revolución y del socialismo. En palabras del propio Aristóbulo Istúriz se trata de saber a ciencia cierta …»coño,(Aristóbulo dixit) cuántos somos y dónde estamos y cómo es la correlación de fuerzas del chavismo y del enemigo». Ni más ni menos. De ahí a crear una mimesis de la famosa policía política duvalierista conocida con el nombre de los tontonsmacoutes sólo hay un paso. ¿Acaso no esa la labor, entre otras, que viene realizando la Reserva Nacional, ejército paralelo nacional no previsto en la Constitución Nacional vigente?
No viví la dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jiménez porque nací en democracia pero mis mayores me cuentan que sólo clausurando la vida privada de las familias se pudo sostener la dictadura perezjimenista durante una década. El soplón, el sapo y el delator vuelven a ponerse de moda con la amenaza nada velada del ex ministro de educación Aristóbulo Istúriz. Con la reprochable idea policíaca de poner bajo observación y vigilancia (estado general de sospecha –diría el Capitán Eliécer Otaiza- Istúriz para la prueba eximido, con veinte puntos y se gradúa de gran Moloch. Ya no se trata de implantar su famosa tesis del Estado Docente sino que ahora remata su obediencia ciega e incondicional al pensamiento militarista dogmático proclamando la imperiosa necesidad de instaurar la sociedad vigilada de la que nos habló tan magistralmente Michel Foucault en su inigualable obra «Vigilar y Castigar». Con ello el profesor Istúriz dice adiós y se despide de lo que hasta su época de Alcalde de Caracas podríamos haber catalogado como su trayectoria civilista.

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