De las leyes mandamientos y algo más
Para que el hombre fuera feliz y eterno desde ese tiempo primario y primigenio, dispuso Dios crear un espacio tan especial, el Edén, tan especial el sitio era, que tenia de todo lo imaginable e inimaginable para comer y beber, y las dotaciones hidrográficas tan perfectas que “Del Edén salía un río que regaba el jardín y se dividía en cuatro brazos. El primero se llama Pisón y corre rodeado por toda la tierra de Evilá donde hay oro, oro muy fino. Allí se encuentran también aromas y piedras preciosas. El segundo río se llamaba Guijón y rodea la tierra de Cus. El tercero se llama Tigris y fluye al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates” Génesis 2.10. Que faltaba allí?: nada. Todo sobraba, salvo que en tan absoluta felicidad que, según se infiere, fue la total libertad de tomarlo todo, creó Dios un mandato, para limitar la libertad, un mandamiento, pues, “Puedes comer lo que quieras de los árboles del jardín, pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día en que comas de él, ten la seguridad que morirás” (es versión de la Biblia Latinoamericana) Confieso que me gustan mas la Biblia luterana y La Torá, pues no es poca la diferencia, diría que es muy seria, en efecto, ese texto en especial, tanto la luterana como La Torá dicen: “ De todo árbol del jardín puedes comer, pero del árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, no comerás; pues el día que de él comas, ciertamente morirás”. Génesis, Lutero 2. 15, 16,17. La Torá idem. Como se ve, en nuestro mundo bíblico, para simplificar, fue ese el primer mandamiento que, además de transparente, inequívoco, dispuso la pena de muerte para quien lo contraviniera. Si violas este mandato, te mueres.
Como se sabe, Dios siempre el bien supremo y absoluto, observó que tanta felicidad no era propicia a un hombre, y menos a un hombre íngrimo y solo y de él, mientras dormía según decisión y acción divina, creo a Eva. Y Eva, por las motivos que fuere, pero sobre todo por la habilidad pervirtiente de Satán, convencida por este, a su vez sedujo a Adan y comieron del árbol de conocimiento del bien y el mal y todos sabemos lo que pasó luego. La perenne e inmortal decisión de ese pecado que pagamos todos sin incurrir en él y su pena final, es que morir. Por qué tomó Dios tan drástica medida? Sin mayor esfuerzo, por castigar la desobediencia, desobediencia a un mandato, a un mandamiento que dispuso Dios. Se ve, pues, que no desobedecían exactamente a Dios, sino que se pasó por encima del mandamiento. Y es tal violación de la ley y la magnitud del delito que Dios impuso tan terrible pena y jamás recuperaremos el Edén, es buscar el tiempo perdido. Lo que vino luego, lo sabemos. Pagamos todos el pecado original, el de no obedecer las reglas del juego, nos morimos pero para que no sea absoluta la muerte, vendrá Cristo, hijo el Dios Padre, en persona, a redimirnos, a salvarnos y convertirá la muerte inicial que era la pena, el castigo, a una tránsito a la felicidad, al paraíso, al Edén, transubstanciado su espacio en el espacio que nos dé Dios, según hayamos ejercido la vida. Mas tarde, el mismo Dios, entrega a Moisés, el mejor tractatus conocido hasta hoy de los humanos, los diez mandamietnos. Y lo crea Dios mismo porque era necesario que tuviésemos reglas inequívocas para convivir, para cohabitar, para no tragarnos, devorarnos los unos a los otros. Aquí acojo los diez mandamientos institucionalizados por la Iglesia católica. Otros códigos, mandatos, leyes normas hubo, las aberraciones de Talión, el código de Hammurabi, código que el propio Dios dio al rey Hammurabi, Babilonia, donde dicen que hay 282 las leyes que contendría el código; las leyes draconianas en Atenas, el derecho romano… hasta nuestros días que contamos con constituciones, leyes orgánicas, reglamentos, normas municipales, normas no escritas en el hogar, etc. La característica común es que todas tienen una identidad profunda, son las reglas inevitables para poder vivir en sociedad, para cohabitar, para vivir juntos y las sanciones para quienes las transgreden y violen, pisotean las reglas. Ello permiten, pues, vivir juntos los humanos en la casa, en sociedad, y ahora no solo en un espacio finito e histórico determinado, sino en el universo y, tanto hemos progresado en esa dirección que hemos llegado hoy a leyes que regulan nuestras relaciones con la naturaleza. Y, si violamos estas leyes, como hacemos, así como Eva y Adán en el Edén, acabaremos con el paraíso poquito que aun queda. El mandato de Joevá a Adán, en cierto grado fue la primera ley “ecológica”. Quizá haya sentencias, muy especiales que definen en breve esta necesidad de acatar las leyes, de respetarlas, para evitar la sanción que conlleva el cometer delito, pero con mas carga ética en una celebérrima sentencia de Jesús: “Dad al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Aquí en esa sola sentencia se dice, acatad las leyes que regulan las relaciones entre hombres y el poder y acatad las relaciones entre el hombre y Dios. No es poca cosa esta sentencia máxima, lo demás, lo hará el nombre formalizado en el lenguaje, como en efecto ha hecho, las diversas normas, el sentido significación y trascendencia de este mandato hasta nuestros días y el tiempo que vendrá, pues abarca las leyes, llamemos civiles y las leyes teológicas.
