¿Cuánto cáncer hay sobre ese camión?
Circula por vía electrónica una carta de un presunto señor mayor que trabaja de bedel en el CIMEQ de La Habana, quien en pocas palabras afirma que el cáncer de Chávez es un minucioso invento de la maquinaria castrista para engañar al mundo entero. Aunque ya ese asunto del cáncer mostrenco del candidato eterno pasó a segundo plano, se mantuvo por demasiado tiempo en titulares y todavía no hay información definitiva y creíble, avalada por médicos involucrados en el tratamiento, sobre su estado actual, su concreta ubicación, su prognosis. Dado que esa enfermedad -real y ficticia a la vez- ha sido un elemento consistente e importante en la dinámica política del país, me voy a referir a ella, daré mi opinión a partir de lo que todos hemos visto y oído.
En toda campaña electoral, y mucho más en la actual Venezuela, todo cuanto sea parte de ella, Valla, Volante, Afiche, Propaganda por Radio o TV, Entrevista, Artículo de Opinión, Reportaje, Twit, Mensaje en Celular, Correo electrónico, Noticia, tiene efecto sobre tres grupos (considerando que hay sólo dos candidatos efectivos, los otros son parte del lamentable folklore que hace juego con nuestro subdesarrollo); Los que apoyan al candidato del oficialismo, los que respaldan al candidato opositor, y los que no se definen por ninguno de esos dos y conforman el bando de los indecisos. Desde esta perspectiva debemos interpretar que cualquier cosa que se diga o se muestre lleva el propósito de influenciar a esos tres sectores en que se divide el electorado, para reforzar el apoyo de los que ya se identifican con la candidatura propia, para sembrar dudas o temores en aquellos que se ubican en el bando contrario, y para tratar de convencer a los que permanecen en la aparente indefinición (hay muchos que no declaran su posición por estar en la condición de empleado público o beneficiario -activo o potencial- de alguna ayuda, prebenda, misión del gobierno, para evitar represalias por manifestarse a favor de la candidatura opositora. Esos son los que confunden a las Encuestas). Una imagen o texto tiene entonces tres posibles lecturas, dependiendo del sector en que se ubique el receptor, de sus pre-juicios, de sus posiciones previas a esa lectura.
El cáncer pasó a ser un elemento esencial de la campaña oficialista y como tal iba dirigido a los tres grupos, pero buscando una respuesta distinta en cada uno. Por ello, el único vocero para transmitir información sobre la enfermedad era el propio paciente, quien a su vez es el candidato a la relección (lo usual, en especial si se trata de un Presidente, es que toda la información provenga de uno o varios médicos tratantes, que describirán el origen, evolución, tratamiento y expectativas, con el aval de su condición de profesionales a cargo del caso), y Chávez ha brindado información parcial y ambigua, pues sus audiencias son disímiles y antagónicas, y él pretende una apreciación diferente en cada uno de los grupos audiencia.
Su popularidad ha tenido altibajos desde que surgió a la vida pública a través de su fracasado golpe sangriento del 4F92, alta en 1998 (golpista popular sin trayectoria administrativa, que ofrecía erradicar los vicios en que degeneraron AD y COPEI), baja al punto de que lo hubieran destituido en el 2003 si no retarda el Referendum por más de un año, con la excusa de las “firmas planas”, dándose tiempo para implementar con la ayuda de su Jefe Fidel, el amplio esquema de repartos de diversas dádivas, a través de las Misiones con pomposos nombres (tan efectivo que, a falta de Obras perdurables y de utilidad para todos, son lo único que le sirve de flotante en la actualidad, y tratan de chantajear a los beneficiarios, afirmando que Capriles “les va a quitar las Misiones”, lo que demuestra que con esos mecanismos de beneficencia lograron apoyo electoral, pero también que no llegan a todos los que los necesitan, ni representan la solución definitiva. Obvios paños calientes que mantienen a los usuarios dependiendo del oficialismo, para simplemente sobrevivir a duras penas). Las Misiones mantuvieron su encanto hasta mediados del 2007, desde entonces la popularidad de Chávez ha venido reduciéndose lenta pero inexorablemente, perdieron la Reforma, y tuvieron que introducir cambios tramposos en los Circuitos electorales (Método Gerrymandering o Salamandra) para sacar más diputados con menos votos (48%) en el 2010. Hoy tienen aun menor respaldo electoral y lo evidencian con sus concentraciones, a pesar de usar calles estrechas no pueden disimular la escasa asistencia. Con Capriles, grandes avenidas repletas.
