Crítica de la razón cínica
Ha insistido el Presidente Chávez con el socialismo, simple fórmula de legitimación para una cruda vocación de poder. No tiene interés ni prisa en argumentarlo, como tampoco los que aspiran y efectivamente comparten los amables y profusos pasillos miraflorinos, a pesar de los desafíos que lanza a la oposición.
El socialismo saudita tiene más armas que ideas y, demostrado a lo largo de los últimos años, la pulverización del oponente es algo más que una metáfora. Además del precio petrolero, tiene por ventaja el desprestigio o, mejor, presunto desprestigio del debate a fondo de las ideas, de lo que solía entenderse como lo ideológico.
Cuando el mandatario nacional lanzó el reto de una discusión con la oposición, seguramente las mesas de redacción, los aparatos electrónicos y faxes anegaron una variedad de boletines provenientes de organizaciones e individuos que tienen o dicen tener prestancia ideológica. Sin embargo, muy poco o nada registraron los principales medios, incluyendo una solicitud formal y expresa de César Pérez Vivas para que el proponente principal del duelo concurriese personalmente a la Asamblea Nacional, a fin de esgrimir únicamente el verbo sobre el presente y futuro del país.
Al descreer de la sinceridad y de la capacidad del oficialismo para la polémica, indefinido por siempre su proyecto, apenas construido por la suma de los instantes que vive en las cumbres del Estado, tampoco confiamos en la posibilidad inmediata de caracterizar las situaciones padecidas o por padecer. Vale decir, ahora que se justifica un debate ideológico por la sola y temeraria llamada que se hace desde el poder, parece no encontrar tribuna, interés y legitimidad, extraviada de nuevo la opinión pública en el escándalo y la banalidad.
Se nos antoja que el Presidente de la República aspirará a soltar unas ideas, reiventándose como el inspirado teórico de un proceso sin precedentes en el mundo, adecuada y confidencialmente asesorado, para luego regresar a las otras faenas, tal como una vez saliera uniformado al campo de juego en Estados Unidos y –realizado el sueño del beisbolista- quedase como una gesta adicional a las otras que acumula incansablemente. Stalin se hizo experto en muchas y encontradas disciplinas, por obra de la febril propaganda: el culto a la personalidad presidencial hará de Chávez el adalid intelectual de una revolución que economistas, sociólogos o politólogos tardarán en desentrañar, pero –por lo pronto- celebran al incansable promotor de las grandes jornadas aniversarias de reflexión bolivariana, que no teme en exigirle a sus opositores una confrontación nada más y nada menos que en el campo –el otro campo- de las ideas.
Demasiados teñidos de la antipolítica o –como preferimos llamar- la infrapolítica, luce urgente la creación de las condiciones que permitan una polémica de fondo, más allá del espectáculo, la banalidad y la desorganización social agudizada en los últimos años desde el poder. La pólvora es la razón fundamental de los que amenazan con pulverizar a los oponentes, dificultada por la vía clásica del populismo que, al inventariarse un enemigo externo, no le ha concedido al gobierno la unanimidad o el consenso para detractar y liquidar a los disidentes, propios y ajenos.
Curioso y raro socialismo éste, pues exige y logra ligereza en la respuesta de sus adversarios, aunque haya una densidad por ahora imposible de expresar. ¿Chávez somos todos?.
II.- La comedia de Caracas
En el Día del Trabajador, se supo del regaño propinado por el Presidente de la República a los alcaldes oficialistas de la capital del país. Un conjunto de circunstancias reales e imaginarias, hechos incontrovertibles y violentos suscitados por la presunta consulta interna de uno de los partidos del gobierno, originó tan vehemente instante para el orador central, único y estelar de un acto dedicado a los trabajadores, simbólica y literalmente devenido líder sindical por excelencia.
Muy bien lo comentó, con rapidez, la periodista Marieta Santana, cuando hicimos nuestro acostumbrado zapping madrugador: la adicional solicitud de renuncia debimos entenderla en relación al MVR del cual Chávez es también presidente, pues ambos alcaldes resultaron de los comicios regionales, motorizados y supervisados por otro órgano del Poder Público, como es el CNE. No obstante, la amenaza concluyó en un desesperado reacomodo de las tendencias en pugna, a pesar de las maniobras realizadas en el Municipio Bolivariano Libertador.
El contralor municipal de Caracas, inmediatamente reavivó unas denuncias engavetadas sobre la gestión de Bernal, mostrando las costuras del conflicto. Y, con los cerillos en mano, prendió el fuego de un canibalismo inaudito en la Venezuela que dijo superarlo.
Una gestión rutinaria de quien ejerce como contralor, prontamente adquirió la excepcionalidad propia del régimen cuando – de un lado- la sede municipal fue “protegida”, incluyendo una tanqueta, y –del otro- intervino, asomándose un poco a la ventana de la opinión pública que lo ha olvidado, nada más y nada menos que el contralor general de la República. A la postre, en el reacomodo, fue sacrificador el contralor municipal, devuelto a sus casilleros políticos los alcaldes mayor y menor, sin que sepamos de la suerte de quienes osaron protestar el manejo electoral del partido.
III.- ¿Cuál control sanitario?
Ha proliferado la buhonería en los más diversos, disímiles e increíbles departamentos, siendo la política social por excelencia de un gobierno nacional franca y sistemáticamente desempleador y, por añadidura, perseguidor. Empero, es necesario dar una campanada de emergencia en razón de la delicada oferta de productos y servicios que requieren de la existencia de un Estado supervisor, responsable y diligente.
Apuntemos, por una parte, al descontrol sanitario de los alimentos manipulados al gaseo libre de las calles y avenidas, donde las manos del vendedor no sabe de una modesta porción de agua, administra los ingredientes improvisadamente y los deja impregnados del dinero que cela a cada momento. Hay un abaratamiento de los costos, incluidos los insumos de escasa o ninguna calidad, que ayudan a fatigar el estómago de los viandantes con más fuerza de los que ya siente la fatiga de los expendios formales de comida rápida: una llamativa distinción de precios que arroja igual resultado.
Y, por otra parte, hay quienes incursionan decididos al mundo de las perforaciones y rayados, creyendo disimular la pobreza de las previsiones cuando del cuerpo humano se trata. El piercing y el tatuaje, tan de moda como un sofisticado celular, masifican el riesgo de los que asumen el goteo de sangre, la colocación del metal y la tinta sobre la piel, como una oportunidad para integrarse al oleaje social de la postmodernidad, aunque presuman de asombro cuando antiguas etnias eran y son descalificadas por sus zurcidos anatómicos y ornamentales, acaso religiosos y políticos.
Habrá que averiguar, finalmente, sobre el origen y la consistencia de los hechos noticiosos, pues, no sabemos si un porcentaje significativo de la población sufre ya de enfermedades y otras dificultades por las peculiares prácticas buhoneriles, o –legitimadas por la cotidianidad- jamás preocuparán a las autoridades ni a la propia opinión pública, a menos que se haga inevitable catástrofe. Lo cierto es que, desarrollado el mundo de la informalidad hasta sus más lejanas consecuencias, no extrañará que legos y especialistas hagan extracciones de muelas en cualquier esquina, urgido el cliente cual dama que ya no teme “hacerse” los pies a la vista de sus admiradores o potenciales conquistadores.