Opinión Nacional

De cara al 23N

1

Hugo Chávez se encuentra a la defensiva. Asediado por todos los flancos, huérfano de toda otra posibilidad de acción política que no sea recular, desmontar las bombas de tiempo que le cercan y mejorar sus posiciones tanto como le sea posible para tratar de minimizar el tsunami que le amenaza para el próximo 23N. No hay ninguna otra explicación a sus rocambolescos giros tácticos. No hay para qué darle más vueltas y buscarle la quinta pata al gato: está acogotado.

Pero es necesario insistir una vez más en un hecho palmario: si Chávez se encuentra en la peor situación desde el 11 de abril del 2002 se debe a sus descomunales errores. Nadie ha hecho más por perder su base de sustentación y aislarse internacionalmente que él mismo. Su política frente al conflicto colombiano ha sido sencillamente catastrófica y condenada a la ruina desde el momento mismo de su ocurrencia. Lo mismo respecto de su política de ingerencia en los asuntos internos de los países vecinos y su trato preferencial hacia las dictaduras de Irán, Bielorrusia y Cuba. Así como su aparente enfrentamiento con los Estados Unidos.

En el plano interno ha sucedido exactamente lo mismo: desde que pretendiera imponernos su trasnochado proyecto revolucionario y bolivariano travestido de socialismo no ha hecho más que distanciarse de las masas y alejarse del sentimiento popular. Como quedara por primera vez y dramáticamente de manifiesto con el cierre arbitrario y abusivo de RCTV. A partir del 27 de mayo quedó meridianamente claro que Venezuela no estaba dispuesta a calarse una dictadura totalitaria a la cubana ni a sacrificar sus conquistas democráticas por un puñado de lentejas. Con lo cual nos acercamos al quid del asunto: el desastre económico y financiero provocado por la torpeza, ineficacia y corrupción gubernamentales han comenzado a cambiar la percepción de los sectores populares. Detrás del montón de dinero con que se nos encandila se asoman las garras de la más terrible inflación. Detrás de los cantos de sirena de la revolución socialista el terrible flagelo de la corrupción. El dinero no llega a cubrir las necesidades básicas, por más que resuene la rumba del despilfarro y el bolívar fuerte disfrace la gravedad de los costos. El castillo de arena se desmorona. Basta con intentar hacer un mercadito.

En cuanto a la revolución, la gangrena de la descomposición es de tal magnitud que ya alcanza a sus propias filas. Dos gobernadores para Yaracuy y candidatos a granel demuestran que en Venezuela las órdenes dictadas desde arriba tropiezan con demasiados obstáculos al acecho. Chávez no es Castro. El PSUV no es el PCC. Y el pueblo venezolano no es un disciplinado conglomerado de borregos. Peor aún: tampoco la FAN es el Ejercito Revolucionario Cubano. Ni sus maletines pueden sustituir al internacionalismo proletario. Correa ya sacó las debidas conclusiones y comienza a marcar distancias. Pronto las sacará Evo Morales. O en lugar de bañarse en playas chilenas terminará bañándose y mientras dure esta revolución rojo-rojita en las playas del Litoral Central.

2

No se requiere ser un augur para predecir de aquí a noviembre graves problemas de gobernabilidad, rebrote de conflictos sociales, descontento a granel y aumento creciente de la desafección. De allí la alternativa que Chávez ha terminado por comprender a cabalidad: o se devuelve o se desnuca. Y dada la situación es muy probable que se desnuque, haga lo que haga.

Conociendo la personalidad de Chávez y el tamaño de sus ambiciones no es descabellado pensar que estos contorneos de trapecista sean la mascarada de una urgente operación de maquillaje, carente de todo auténtico y veraz propósito de enmienda. Chávez ES un autócrata sin otra ambición que entronizar una dictadura totalitaria en Venezuela. Llevado por sus propios errores y puesto ante la difícil encrucijada en que se encuentra, necesita volver a engatusarnos para pasar la difícil cuesta de noviembre y salir lo mejor parado de la prueba. Para retomar luego y con mayor radicalidad y fiereza el mismo proyecto frustrado el 2D, rechazado en sus diversos intentos de implementación vía decretos presidenciales a lo largo de todo este año. Cuenta para ello con todo el Poder, el dinero y la inescrupulosidad. Mantiene un férreo control sobre su respaldo social, no desdeñable pues alcanza a casi un tercio de la población ciudadana. Sin olvidar un factor de apoyo insustituible y sin el cual ya hubiera debido dejar el Poder: la pusilanimidad y ceguera de la oposición democrática.

Nada más útil y provechoso a sus fines que el estéril gradualismo de que peca la inmensa mayoría del liderazgo opositor. Y el laissez faire que caracteriza su displicencia. Por no decir incapacidad estratégica. Llegado al momento definitorio de esta lucha mortal entre libertad y dictadura no ha titubeado en retirarse y esperar que el conflicto se dirima por la propia fuerza de las cosas. Como en el pasado, cuando llegada la circunstancia prefirió cederle el terreno para que profundizara su dominio. Como ahora, cuando sin consideración del agravamiento de la situación nacional sus sectores dirigentes apuestan casi sin excepción a las elecciones del 2013. Como hoy mismo, cuando se apresta a participar de las elecciones de noviembre sin un mensaje claro, sin una política unitaria acordada entre todos los partidos y sectores ni armada de exigencias constitucionales irrenunciables como para impedir que un enfrentamiento crucial sea malversado por la incuria opositora y sirva a la frustración y al engaño. ¿O debemos olvidar quién controla y de qué manera la parafernalia electoral?

