CSD, Honduras y República Dominicana: Cocaína y la infraestructura para su tráfico
Según http://diamondpilots.blogspot.com que también reseña la web de Unión Radio: Un cargamento de droga fue aprehendido el martes por la noche en un operativo en el aeropuerto de Miami.
La Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) y la del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP) incautaron sobre las 22:00 horas (local) una aeronave de carga aparcada, sin tripulantes, y en sus bodegas, un envío procedente de Venezuela: 42 paquetes con un total de 45 kilogramos de cocaína que fueron valorados en 3,8 millones de dólares americanos.
El tema sobre el Corredor Seguro de la Drogas (CSD) en el territorio del ya reconocido oficialmente como país “Narcotransitante”(PN), fue ampliamente tratado en dos notas fechadas el 250709 y bajo el título “From the Devil’s dung to the Angel’s powder”.
Recordemos que
Por razones eminentemente operacionales y en razón a la significativas distancias entre los puertos y aeropuertos de embarque del CSD y los puertos y aeropuertos de los países de destino, tenía que extenderse la infraestructura con una prolongación del CSD en condiciones de control y seguridad equivalentes y que garantizaran la continuidad en el flujo de productos hacia los dinámicos y dinamizados mercados de consumo.
Ésto, evidentemente, acorde con las disponibles capacidades y autonomías tanto de vuelo como de navegación de equipos y operadores.
De allí que en función de las observaciones y registros que durante más de cinco años han acumulado los servicios especializados en materia de tráfico de drogas, podrían señalarse dos de los puntos intermedios para el reenvío de las cargas procedentes del CSD, los que quedarían suficientemente identificados y las informaciones de la prensa diaria nacional y extranjera han referido durante ese período, por ahora: Honduras y República Dominicana.
Acotemos
1) De ser el citado en la información desde Miami, el nuevo precio al mayor del kilo de cocaína puesta en esa ciudad, significaría un salto importante puesto que, si el precio anterior conocido a principio de julio de este año era de US$ 68.750,oo y en menos de un mes, en agosto, ya se habría disparado hasta alcanzar los US$ 84.444,oo, significaría un pico equivalente al 22%, lo que, en términos prácticos, y de acuerdo al ejercicio realizado, ubicaría el precio del Barril de Cocaína Venezolana (BCV) en US$ 11.399.940,oo.
2) Desde la óptica contable del negocio de las drogas, este decomiso en el aeropuerto de Miami, podría eventualmente indicarnos el valor y la importancia que tiene para la infraestructura comercial de la cocaína canalizada desde el país “Narcotransitante” –su complemento instalado cuyos detalles ya han sido comentados en notas anteriores– y en funciones por años en estos dos países:
Honduras y República Dominicana.
No es el punto:
a) Que la presión de la demanda en el mercado de consumo haya impuesto a la estructura regular del negocio asumir la calidad de riesgo asumida.
b) Que se trate de una ruta ya en funcionamiento y descubierta recientemente, puesto que como prueba de ruta no se entiende cómo se puede arriesgar una carga tan grande y costosa, a menos que la disponibilidad de producto sea tanta que abarrota los estantes y reduce las capacidades para almacenamiento, o que sea un medio de distracción para lograr el pase de una carga mayor.
c) Que se trate de nuevos operadores iniciándose en el negocio; de allí lo que se podría interpretar como una novatada.
d) Que quienes deberían haber recogido el cargamento o llegaron tarde o, visto algunos indicios y movilización oficial, abandonaron la droga frente al riesgo de ser detenidos.
e) Que se trate –lo más probable– de una de esas tantas y comunes operaciones de “Droga Controlada” o de “Droga Vigilada” que organizan –individualmente o en combinación– unos y otros servicios de policía norteamericanos, y donde algunos “vivos” y los hoy revolucionarios venezolanos asumiéndose impunes aún fuera de las fronteras, se ensartan (al igual que lo hicieran los “expertos” en el pasado; los miembros de esa Unidad Especial de la Guardia Nacional y sus principales operadores Guillen Dávila y Alfredo Romero Gómez)
Lo que trasciende
El punto a considerar, y a no ser dejado de lado, es destacar la importancia que a todos los efectos parecieran ser determinantes en los intereses privados y su severa influencia en la política que ha adelantado Venezuela frente a otros países: En expreso Honduras y República Dominicana. Indiscutiblemente, frente a las evidencias acumuladas por los servicios especializados, ambos países pareciera forman parte de la estructura física del negocio de la cocaína.
Por tanto, la labor ejecutada y ardua operación de diez mil días continuos en Venezuela, masacres incluidas, está en juego y bajo amenaza de esa tan cercana presencia de los ya activos Airborne Warning and Control System (AWACS) en cualquiera de sus 26 versiones conocidas y con personal y capacidad para operar desde una u otra fuere la base colombiana.
Eso, complica la dinámica regular y de seguro funcionamiento del ya conocido y rentable CSD.
Salvo prueba en contrario y desde la perspectiva de los particulares intereses privados –de los del negocio y sus operadores, dependientes y beneficiarios– es un enorme riesgo que en términos prácticos –que tendrán que ser necesaria y claramente distinguidos los unos de los otros– constituye indudablemente un acto de hostilidad; y si fuere ello planteado en términos de los intereses de un Estado y sus gobernantes: Es una amenaza, cuando no, un acto de guerra.
Ante las precisas expresiones oficiales, queda entonces por saber para quién o para quiénes “… soplan vientos de guerra…”
¿Para los traficantes de cocaína?, o –esperamos– no sea para Venezuela.