Opinión Nacional

De bombita

Utilizando el término beisbolístico que tanto emplea el teniente coronel presidente, no cabe duda de que nos la puso «de bombita». El miércoles pasado, durante los actos de conmemoración del aniversario de la Fuerza Aérea, volvió a presentar la misma disyuntiva: «El que quiera que Chávez se vaya que vote en contra de la enmienda. El que quiera que se quede, que vote a favor «Esa bombita se la vamos a batear con un toletazo y podremos corear con el perifoneador del partido: se va… se va… se va… ¡se fueeee de joooon rooooón!
El rechazo a su propuesta de enmienda de la Constitución, con la cual persigue eternizarse en el poder, no implica que deba dejar el poder antes de completar su actual período presidencial, es decir, en el año 2012. Es él quien se empeña en convertir el referendo sobre la enmienda en un nuevo plebiscito. Ya lo hizo con las elecciones regionales cuando dijo que votar por sus candidatos a gobernadores y alcaldes era votar por él y que lo contrario era votar en contra suya.

Él mismo nos da la oportunidad para decirle que queremos que se vaya. Eso si, por la vía democrática y electoral que nos ofrece la Constitución. A menos que en uno de esos arranques de soberbia a los que nos tiene acostumbrados, luego del rechazo contundente que recibirá su enmienda el día del referendo, decida abandonar el cargo. Muchas veces ha amenazado con irse. Esa amenaza no infunde miedo, todo lo contrario, ojalá la cumpliera. Pero como siempre habla para adelante y para atrás, sabemos que es una argucia más para presentarse como víctima y exaltar la sensiblería de sus fantoches.

Felizmente, el rechazo a la enmienda crece cada día que pasa por obra del mismo teniente coronel presidente. El ventajismo aberrante que viene desplegando; sus arremetidas crueles y las imputaciones falsas contra los gobernadores y alcaldes de la oposición elegidos el pasado 2 de diciembre; la incorporación de ministros, gobernadores, alcaldes a su campaña para atraer adeptos hacia su descabellada propuesta, todo ello se vierte contra él. El fantasma de una nueva lista que vendrá a sumarse a las tristemente conocidas y ampliamente repudiadas listas Tascón, Maisanta y Russián ya está rondando. En las instituciones y entidades públicas circula una comunicación en la cual se advierte a los funcionarios que están obligados a firmar para promover la enmienda. Para comprar en los mercales hay que firmar. Quien se niegue será incluido en «una lista».

Los venezolanos somos por naturaleza rebeldes. Nuestro orgullo personal rechaza la sumisión y nos impide postrarnos aun ante el más encopetado. Por eso inspira verdadera vergüenza ver cómo altos funcionarios, militares de alto grado no vacilan en humillarse lacayunamente ante el teniente coronel presidente. Ahora la orden no es «rodilla en tierra, sino «las dos rodillas en tierra», caer de rodillas y besar las botas del inquilino de Miraflores. Causa tristeza constatar cómo se inventan argumentos, se tergiversa la verdad, se forjan mentiras, se fraguan interpretaciones seudo-legales y se inventan motivos pueriles para tratar de justificar lo injustificable como aquella de que lo que se pide es sólo «una enmiendita». Da náuseas el cinismo y la hipocresía de ministros, gobernadores, altos funcionarios del gobierno que tejen enrevesadas explicaciones para tratar de demostrar que la reelección indefinida que rechazamos el 2 de diciembre de 2007 no es la misma que ahora se nos quiere imponer. La impudicia de esos personajes no tiene parangón. Nos dio asco ver a esos señores que integran esa pantomima que llaman Asamblea Nacional mancillar el hemiciclo del Parlamento coreando «¡Uh! ¡Ah! ¡Chávez no se va!» para celebrar la aprobación de la propuesta de enmienda. Ni siquiera en los tiempos de los peores dictadores hubo en nuestro país personajes que llegaran a un nivel tan bajo de rastacuerismo como el que hemos presenciado estos últimos días.

Lejos de consolidar apoyo para el proyecto monarca-absolutista que envuelve la propuesta de enmienda, ese comportamiento vasallo y sumiso de los compinches del oficialismo más bien contribuye a su rechazo porque presagia el país orwelliano, regido por una política de propaganda, desinformación, negación de la verdad, manipulación de la historia, desconocimiento del Estado de derecho, terrorismo oficial, en que se quiere convertir a Venezuela.

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