3

¿Qué hacer ante el 23N? En primer lugar, no olvidar ni por un segundo que nuestro objetivo estratégico es impedir la consumación de un régimen totalitario, restableciendo cuanto antes el imperio de la ley y la justicia en Venezuela. Defendiendo por consiguiente la plena vigencia de la Constitución y exigiendo el sometimiento de todas las autoridades, pero sobre todo del presidente de la república, a los principios rectores de la Carta Magna. Violada día a día y a veces ante la indiferencia e incluso la complicidad de sus propias víctimas. Como sucediera recientemente con los sectores más conspicuos del empresariado, felices de recibir limosnas de quien vulnera los principios básicos de la propiedad privada y el libre mercado. Un hecho que avergüenza, si no estuviera amparado por la catalepsia que aqueja al liderazgo nacional.

En segundo lugar, combinar todas las acciones de resistencia a que nos faculta, autoriza e incluso conmina la Constitución Nacional. De entre las cuales la electoral es, sin ninguna duda, de enorme trascendencia. Aunque ceñida a las pautas y normas nacionales e internacionales que rigen los comicios bajo el imperio de la democracia. De allí la necesidad de mantener nuestra lucha en todos los frentes: políticos, sindicales, vecinales, universitarios, laborales y comunitarios. En cuanto al proceso electoral mismo debemos volver a señalar que encoger nuestras reivindicaciones al simple acto de votar y desdeñar la exigencia por transparencia y justicia electoral constituye un error que hemos pagado con gravísimos costos.

En tercer lugar, agotar las instancias para lograr la mayor unidad y eficacia posibles en todos los terrenos de nuestras luchas. En el caso de las próximas elecciones, además de urgir a todos los sectores a realizar los máximos esfuerzos para lograr presentar un candidato único y unitario, debieran agotarse las instancias de consenso. No sólo escogiendo a quien mejor represente las aspiraciones democráticas y progresistas de la ciudadanía, sino alcanzando acuerdos y entendimientos de gobernabilidad que incorpore a los futuros gobiernos a quienes fueran derrotados en la escogencia. Partidos, organizaciones y movimientos debieran tener la libertad de lograr dichos pactos de gobernabilidad con absoluta libertad e independencia de criterios. Naturalmente, sobre la base de un gran acuerdo nacional articulado tras objetivos esenciales.

En cuarto, aunque no en último lugar, la participación en el próximo proceso electoral debiera establecer condiciones sine qua non, exigencias esenciales y perentorias que el gobierno está en la obligación de cumplir, acosado como está por los problemas que le afligen: entrega de los resultados finales del referéndum del 2D; rechazo absoluto a las inhabilitaciones que violen los derechos ciudadanos garantizados por la Carta Magna; igualdad de condiciones y equidad en el uso de los medios de comunicación; participación equitativa de los representantes de la oposición en las diversas instancias y organismos electorales; trato justo y equitativo a los testigos de mesa de la oposición; control de actas de votación, etc., etc. Y es imperativo no olvidar que el REP está viciado y que el gobierno ha demostrado su voluntad de falsear los resultados y manipularlos tanto como le sea posible. Después del brinco de Jorge Rodríguez de la presidencia del CNE a la vicepresidencia de la república, a la dirección del PSUV y ahora a postularse como candidato por el chavismo, ¿queda algún iluso que dude de la siniestra manipulación de todos los procesos electorales que se han realizado en Venezuela desde el RR?

Los partidos de oposición deben comprender que están en la obligación de pasar a la ofensiva si quieren vencer en noviembre. Que unirse tras objetivos estratégicos y supra electorales es un imperativo categórico. Que nunca como ahora estuvieron en mejor situación de ataque y las circunstancias mejor dispuestas como para alcanzar los magnos objetivos que nos unen: reconstruir el tejido socio-económico y reconquistar nuestra plenitud democrática. Que Chávez perdió el nexo de comunicación con la historia y naufraga a la deriva de un proyecto que se hunde en la nada es un hecho notorio. La revolución bolivariana está muerta. Comienza a llegar la hora de enterrarla.

EN RECUADRO

EL EJEMPLO DE BOLÍVAR

Juan José Molina, Antonio Rojas Suárez y Andrés Velásquez acaban de sellar un pacto que los honra: quienquiera de ellos que resulte vencedor en las encuestas que ya se adelantan será el candidato a la gobernación del Estado Bolívar, con el firme e irrestricto respaldo de quienes resulten vencidos. Un pacto de caballeros que pone de manifiesto la altura política de sus liderazgos. Con lo cual puede darse por garantizado el triunfo de la oposición democrática en ese, uno de los más importantes Estados del país. De seguirse el ejemplo de estos importantes líderes democráticos, la victoria de noviembre en gran parte de los estados y alcaldías del país estaría prácticamente garantizada.

Sería aleccionador que el ejemplo de estos nobles dirigentes cundiera y se convirtiera en norma de conducta de la oposición democrática. Esperemos que en los próximos días veamos repetirse el aleccionador ejemplo de Bolívar y podamos comenzar a vislumbrar un futuro esperanzador para una patria regalada de dones y castigada por la mano de sus malos gobernantes. Un faro alumbra en Bolívar. Dios y los hombres lo alimenten.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba