¿Cuentas chimbas?
Llevamos trece años sin que nos rindan cuentas, sin que sepamos adónde van a dar los dineros públicos, ni cuáles son las estadísticas nacionales. Tangencialmente nos enteramos de algunas verdades porque se pasan. El resto son cifras infladas, manipuladas o sencillamente ignoradas. Venezuela es una pulpería, donde funcionan dos hojas asentándose en una ciertos ingresos y en otra se registran los debitos. La gente se acostumbró a las rendiciones de cuenta como un acto folklórico, donde los personajes exhiben bandas tricolores y sus mejores galas, sin entregar la información requerida por la Ley. A ese sainete protocolar se le sigue llamando “Memorias y Cuentas” ¿de quién de Lillipup o de otra entelequia geográfica?
Aquí no hay seriedad para exhibir balances, ni mucho menos para establecer un registro consecutivo de las cuentas nacionales. Será parte de la reconstrucción de esta nación hacerle una auditoria y establecer responsabilidades, devolviéndole al Banco Central de Venezuela sus auténticas atribuciones como siempre las tuvo autónomamente, y no al servicio particular de nadie ¡Pásame un millardito! Y allí comenzó la debacle financiera sin que alguno se responsabilizara de ello, en este país sin moral y con muchos acreedores y timadores.
Las memorias de nuestro Presidente son como sus cotidianas chácharas y hasta pueriles, con ofertas incoloras tras trece años mandando y auto exculpándose de todo sus yerros, que en su mayoría pertenecen a los infortunios ocurridos en una Venezuela ni democrática ni soberana. El mismo cuento, y las “chuscas” expresiones de quien carece de un léxico acorde a su investidura. No todo lo que brilla es oro, el venezolano pareciera estar advirtiendo que andamos desde hace mucho tiempo sin timonel, y que más son las palabras que las concreciones con memorias y cuentas inexistentes; iguales de imaginarias a las cifras que ofrece la “revolución” lejos de la verdad. Muestran a los buhoneros como trabajadores formales y en similares condiciones a quienes son piezas de una misión o indigentes; queriendo borrarle al pueblo el alto costo de la vida y escasez. Cuando la indiscutible misión decretada por esta tragedia “socialista” se llama hambre. Esas estadísticas son fáciles de corroborar, el venezolano está pasando hambre como nunca antes ocurrió, aunque todos los días anuncien una ficticia misión. Los reales no alcanzan porque el bolívar no vale ni medio, y cotidianamente se devalúa al igual que transcurren las horas, es un bolívar deleznable sin valor alguno y que nos impusieron como “bolívar fuerte”. Repóngannos nuestros viejos bolívares con la efigie del Libertador y con su otrora valor y volverá la prosperidad a este país. Devuelvan los puestos de trabajos y las industrias productivas que cerraron y resérvense para su uso personal sus parapetos comunales “socialistas”. En las cadenas de mercados oficialistas lo que se halla es comida pasada y de segunda, nociva para el colesterol y para el conjunto de funciones vegetativas de los seres.
En esta última “rendición de cuentas” hubo su parte sensitiva, cuando María Corina Machado aseveró ante el jefe de Estado lo que otros no se hubieran atrevido hacerlo, y lo expuesto posiblemente pasará a nuestros anales históricos como fue la expresión de Fermín Toro en los tiempos de José Tadeo Monagas en 1848, donde si cotejamos nos toparemos con muchos símiles al presente. Así fue esta “Memoria y Cuenta” puesta en evidencia, en su verdadero desorden y caricatura. Volverán los tiempos en que Venezuela recobrará su juicio y libertad, retornaremos a nuestras legítimas cuentas nacionales, y nos olvidaremos de tantos bochornos con visos burlescos, aunque actualmente la crueldad y desasosiegos nos estén envenenando el alma