Opinión Nacional

Cultura democrática

Tenemos un reto por delante, construir una Democracia Nueva. Eso supone una cultura democrática y unos valores democráticos.

Hay que distinguir entre tres verbos: mandar, gobernar y administrar. En una democracia los gobernantes administran la cosa pública. No son mandones. Son administradores. Además, transitorios por un período determinado. Para el bien de todos los ciudadanos. No solo de los partidarios del Gobierno.

En Venezuela hablamos del gobierno de Caldera o del gobierno de Maduro. En la política anglosajona se habla de la administración Bush o la administración Obama. Eso hace una gran diferencia.

El Gobierno no es la Patria. La Patria es mucho más que el Gobierno. La Patria somos todos.

Los gobernantes, desde el Presidente de la República hasta el más modesto funcionario, son servidores públicos, no son dueños del país. Nosotros, los ciudadanos, pagamos sus salarios. Y los pagamos con nuestros impuestos y con la parte del petróleo que nos corresponde, porque el petróleo es de todos.

El salario que le pagamos es para que nos sirvan, no para que actúen como si fueran los dueños del país.

Son servidores públicos. Es decir, están allí para servir a los ciudadanos, y no para atropellarlos y vejarlos.

Venezuela necesita inversiones, muchas inversiones, públicas y privadas. Ambas contribuyen a generar riquezas para todos. Tanto las inversiones públicas como las privadas ayudan al progreso del país, ambas son necesarias y ambas merecen respeto y seguridad.

El dinero que administra el Estado es de todos los venezolanos. No es propiedad del Presidente ni del partido de gobierno. Es dinero de todos que debe administrarse escrupulosamente y para beneficio de todos. No es patrimonio de los administradores sino de los ciudadanos.

Por último, la democracia es un sistema alternativo. Nadie llega al Gobierno para quedarse allí eternamente. Hay gobernantes que actúan como si nunca fueran a dejar de serlo. La democracia supone alternabilidad en el ejercicio del poder.

Gobernar, en una democracia, es servir, con humildad, con modestia, con respeto al adversario, con disposición al diálogo. Hay que tener conciencia de aquello que decían los latinos: “Sic transit gloria mundii”. La gloria del mundo es transitoria.

Seguiremos conversando.

 

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