Curas: Los géneros se complementan sexualmente y a eso lo llaman amor
Todos los textos sagrados que existen—de todas las religiones extintas y sobrevivientes—fueron redactados milenios o siglos antes del descubrimiento del uso del raciocinio en forma metódica y disciplinada para inventar lo que hoy llamamos ciencia; y por ello, todos, cuando tratan sobre la sexualidad, tratan separadamente a la humana de la animal.
Eso es un error.
Porque el ser humano no tiene un origen sobrenatural, sino que es parte de lo que las ciencias llaman “reino animal” y es una especie de simio y primate.
La ciencia ha descubierto además que lo que los humanos llamamos instintos son mandatos del genoma y el epigenoma; al igual que lo que llamamos sentimientos y pensamientos—existen y se producen gracias a muy complejas reacciones bioquímico físicas que le tomó a la naturaleza, millones de años, producir, simple y llanamente mediante el ensayo y el error; y construyendo esos productos partiendo de errores y aciertos preexistentes—la vida original fue una cianobacteria y / o un microorganismo extremófilo.
Por ello; aunque existen prístinas diferencias entre los heterosexuales, los bisexuales, los transexuales y los homosexuales, la sexualidad de todos ellos es esencialmente la misma—y existen muy probablemente otros tipos de comportamiento sexual distintos a los cuatro ya mencionados; pero que aún no han sido definidos por la ciencia—o sus diferencias con aquellos son tan sutiles, que no vale la pena inventar otro término taxonómico para añadir más complejidad a la ya compleja gama de comportamientos sexuales.
Pero los miembros de cualquier pareja de cualquiera de los cuatro grupos mencionados, se complementan sexualmente en una forma exquisitamente armoniosa: lo que un miembro de la pareja desea dar o recibir sexualmente, el otro miembro es capaz de proporcionárselo o aceptarlo—y esto no se refiere únicamente al acto del coito, sino que incluye a la etapa del galanteo o seducción y a la relación que se inicia después del coito—por ello, cuando una pareja llega consensualmente a unirse sexualmente, recibe tanta satisfacción, que no se conoce nada que pueda evitar que se esfuercen en mantenerse unidos—y esta es la forma que inventó la naturaleza para la supervivencia de las especies; no sólo animales, sino vegetales también, entre los cuales este mecanismo no se llama sexo sino polinización, porque claramente existen profundas diferencias; aunque el objetivo natural sea el mismo.
Por ejemplo; la ciencia acaba de descubrir que algunas especies de plantas que son polinizadas por polillas durante la noche—horario cuando abren sus flores—cambian a florecer durante el día y a ser polinizadas por colibríes, cuando los huevos de las polillas se convierten en gusanos que se alimentan de su follaje—todo lo que importa es la supervivencia de la especie.
Y la naturaleza es extremadamente compleja y muy diferente de los épicos y exquisitamente simples relatos sagrados sobre el origen de la vida y la sexualidad humana; tanto así, que los transexuales y homosexuales no pueden reproducirse si siguen sus instintos y sentimientos; pero nunca han dejado de existir desde la aparición sobre la Tierra del ser humano hace entre sesenta y setenta y cinco mil años—y ellos, son seres humanos normales, independientemente de su diferente comportamiento sexual, y ese innegable hecho científico los convierte en legítimos poseedores de los mismos derechos humanos de los que son titulares los heterosexuales.