Cuánto cuesta aprender
Veníamos exigiendo un cambio para un menor presidencialismo y menor centralismo, y el cambio no se daba como era deseable dentro de los mecanismos jurídicos previstos para ello. No obstante, no hubo desmayos, sobre todo por parte de las mentes más preclaras de las regiones que pedían desconcentración, descentralización y reforma del Estado. Y de tanto insistir se logró algunos avances…
El proceso de reforma del Estado. Se inició en 1989, gracias a la persuasión de algunos lideres regionales sobre el liderazgo nacional, en torno a la conveniencia de avanzar en la descentralización y se aprobó, entonces, la Ley de Elección y Remoción de los Gobernadores y se reformó la Ley Orgánica del Régimen Municipal para elegir directamente a gobernadores y alcaldes; y para darle a las autoridades electas cierta capacidad de acción se creó la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de competencias del Poder Publico…
De la declaración a la acción. A decir verdad, el proceso de acción no fue homogéneo, había autoridades electas muy proactivas y otras muy quedadas; algunos ejercían su liderazgo y acciones amparadas en estas últimas leyes y en la Carta Magna, otros se limitaban a esperar mandatos desde Caracas; algunos actuaban con mística y otros con pasmosa desidia…
El Zulia sí estuvo a la altura. Gracias al hecho de contar con una elite intelectual y política que tenía antecedentes con la regionalización y descentralización, provenientes de LUZ, Conzuplan y Corpozulia, que se abocó a cumplir con los aspectos legales y administrativos y pronto logró la posesión de los aeropuertos, puentes, puertos, peajes, minerales no metálicos, salineras y piedras preciosas. Se avanzó en las competencias de educación preescolar, al igual que en materia de salud ambulatoria; tuvimos nuestro propio timbre fiscal y papel sellado y logramos que una buena parte del presupuesto estadal proviniera de ingresos propios…
La egolatría conspira contra la descentralización. Y eso fue lo que ocurrió en Venezuela con la llegada de Rafael Caldera por segunda vez a la presidencia, hombre testarudo, y uno de los creadores del modelo centralizado de partidos, fiel creyente del presidencialismo y de la centralización del poder, quien encapsulado en su egolatría, dio marcha atrás al proceso de descentralización, con lo cual tiró por la borda, el haber sido el autor del primer decreto de regionalización…
Y llegó otro más ególatra. Un terrenal poseído de la creencia de ser un predestinado, que habla mucho pero que poco resuelve. Su afán de grandeza lo llevó a crear un vértice de poder, donde el Gobierno es el Estado y el Estado es él. El resultado es un Gobierno exageradamente presidencialista y excesivamente centralista que definitivamente no funciona. La prueba son los hechos. No hay un solo problema medular resuelto. Por ello, en el 2012, se aspira tener, por la vía del voto, un Presidente que crea de verdad y trabaje de verdad por la descentralización y desconcentración del poder…