El cáncer es utilizado para perseguir dos fines; Con sus menguantes seguidores se busca frenar la deserción, los saltos de talanquera, la estampida que presienten, mediante la lástima que inspira entre los que mantienen lazos afectivos más que razones para respaldar al líder. Para quienes ya sienten algunas dudas o franco descontento, el cáncer se presenta como real e intenso, lo que mueve a la solidaridad ingenua, y hacia la construcción de una mini-épica, pues lo estaría venciendo y de paso le hace propaganda al régimen cubano, “cuya medicina lo rescató de los brazos de la parca”. Para quienes son opuestos a Chávez y su anacrónico proyecto de corte estalinista, hay la otra versión siempre subyacente, es una mentira urdida en los laboratorios del G2 para desorientar a la Oposición, obligarla a actuar como si el tipo agoniza, que todo gire en torno a esa certeza inducida, para sorprenderlos con la contundente “verdad” de que todo había sido inventado para engañar al enemigo, que ahora vería a Chávez como astuto e invencible.
La realidad oscila entre los dos extremos, estaba y está enfermo, pero no estaba –como ellos nos indujeron a concluir- muy grave y a punto de fallecer (antes incluso de las Primarias), lo que habría establecido cambios importantes, en estrategia y candidato del oficialismo, y exigiría un replanteo de nuestra actuación frente a la nueva situación. Que Chávez está enfermo lo demuestran los signos evidentes que todos podemos ver, a pesar del maquillaje y la conveniente distancia que procura poner con el público y las cámaras. Llegó a tener la cara inflamada, una protuberancia sobre el cogote (síndrome de Cushing). En sus afiches ponen una foto de hace más de cinco años, y en el colmo de pretender disimular su apariencia actual, lo dibujan como un chamo deportista, en patética y contraproducente publicidad. Siendo tan exhibicionista y “hombre de batalla” (en teoría, pues cada vez que la situación se le puso color de hormiga, reculó), a quien le encantaría competir con Capriles en su diario recorrido por pueblos y ciudades, caminando, conversando con la gente, se ha visto forzado a limitar sus actividades de calle, a trasladarse en un camión (al que la mamadera de gallo criolla, bautizó como Carroza, con su vinculación carnavalesca, emparentada con el “pan y circo” del populismo), desde cuya altura evita el contacto con las personas y un potencial contagio, que en sus condiciones pudiera derivar en graves complicaciones. De allí que ande siempre forrado y con mangas largas, en estos calorones insoportables. En Catia, ni siquiera dio el discurso de rigor, no sólo lo disgustó la escasa asistencia en una parroquia tan populosa y emblemática, sino la tarima simple que le prepararon, tan pequeña y bajita que corría el riesgo de que se le acercaran a tocarlo, y alguna entrometida bacteria pudiera acelerar el normal desenlace que él sabe lo está esperando. Arriba de una alta Tarima, como sobre el camión, no lo tocan ni le pueden detallar el rostro, las manos, los apoyos tras las mamparas que ocultan más de la mitad de su cuerpo. Los tratamientos han debilitado su sistema de defensa y su capacidad de movilización, luego de pocas horas de limitada actividad de campaña debe dedicar muchas horas a recuperarse. Lo esencial es que está disminuido, corporal, política y electoralmente, y no tiene la muerte tan cerca como la derrota.
Él se lo buscó. Tuvo suficientes respaldos y recursos, como para haber hecho un buen gobierno, cumplir lo que demagógicamente prometió hace 14 años. En lugar de ocuparse del país, se dedicó a mantenerse en el poder, a ampliar su degenerado control sobre los otros poderes, a corromper a las FFAA, a sembrar odios e incentivar resentimientos, a comprar votos con limosnas, y malgastar el dinero que debió invertirse en resolver los más ingentes problemas de Venezuela, en lograr alianzas con los peores regímenes del planeta, perjudicando nuestra Economía para beneficiar las de sus circunstanciales socios. Ya sus propios seguidores se convencieron de que no tiene ni la capacidad ni la disposición para gobernar, y si dilapidó catorce años y deja el país destruido, permitirle seis años más sería suicida. Desesperado, intenta reducir los daños, reciclando sus viejas promesas, pagando encuestas cuyos resultados son tan falsos que ni los más fanáticos los creen, y apelando a la guerra sucia, que como todo lo que él hace, también le sale mal.
El Chavismo unos días antes del 7 de octubre, tendrá que ir al Banco de Votos, a pedir una transfusión de emergencia, porque tiene ¡ la hemoglobina electoral muy baja !