Cuestion de honor
En el año 2005, el Cardenal Rosalio Castillo Lara expresó, firmemente convencido, que este Gobierno nacional es “el gobierno más nefasto que ha tenido Venezuela desde que existe como República”.
Un año después, en el 2006, en su célebre homilía de La Divina Pastora, destacó que hoy “nos encontramos en una situación de extrema gravedad como muy pocas en nuestra historia” y enumeró los principales problemas: pérdida del rumbo democrático del Gobierno y visos de dictadura; implantación del torcido y anacrónico proyecto político del régimen castrista; violación de los principios fundamentales de la democracia; persecución de la disidencia; sentencias injustas de los tribunales; multiplicación de la corrupción; crecimiento de la pobreza y del desempleo; regaladera de dinero a otros países; y la amenaza de que el odio sembrado dividirá y enfrentará a los venezolanos.
Fueron claras y proféticas sus palabras y, por su valiente actitud, Monseñor Castillo Lara fue vilmente agraviado por el Gobierno nacional, como hoy es ofendido, en el mismo tono cargado de hiel, saña y perfidia, Monseñor Urosa Savino.
¿Cuál es la verdadera razón de estos persistentes ataques a los jerarcas de la Iglesia católica? La respuesta es fácil de descubrir: el desastre de país gobernado por aquel que se considera heredero de Bolívar, sacrílego en grado sumo, despótico, arbitrario y, sobre todo, manipulador.
Las palabras proferidas ayer por el Cardenal Castillo Lara, hoy son verdades comprobadas sin equívoco alguno. Ciertamente, este Gobierno nacional es el peor de los peores al dejar podrir más de 1 millón 300 mil kilos de comida, un crimen de lesa humanidad, como expresara hace poco la Iglesia venezolana; consentir la cubanización que significa la intromisión de la dictadura castrista en áreas claves del país como la Fuerza Armada Nacional; desatender las necesidades de la gente, sobre todo de los más pobres; permitir y resguardar a terroristas guerrilleros en la nación y, en especial, mentir reiteradamente como fórmula hitleriana para pretender tapar su incapacidad.
Quizás en 2005, cuando surgió la certera crítica de Monseñor Castillo Lara, los venezolanos estábamos extraviados acerca de qué hacer frente a un Gobierno avasallador. Hoy, en 2010, estamos totalmente claros que la vida institucional de Venezuela se resuelve en las elecciones del 26 de septiembre y en los próximos comicios de 2012. Votar es hacerle honor al Cardenal Castillo Lara, a Monseñor Urosa Savino, a la civilidad, a la democracia, a nosotros mismos. A eso es que verdaderamente teme el Gobierno nacional con sus desmedidos ataques contra la Iglesia.