De los delirios de Chávez a las conquistas de Uribe
El propósito abierto, reiterado, de Chávez, es la construcción del socialismo del siglo XXI, el proyecto de Uribe, la reconstrucción de Colombia. Este proyecto asume como líneas estratégicas para hacerlo posible, la derrota del mundo de las FARC, la gradual limitación al poder del narcotráfico, lo cual implica el acelerar un modelo económico, garantizado mediante el mayor grado de desarrollo del estado de derecho, la profundización de la democracia, lo que a su vez va constituyendo una armazón en donde el Estado, la sociedad, la política, la empresa privada, tienen un decisivo papel, de modo que, se fortalece el papel del Estado, en la medida en que da mayores garantías al ciudadano, mayores garantías a la empresa, mayores garantías al trabajo, al capital y de éste las exigencias correspondientes, a lo que dentro de una valoración moral de sus acciones, constituye el compromiso de la empresa, del capital, con Colombia. En esa dirección se inscriben las relaciones internacionales, de modo que ajeno a enfermedades propias del chauvinismo, se asume que el desarrollo nacional está en proporción directa al mejor desenvolvimiento de las relaciones con el mundo, lo que quiere decir, con el mundo político, económico, científico y tecnológico. Este esquema se ha impuesto y el estudio de las propuestas de los diversos candidatos evidencia que hay identidad de propósitos, los esenciales, y que lejos de contradecirse contribuiría decisivamente –en su totalidad, a perfeccionar el modelo Uribe, de modo que la propuesta sobre cultura, arte, ciencia de Antanas, su “revolución” es algo que hace falta a proyecto Uribe, así como el conjunto de propuestas de orden social, las dirigidas a enfrentar el problema de la droga, reitero, son complementarias o corrigen y reorientan el modelo Uribe, cuya originalidad es la sensatez y el liderazgo para ejecutarlo.
Por su parte y para ser lo más justo posible, la construcción del socialismo-chavez, que quizá sea mejor identificarlo como chavezialismo, pasa por la destrucción. Hay que destruir el modo de producción capitalista, hay que cerrar, expropiar a empresas capitalista, haciendas, latifundios, minifundios, supermercados, pulperías, pero va mas lejos, hay que destruir al modelo de hombre que durante todo el tiempo, antes de Chávez, se formó bajo los “antivalores” del capitalismo que, y, además, son todos los que su cabeza le dice que pertenecen al capitalismo. La propiedad, la libertad y desarrollo individual, la sustitución de las normas, leyes, moral del capitalismo por las leyes, normas, del socialismo. Hay que acabar con la razón critica y el pluralismo teórico, para poder sustituirlo por el dogma del socialismo que, ese suyo, es inaprehensible, inexplicable, insostenible en el plano histórico, lógico, pero que por ser eso, por no ser nada, le permite para cada circunstancia, llenarlo de sus aberraciones, que tienen solo un único nivel de coherencia, a saber, generar odio como forma de solidaridad entre los odiantes y como arma contra los odiados. Vale decir, la institucionalización del terrorismo de estado, del partido, como medio cuyo objetivo final es provocar la abulia, la ataraxia y de ese modo, reafirmarse en el poder. Pero también hay que destruir el estado capitalista, el estado burgués y sustituir los poderes por ejecutores, verdugos, justificadores, según sean sus mandatos, según es su obediencia idolátrica al amo, a su señor. Socialismo originario, indoamericano, bolivariano, robinsoniano, zamorano, cristiano, humanista…y mas, todo ese mundo de “postmodernidad” tal como dirían unos cuantos pseudo pensadores de “buena fe”, pero que cobran dólares por sus sofismas y los otros, mas pedestres, pero que también cobran por repetir semejantes aberraciones.
El proceso de Uribe que ha prendido en toda Colombia, tiene otra dimensión, asumirse como evolución, asumir la evolución social, política, económica, en fin la evolución, como oposición abierta a la revolución que, para el caso nuestro, es eso que Chávez llama así, y así actúa- Inevitable para ambos casos el utilizar la violencia del Estado, para garantizar las decisiones políticas, incluida la guerra, pero es ya demostrable que la inmensa mayoría del colombiano tiene hoy consciencia de que puede haber necesidad de la guerra contra la guerrilla, sea el caso, pero saben que salir de ella, implica un proceso de paz que garantice equidad y mas justicia social, del mismo modo que la inmensa mayoría del colombiano tiene plena consciencia de que la única manera de resolver el problema de la droga, es el desarrollo económico, social y cultural de Colombia, de manera acelerada, constante y de alta calidad. En nuestro suelo, las cosas son de otra manera. El ideólogo que ilumina a Chávez, Giordani, lo tiene convencido de que dé el salto revolucionario y, su meta: la creación del hombre nuevo, que solo es posible, cuando todos seamos miserables, cuando por no poseer ni nada tener, nos neguemos a nosotros mismo como seres sociales, como individuos. Y, desde luego, tener que ignorar las posibilidades del trabajo y del capital, según la racionalidad que esta era hace de ellos. Acusar, solo a modo de ejemplo, a los trabajadores de la Polar de estar homenajeando a sus explotadores, de actuar manipulados, no puede ser una mera imbecilidad, sino que es el “auto-convencimiento” de que esa revolución pasa por negar la propia existencia que el trabajo honesto garantiza. Tampoco es imbecilidad (que si lo es en sí misma, pero no su perversa la intención) el ejemplo trágico de lo que es convertir la muerte como objetivo final, caso de no alcanzar su socialismo. Aquí muerte, asesinato, suicidio son sinónimos.
