¿Cuál salida?
Cuando en el marco de la Mesa de Negociación y Acuerdos, gracias al tesonero empeño del facilitador César Gaviria, oficialismo y oposición suscribieron el documento que dio paso formalmente al propósito de encontrar una salida institucional a la profunda crisis que agobia al país, no todos los sectores políticos interesados en el asunto aceptaron de buen grado lo acordado. Así, para unos se trataba tan sólo de una “carta de intención” que el Gobierno descaradamente desconocería en la primera oportunidad, como en efecto ocurrió con El Catiazo. Para otros, la solución de la crisis por la vía electoral (referendo revocatorio) resultaba insuficiente dado que no estaba debidamente garantizada la entrega del poder por parte del primer magistrado nacional ante la eventualidad de que la jornada comicial respectiva le fuera adversa.
Además, los signos cada vez más evidentes de que el régimen evoluciona hacia un gobierno unipersonal de corte autoritario, militarista y absolutista, donde las instituciones públicas están sometidas a la voluntad omnímoda del jefe del Estado, indican que la salida electoral trabajosamente acordada después de meses de negociaciones presididas por el secretario general de la OEA, no pasaría de ser nada diferente a un ejercicio de voluntad sin asidero en la realidad.
Y es lo que está sucediendo. En las más recientes intervenciones públicas del teniente coronel que ejerce la primera magistratura, éste ha hecho saber con el mayor desparpajo que su gestión de gobierno concluirá en el año 2021, pese a que la Constitución Nacional dispone en su artículo 230 que “el período presidencial es de seis años” y que el Presidente o Presidenta de la República “puede ser reelegido o reelegida, de inmediato y por una sola vez, para un nuevo período”. Quiere decir lo anterior que al Presidente poco le importa lo que contiene ese librito azul al que tanto alude y tantas veces manosea en sus apariciones televisadas.
Asimismo, crece cada día más el porcentaje dentro de la población de quienes se declaran escépticos y dudan que el referendo revocatorio pueda llevarse a feliz término, dándose ya por descontado que los obstáculos y tropiezos que será necesario vencer para la aplicación del artículo 72 de la Constitución Nacional que establece la eventual celebración de referendos revocatorios, serán enormes, por lo que el movimiento opositor, vale decir la Coordinadora Democrática, según ha trascendido, va a solicitar la presencia del secretario general de la OEA a fin de que este alto funcionario interamericano haga acto de presencia en el país y proceda a examinar la situación reinante, todo de acuerdo a los términos del documento suscrito por oficialistas y opositores oportunamente.
A todo lo apuntado habría que agregar, sin mayores comentarios, lo acontecido en la Asamblea Nacional y la sesión ilegítima celebrada por la bancada oficialista en El Calvario, bajo el Arco de la Federación, para finalizar justificando la interrogante que da título al presente comentario: ¿Cuál salida? A juzgar por los hechos registrados el panorama no mueve al optimismo. Por el contrario, la situación ahora luce confusa y compleja, tanto o más que antes, si es que la salida electoral, constitucional, democrática y pacífica, sigue siendo la meta por alcanzar para superar la crisis existente.