Cuando los dinosaurios invadieron RCTV
De los tantos bochornos que hemos presenciado en los últimos días en el marco de la ofensiva chavista contra RCTV, sin duda que el más indignante es un promocional con el sello del MINCI donde se nos da cuenta de la programación del canal que amenazadoramente se llamará TVES.
Porque, si lo que el chavismo comunicacional concibe como “televisión de servicio público” es una colección de bodrios donde la burocracia gubernamental se empeña en enseñarle al pueblo el folklore, “su” folklore, y convencerlo de que, como chavista, nacionalista y revolucionario no puede abrirse a otras ventanas, a otras opciones, entonces ya veremos una caída en picada del folklore y el surgimiento del deseo natural de informarse, conocer y acostumbrarse a otras músicas, otras pinturas y otras literaturas sea como sea .
Fue lo que sucedió en Cuba durante finales de los 60, cuando la música pop de origen anglosajón y el jazz fueron literalmente prohibidos, pero sin que ello evitara que los Beatles sonaran para las nuevas generaciones y el jazz afrocubano sobreviviera y renaciera con Irakere y los experimentos de Chucho Valdez, Arturo Sandoval y Paquito D´Rivera.
Eso en cuanto al “folklore y la música”, porque en lo que se refiere a documentales sobre política e historia, ya asoma la amenaza de versiones ideologizadas de sucesos y personajes en el mismo tono de aquel ministro de Cultura del stalinismo, Zdanov, para el cual, no solo la rueda y el arado habían sido inventados en la Rusia presoviética, sino que el principio de Arquímedes, la ley de gravedad, el cálculo infinitesimal, el primer motor, el primer carro y el primer avión habían estado en los albores del socialismo y el comunismo.
O sea, que tendremos una historia al uso de la nueva ideología chavista, nacionalista y revolucionaria, para la cual será imposible admitir que el socialismo del siglo XXI está precedido de 500 años de historia, en cuyo curso tres razas se acrisolaron para trabajar, luchar, progresar y participar con todo derecho en la más grande revolución de todos los tiempos: la revolución tecnológica de los últimos 50 años.
De modo que no se extrañen si el próximo año, unos arqueólogos socialistas con financiamiento del ministerio de la Cultura descubren en las cercanías de Sabaneta un petroglifo con unos signos parecidos a una escritura y que rápidamente se pase a considerar si no se trata del primer alfabeto y si sus inventores no están “por casualidad” entre los ascendientes del presidente Chávez.
Y todo sostenido por sesudos sociólogos, antropólogos e historiadores que en congresos celebrados in situ, o en la sede de algunas de las universidades bolivarianas, hablarán al mundo para anunciarles que la “historia ha cambiado para siempre”.
Pero lo peor serán los documentales, reportajes y entrevistas tipo “años 50” que veremos en el nuevo canal, y a los que seguramente se unirán otros, en la primera cadena de televisión abierta y por cable nacida del seno de una revolución.
Y a los que duden que la “televisión de servicio público” rodará por esa plataforma, y solo esa, yo les recordaría que Telesur –el canal con el que Chávez trata de demostrarle al mundo que “es el líder revolucionario de los tiempos de la derrota final del capitalismo y el triunfo definitivo del socialismo”- se inició con un documental donde se afirmaba en tono muy serio “que el Libertador, Simón Bolívar hacia nacido en Capaya, y era hijo de una esclava”.
Y como esa, seguramente que otras tantas mentiras y fiascos, como que no basta con proceder de manera ilegal e inconstitucional a apropiarse de una canal privado de televisión, sino también de devaluarlo, degradarlo, subcapacitarlo, sin duda que para hacerlo uno con la revolución postiza y mostrenca y demostrar que el retroceso toca las fronteras de la época de los dinosaurios.