Opinión Nacional

Cubazuela

Chacumbele (nunca más apropiado el apodo, proveniente, precisamente, de una vieja guaracha cubana), en uno de sus tópicos más reiterativos, se la pasa tronando contra lo que denomina “entrega de soberanía”, que, según su arbitraria y sesgada versión de la historia patria, habría sido norma de conducta de los gobiernos anteriores al suyo. Sin embargo, se puede afirmar que en el devenir de nuestro país nunca ha habido algo que se parezca más obscenamente a una entrega de soberanía que la que el gobierno “revolucionario” ha hecho con Cuba. Con ciertas reservas, se puede admitir la presencia de médicos y entrenadores deportivos cubanos en nuestro país, pero lo que ocurre en otros ámbitos del Estado es completamente inaceptable, porque configura una verdadera injerencia de otro país en el manejo de los asuntos nacionales.

Funcionarios del gobierno cubano están presentes hoy en notarías y registros, y también en áreas de alta sensibilidad estratégica, como la FAN y los organismos de inteligencia, amén de los de identificación. Se les encuentra hasta en Inmigración, en Maiquetía. Esto sí que constituye una real entrega de soberanía. Ningún país que se respete acepta tamaña intromisión extranjera en sus instituciones más delicadas. Encima de esto, la presencia de “asesores” cubanos en los ministerios de Salud y Educación, así como en Cantv y Corpoelec, es tan abierta y abultada que se hace realmente ofensiva hasta para los chavistas, que son, precisamente, quienes hacen llegar datos sobre esa anómala e insultante situación. Hay ministros cubanos que se instalan aquí durante meses y despachan como si estuvieran en La Habana. ¿Soberanía?

Ya una vez dimos cuenta del agraviante episodio que le tocó vivir a un ciudadano venezolano, quien a raíz de un problema con su pasaporte, fue citado al cuarto piso de la Onidex, en Plaza Miranda, donde fue interrogado, durante tres horas, por dos funcionarios cubanos.

Hace poco, uno de los asistentes nos habló de una reunión en un alto organismo de la FAN, presidida por un general, donde se habrían hecho presentes tres sujetos de civil, dos de los cuales no abrieron nunca la boca, pero el tercero, que resultó ser un coronel cubano –obsequiosamente saludado e identificado como tal por el general–, asumió de inmediato la conducción del cónclave, avisando que lo que allí se tratara, supuestamente, él lo informaría de manera directa a los Altos Oídos. ¿Soberanía? Puede ser que Chacumbele, en su infinita alienación cubanoide, crea que esto es parte de la “solidaridad” entre gobiernos “revolucionarios”, pero los mortales corrientes y molientes vemos esto con ojos nada indulgentes.

Cuando un gobierno autoriza la presencia de funcionarios de otros en áreas decisivas de la seguridad del Estado sencillamente está haciendo una cesión de soberanía, cualquiera sea el nombre rimbombante y “bolivariano” que se le quiera dar. Tan simple como eso. Puesto que Chacumbele utiliza con frecuencia el término “traición a la patria”, para referirse a la situación que, según él, existía antes de su advenimiento al poder, no tenemos inconveniente, por nuestra parte, para utilizarlo como patrón de medida ante lo que hoy ocurre.


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