En este contexto es imprescindible estudiar las relaciones de Chávez con Colombia. Del mismo modo es imprescindible desenmascarar la hipocresía de su juego contra el capitalismo, mientras recurre al capitalismo o a sus formas mas elocuentes, tal como se ve en las diversas contrataciones para la explotación de la faja petrolífera del Orinoco, tras los dólares del imperio, o los cuantiosos beneficios que aporta sin escrúpulos a la empresa privada también capitalista, pero extranjera, a veces primitiva y salvaje, para la compra de bienes, sustitutos de los que la revolución destruye internamente, que hace en Venezuela del productor un delincuente, del consumidor un limosnero. Del país todo, un pordiosero. Y cuando todo se consuma, podrá señalar que ha triunfado. Entre tanto Colombia marcha aceleradamente hacia –perdónese este chauvinismo – su independencia, y ésta claramente entendida como interdependencia. Con matices, el presidente arreciará mas temprano que tarde, sus ataques a Colombia. Quizá y no es paradójico que con Antanas le habría sido mas complicada a Chávez la perversidad de su juego. Y lo habría sido no porque Antanas podría quitarse los pantalones y mostrarle su trasero desnudo y brindárselo como su natural interlocutor –como lo hizo siendo rector, ante el delirio de propuestas estudiantiles – sino porque pondría al rey Chávez como el bufón de un imperio sin sol.
Con Santos, la cosa Chávez puede mejorar. Su acoso grotesco puede crecer más en su habla; pero, no hay que alarmarse, ni en Colombia ni aquí. Chávez sabe, a pesar de haber perdido consciencia de la realidad desde hace muchos años y de sustituirla por su ficción, sus fantasías como verdad, de modo que estaría plenamente convencido que si bien estamos en desgracia, en desdicha, pero que, a pesar de ello es necesidad transitoria y marchamos al mar de la felicidad, donde el indigente es feliz de su propia miseria, como el mudo feliz de su silencio, pero reitero, HRCHF está seguro de que la guerra de verdad a Colombia o contra Colombia está perdida. Para intentar una guerra hay que tener cuando menos comida, agua, medicinas, medios y vías aptas para el transporte, soldados entrenados…y mas que eso, gente que pelee, que luche por sus ideales, así sean inalcanzables. Y cuando hablo de medicina, agua, transporte… no solo me refiero a las necesidades de soldados del frente o retaguardia, de los lados, sino a toda la gente que acá vivimos. Y las ideas de socialismo, esa extraña cosa, no son asimilables por nadie ni en sano juicio ni en el juicio de Sancho. ¿Que decir de ese bolivarianismo, cuando aquí se le pisotea, se le escupe, se defeca en él, mientras el vecino, Colombia, al menos tiene hermosos espacios, parques, consagrados a él…?.
¿Y el mundo externo? Tantas veces he dicho que para el verdadero imperialismo, al dogmatismo inhumano del capitalismo, Chávez es su mejor hombre. Dilapida como un mercader sin principios, consume como Pantagruel, habla y no dice nada, pero todo cuanto toca lo destruye. Chávez es, pues, el mas perfecto ejemplo de lo que no se debe hacer. Es un ejemplo para las vitrinas del mundo de cuanto es macabro y que no es posible seguir, emular. Es la negación radical del hombre libre y de la sociedad consciente. Es, por tanto, la negación del arte y de la ciencia, porque esos son formas de hacer libres al hombre, de dar mejor y mayor calidad de vida, y, en cambio acelera a hechos la idea de Giordani, es decir, asumir la miseria la condición necesaria para hacer su socialismo. Para crear al hombre nuevo hay que exterminar al que existe. Y la miseria y la destrucción no son ejemplos para seguirlos, sino trágicos hechos que han de ser superados. Y si, además, el país tiene materia prima y esa le sirva para ayudar a mantener su imperio, la verborragia, la demagogia de Chávez, es más que buena, le da placer a Chávez y beneficios al imperio. En cambio, al mundo más cuerdo, al mundo que quiere evolucionar cada vez mas y mejor, le conviene el desarrollo político, económico, social, cultural de Colombia, con su modelo necesariamente mixto, que hace correlativo el trabajo, el capital, la propiedad, la creación, las relaciones hombre-sociedad. El Estado en lo que a el compete y la sociedad cuanto a ella toque. Ojalá Santos se parezca a Uribe, quien se burlaba de la histéricas bravuconadas, de la mediocre inmadurez de Hugo, con su silencio y su risita bien sarcástica.