Opinión Nacional

Criminalidad globalizada

Muchos países de América Latina están sufriendo el azote de la inseguridad personal, que se sustenta, en buena parte, en el fortalecimiento de la criminalidad globalizada, en particular del narcotráfico. En Venezuela, además de la ineptitud del gobierno en implementar políticas eficaces contra el delito, hay una  creciente presencia del narcotráfico. Venezuela se ha convertido en una especie de “santuario” para los narcotraficantes y en una de las rutas preferidas para el envío de estupefacientes a Estados Unidos y Europa. En Venezuela la agencia antidroga norteamericana (DEA) no sólo ha sido expulsada, sino que ha sido acusada por el gobierno de ser un “cártel” más del narcotráfico, si a esto le agregamos la profunda corrupción de la Guardia Nacional, la policía y el sistema judicial, es evidente que, para muchos “capos”, Venezuela es uno de los países de América Latina donde “se vive más seguros y  se trabaja mejor”.

El crimen, obviamente, es un fenómeno tan antiguo como la humanidad, sin embargo la criminalidad globalizada, la interconexión de poderosas organizaciones criminales, en función de actividades concertadas a nivel planetario es un fenómeno novedoso. Se estima que sólo el comercio de narcóticos moviliza alrededor de un billón de dólares al año. El narcotráfico es sólo una de las múltiples actividades criminales internacionales, recordemos, entre otras: el tráfico de armas, el contrabando de inmigrantes ilegales, el tráfico de mujeres y niños, para el mercado mundial de la prostitución, el tráfico de órganos del cuerpo humano y el complejo sistema financiero alrededor del “lavado” de dinero, sin el cual todas estas actividades, que manejan el 10% del comercio mundial no podrían adquirir dimensiones globales. También a este respecto hay que recordar la reciente crisis bancaria venezolana en la cual varios pequeños bancos, intervenidos por insolventes y poseídos por la nueva burguesía chavista, nacida a la sombra de la corrupción estatal,  están bajo serias sospechas de “lavado” de dinero. La criminalidad se ha adaptado eficientemente a la globalización, su estrategia fundamental consiste en colocar las funciones de gerencia y producción en países de “bajo riesgo”,  los Estados “blandos” y “fallidos”, donde tiene un mayor control del ambiente institucional, a través de la penetración del sistema judicial, de la policía  y, en general, del sistema político. Sus mercados más importantes, en cambio, se encuentran en los países desarrollados. Esta gravísima amenaza globalizada sólo puede ser enfrentada globalmente, lo que implica una cooperación internacional, con menos impedimentos, derivados de una concepción decimonónica de la soberanía. Hay que implementar la estrategia apoyada por muchos especialistas, de enfrentar al narcotráfico, aplicando una “fórmula” que mezcla la experiencia de la desaparición del gansterismo de los años ‘20 y ‘30 en los EEUU y la reducción del consumo de tabaco en el mundo. La tesis implica la legalización controlada de narcóticos, combinada con una campaña mundial para desestimular su consumo, financiada con los recursos que provendrían de los impuestos a la venta de las drogas. En América Latina, también es necesario un fortalecimiento institucional del Estado, que lo haga eficiente no para producir, que lo hace muy mal, sino para garantizar la seguridad personal y jurídica, la salud y la educación de la gente y para desarrollar y mantener la infraestructura y los demás servicios públicos.   

 

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