Cuatro taras sobre la sociedad venezolana
Que la crisis es oportunidad. Que debemos hacer nuestros mejores esfuerzos. Que el venezolano se crece en las adversidades. Que nosotros no somos así. Todas son afirmaciones de entusiasmo que no logran tapar una gran angustia que se cierne sobre muchos y que vislumbran cosas a futuro algo preocupantes, a pesar de lo que algunos tecnócratas cómodos pensaron otrora en cuanto a que estábamos condenados al éxito. Cuatro taras se ciernen así sobre la sociedad venezolana.
En primer lugar, la de la indiferencia ante el contexto. Personas que no leen prensa, no oyen informaciones y peor aún no les interesa lo que pasa a su alrededor. La indiferencia puede ser total o también asociada a solo leer el periodiquito que saca tal o cual alcaldía y considerar que con eso basta. La vieja idea de que eso no me afecta, no me interesa o me preocuparé cuando me toque a mí, llevan a esta especie de refugio cómodo en el desconocimiento de la que pasa alrededor o a la existencia de puntos de vistas alternos.
En segundo lugar, la idea de que lo que pasa actualmente con la administración del país de parte del Presidente Hugo Chávez nos lo merecíamos. Tendría uno que preguntarse cuanto nos merecimos otras administraciones que le hicieron cercano daño a la nación. Algunos se posicionan en la idea de que son menos eficientes o más corruptos que los anteriores. Cualquiera de estos puntos puede ser discutible pero lo impresionante es que varios responsables en administraciones anteriores, ahora se protegen también con la idea de que nos lo merecíamos, haciendo ubicación aparte de sus grados de responsabilidad y participación en tales administraciones.
En tercer lugar, los nuevos ideólogos del exilio. La justificación del exilio voluntario tiene mil caras. No nos alcanza el dinero, debemos proteger a nuestros hijos, soy un recurso muy calificado, la inseguridad nos tiene cercados. Así, cualquier circunstancia se vuelve una razón infinita para dejar el país y desplazar los esfuerzos a la búsqueda de riqueza a todo lugar y por supuesto pensar en seguir la lucha en otros lugares, donde se le pueda seguir dando pie a esa autoflagelación exquisita que siguen teniendo numerosos venezolanos y que lo han convertido casi en un deporte donde estén: hablar mal del país. El exilio se convierte así en la causa y el efecto, en el principio y el fin de aquellos que se sienten amenazados o mal con el escenario político y económico actual.
La viudez y el lamento. Fue un ex presidente el que habló de las viudas del paquete. Todavía hoy se les puede oír hablando de cómo las cosas iban bien pero sucedieron alteraciones etc, etc. Pero los mismos herederos de ese ex presidente o de cualquier otro han creado su propia viudez y lamento. Nadie se arrepiente, nadie rectifica en esta sociedad rentista. Nadie lo hace, porque todo el mundo sabe dónde está el dinero, y los que han sido los mismos de siempre esperan regresar allí. En un futuro habrá también las viudas de la administración actual.
Cuatro taras y numerosas implicaciones.