De Petkoff , bachatas y guarachas
El retiro de Teodoro – en aras de la unidad, asunto positivo -, resulta para muchos que nos hemos sentido convocados con su liderazgo, en un acontecimiento triste en si mismo en la medida de que Venezuela se priva de la posibilidad de hacerse de una conducción de lujo, esclarecida, por su conocimiento del país, de visión del contexto global e internacional, y de poseer herramientas y planes diseñados con sentido estratégico y claros conceptos de los medios prácticos para cumplirlos. Sobre sus cualidades intelectuales, de desprendimiento personal y amor a Venezuela no quisiera excederme más de lo necesario ni agregar virtudes que conscientemente- aún aquellos que lo adversan, incluso con encono, pero desde la honestidad- reconocen en él. No obstante, se me hace difícil permanecer en silencio y no decir nada ante la sólo curiosa coincidencia de su retiro por la carrera presidencial y el lanzamiento casi simultaneo con ese resurgir de la antipolítica representada por el guarachero Conde de Musipan.
Independientemente del destino y suerte final de esta candidatura, la vehemencia y el entusiasmo que ha suscitado en diferentes estratos sociales, políticos y para colmo algunas asociaciones de intelectuales y columnistas y que a contrapelo, Teodoro haya tenido que dar marcha atrás a sus aspiraciones, ya no la prometida ante Borges y Rosales en forma consciente y honrando su compromiso de cederle el paso a quien estuviera mejor ubicado de los tres que da la exacta dimensión de la casta y nobleza de sus valores sino, aunque en forma no deliberada, por lo casual, ante el ascenso vertiginoso del outsider que se mete de cuerpo entero entre el enorme agujero producto, entre otras cosas, de la erráticas políticas de la oposición, que Petkoff- menuda paradoja- tantas veces se anticipo en señalarlas en sus intentos por evitarlas.
Sin igual abismo en que la antipolítica amenaza otra vez en vencer a la política y el cómico, precedido o no de mala voluntad, pero chamuscado en el pantano del circo de la chabacanería y la procacidad- que no bastó con el que está- se lleva por delante arremolinado de histriónica popularidad al político avezado, al intelectual que por décadas viene ejerciendo un combate abierto por las ideas, pensando a Venezuela y que por ello ha sufrido exilio, persecución y experimenta hoy mismo, acoso, agravios y juicios de índole variada y bastarda. La declinación de Teodoro a sus compañeros de fórmula y la contracara insurgente en la inicial aceptación del Conde, sirve para revelar el verdadero siniestro fondo de nuestro drama. Dolorosa realidad que a Venezuela no le urge rescatarla del despotismo de Chávez y sus cómplices, tal propósito, no es al parecer, su apremio.
Ninguna llamada a una pretendida solución práctica puede colocarnos en el dilema de la forma en que queremos ser asesinados. Venezuela necesita liberarse de si misma.
Cuando la bachata que guía nuestra conducta individual y colectiva sea reemplazada por la acción de la prudencia ciudadana podremos salir, quizás, de ese guácharo y el Chávez que tantos de nosotros, inocentes y desapercibiditos, llevamos untados en casa propia y barranco privado.