El camino que siguió el hombre bien queda escrito en sus diversas leyes. Y como avanzamos y lo hacemos a nivel de consciencia, aun cuando lentamente, se ha logrado tanto, que no nos podemos detenernos en detalles, pero, poco a poco se han alcanzado importantes leyes, como los derechos del humanos, del niño, de la mujer, la autonomía de los pueblos, todo ello para garantizarnos vivir en paz unos con otro y entre todos. Luchas inmensas y sacrificios aun más graves se ha tenido que hacer para conquistar estos espacios donde impere la ley y tanto más cuanto que en ese devenir se ha querido limitar la garras al poder y compartirlo mejor con equidad entre todos, sin alienar a ninguno. Pero si son necesarias, buenas y útiles las leyes no necesariamente quiere decir que sean perfectas ni menos, eternas. No, porque regulan relaciones complejas de la sociedad toda y puede haber hasta aberraciones, como por ejemplo ocurre en los estados islámicos, donde el extremo de las prohibiciones impone ocultar el rostro de la mujer, pena de muerte para la viuda, porque se rumora que después de muerto el marido tuvo divertimentos eróticos con dos tíos. Para ella todo el castigo para el hombre nada. Por si poco se las impone máscaras, trajes especiales, en fin, verdaderas monstruosidades que afectan la salud, la psiquis, etc. O la nefasta necrofilia idolátrica, que hace muerto al vivo donde vive el muerto. Contra esto hay que desobedecer, insubordinarse y la razón no es una formalidad, sino, porque se niega la esencia humana, que demanda de la libertad para la plenitud de su existencia. En esta situación o análogas, no hay un mandato para la existencia social, sino que es una monstruosidad en lo social o una severa enfermedad en individuos que deben superarse. En nuestra constitución se legaliza la desobediencia ante la arbitrariedad. Haber luchado contra las leyes de la Inquisición y por la tolerancia fue un acto ético trascendental. Lo mismo contras las leyes de Hitler y Stalin y hay mas ejemplos mil. Concluyamos con esta idea, las leyes, las normas, son necesarias para vivir en paz, para trabajar, movernos, respetar, etc., y mientras mas perfectas limitan las garras del poder y afinan y reafirman los derechos del hombre. Para esta primera aproximación, digamos que la ley es necesaria, pero tiene sus propios límites. No es, pues, suficiente per se para que la gente viva en paz consigo, con el otro y con la naturaleza.
Pero, para entendernos aun mejor ampliemos el principio, los juegos, el arte, son sujetos a reglas rigurosísimas. En todos y cada uno de las expresiones deportivas, artísticas, religiosas, políticas… Las manos en el futbol son “pecado”! Que puede ser mortal. La posiciona adelantada, se castiga, etc…, en otros campos el rigor legal es aun mas cuidadoso y riguroso, en el ajedrez, valga el acabado ejemplo. Y en la música cuan despelote habría en la orquesta si cada quien hace lo que le viene en gana y las normas y ordenes del director y las propias de la obra que se ejecuta quedasen en manos de la arbitrariedad. Las instituciones deben su existencia y permanencia a sus reglas. Sin ellas desaparecerían por la introducción del desorden, del caos y, dejarían de ser instituciones, que son tales por sus reglas, tengan o no doctrina que las sustente en lo ético, organizativo, etc. Un sacerdote oficiando una misa en calzoncillos o sin ropa alguna pudiera no ser pecado ni un acto perverso, pero es probable que Cristo por un ataque de risa o de ira, se negase a transubstanciar su sangre en vino y su cuerpo en pan. Una monja desnudita, bella como Chaquira, podría atraer muchos feligreses a la misa, pero probablemente la fe dejaría lugar a preocupaciones de instintiva lascivia.
