De regreso de Salamanca
A Salamanca fui a recoger el Premio Iberoamericano de Literatura de Ensayo “Alfonso Ortega Carmona”. Encontré la misma España contemporánea preocupada por ser mejor y más moderna en medio de una severa crisis económica, aunque con una actitud inmigratoria distinta hacia los venezolanos.
En efecto, por primera vez, en mis tantos viajes a España , sentí que los venezolanos somos una potencial amenaza a su status quo; las preguntas inevitables y de rigor llegaron prontas: la cantidad de euros en efectivo, la reserva por escrito del hotel, el objetivo preciso del viaje, el regreso certificado, el número de las tarjetas de crédito, todo en medio de una cordialidad de dientes cerrados.
Lo mismo me ocurrió al compartir con la gente en calles y universidades: de la aceptación inicial y entusiasta que generó el proceso bolivariano queda muy poco. Expresiones muy castizas, que no puedo reproducir por razones de censura, demuestran el rechazo al Líder y sus acciones.
Lo menos duro que escuché fue: ¡Amarren a su loco!
Ojala el voto mayoritario del 26 S sea esparto suficiente para restaurar la cordura en un país que anda de delirio en delirio, de alucinación en alucinación, necesitado de un ansiado periodo de paz y sensatez.
Votemos pues por la bienvenida cordura en el tarjetón unitario.