Como este texto es para padres y representantes, para mis hijos y sus hijos, todos, los míos, míos y los míos por lo que dice Andrés Eloy, “cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo…”, he querido traer este convincente ejemplo. Ocurrió en España y generó un verdadero mar de tormentas. Por disposición del cuerpo de dirección del Colegio Camilo José Cela, en Pozuelo, NADIE PODRA ESTAR CON GORRA EN EL INTERIOR DEL EDICIO. Disposición que en concreto surgió porque a una niña islámica de catorce años que usa “gorra” por razones de su religión y cultura, se le prohibió entrar al colegio. La república monárquica española dio la razón al colegio y mas aun, obliga a los islámicos españoles o extranjeros, a no ir a la escuela con atuendos que cubran la cabeza. Si usted lector mira las cosas mas a fondo, verá que esa disposición no es juego, ni atenta contra los derechos de nadie, ni es éticamente buena o inética. Nada de eso, es una norma que, por sus beneficios, tiene que ser acatada. Como era de esperar el mundo religioso islámico protesta, como en general, cualquiera podría hacerlo en cualquier situación análoga. Cualquiera pueda creer que se va contra la libertad de quien se tape la cara, o se cubra con atuendos, pero, la propia institución tiene reglas que o se acatan o la institución se pervierte, aun cuando ese acto no implique asuntos morales del bien o el mal. Se trata de normas, disposiciones que en conjunto dan vida a la institución y nos hacen iguales, que no idénticos.
No puedo terminar este texto sin una observación de fondo. Las normas formales se usan también en los manuales de investigación, bajo las conquistas de la metodología de la investigación; pero aquí la cosa no tiene el carácter de lo visto arriba. La diferencia es abismal. La dogmática metodológica limita el desarrollo de la ciencia y en el mejor de los casos apenas sirve como mecanismos, tecné, teatralidad para codificar o “descubrir” lo que ya pasó, pero impide la creación, mucho mas abierta, menos formal. Dese Epicuro aparece el placer como meta de la investigación, con Sócrates el desinterés o el amor por la sabiduría, desde Descartes se tiene la duda como un camino, la lógica como una vía, las probabilidades como campos de “experimentos” han ido llegando según corre el tiempo siempre detrás del pensamiento creador. Empero, en un laboratorio los instrumentos que condicionan las investigaciones, de allí que los equipos constantemente se perfeccionan, para hacer mas dinámico el descubrimiento. Y hasta los vestidos quedan sujetos a reglas. No podría nadie trabajar desnudo en un laboratorio ni quienes emplean diversos adelantos tecnológicos según las necesidades que surgen del objeto y medios de investigación. Piénsese en la investigación atómica, microbiología, nanologia, etc., Digamos, pues, que las formalidades que el laboratorio impone no se pueden violar, la vida misma entraría en graves riesgos, cuando no aparece la muerte.
En cambio, solo los dictadores pueden vivir sin normas, porque de ellos hay una sola manera de gobernar, el terrorismo para de ese modo, con toda la metodología de la violencia, imponer su poder y protegerse del inmenso miedo que genera la libertad al tirano. En el hogar podría ser lo mismo, la violación de las reglas a la que los abuelos somos tan tolerantes pueden generar consecuencias imprevisibles, como cuando los enseñamos mentir. Las “violaciones” a la moda, aun cuando tengan tanto de convención social, tienen otras aristas y otros campos, en general, el que viola esas “reglas” de la moda, podrá ser hazmerreir, pero no impide la cohabitación normal ni destruye la institucionalidad de andar cubierto. En fin, los protocolos suelen ser para la libertad, fastidiosos; pero la libertad no existe sin “protocolos”, porque ser libre implica reconocer la libertad del otro y la existencia de las instituciones, tal como ellas son. Quien esto escribe suele estar siempre contra la corriente, pero en el mundo del conocimiento, tanto para no ahogarme como para que no se ahoguen los míos, los seres que amo así no sean míos.