Opinión Nacional

Creen poder controlar a Venezuela como a Cuba

LIBERTAD

Dice el escritor y periodista ruso Vasili Grossman (Todo Fluye, Galaxia Gutenberg): «Habían destruido el viejo mundo y aspiraban a uno nuevo que aún no habían construido. Los corazones de esos hombres, que habían inundado la tierra de tanta sangre, que habían odiado con tanto ardor, estaban infantilmente privados de rencor: corazones de fanáticos, tal vez de dementes. Odiaban por amor…

Habían sido la dinamita con la que el Partido había hecho volar la vieja Rusia, para limpiar el terreno donde pondrían los cimientos de la nueva construcción: el grandioso Estado de granito.» «La hipocresía de Stalin expresaba claramente la hipocresía de su Estado. La expresaba sobre todo en su manera de jugar a la libertad. ¡El Estado no escupió sobre la libertad muerta! El contenido infinitamente precioso, vivo, radioactivo de la libertad y de la democracia fue asesinado y transformado en un animal disecado, en cáscara de palabras… Así pasó con la libertad. La libertad asesinada se convirtió en un ornamento para el Estado, pero un ornamento que no era inútil. La libertad muerta se convirtió en el primer actor de una gigantesca puesta en escena, de una representación teatral de unas dimensiones jamás antes vistas. El Estado sin libertad creó una maqueta del parlamento, las elecciones, los sindicatos, una maqueta de la sociedad y la vida pública… Incluso el presidium del Comité Central del Partido era un teatro.»

«Ese teatro estaba presente en el carácter de Stalin. Y estaba igualmente presente en el carácter de aquel Estado sin libertad. He aquí la razón por la cual el Estado necesitaba un Stalin que, a través de su propio carácter, realizara el carácter del Estado… La fuerza real era Stalin. Era él quien decidía… » «El hecho de que el Estado sin libertad actuara siempre en nombre de la libertad y de la democracia, que tuviese miedo de dar un paso sin mencionarla, atestigua la fuerza de la libertad. Stalin temía a poca gente pero constantemente, hasta el fin de sus días, le tuvo miedo a la libertad. Después de haberla matado, adulaba su cadáver.»

«Por enormes que sean los rascacielos y potentes los cañones, por ilimitado que sea el poder del Estado e imponentes los imperios, todo eso no es más que humo y niebla que desaparecerá. Lo que permanece, se desarrolla y vive es sólo una verdadera fuerza, que consiste en una sola cosa: la libertad. No todo lo real es racional. Todo lo que es inhumano es absurdo e inútil.»

«… HUMO Y NIEBLA QUE DESAPARECERÁ».

En Venezuela se vive la misma operación de confiscación de la libertad pero, claro, siempre en su nombre. Si ayer las operaciones de represión masivas ejecutadas por los soviéticos se hicieron como expresión de «democracias populares», nada de extraño tiene que el control tiránico del poder en Venezuela se haga con las banderas de esa revolución, pasada por el agua bautismal de los cubanos.

La pérdida de la libertad comienza cuando se la amenaza. La combinación necesaria para un tirano es: brigadas de choque (Hitler con sus Sturmabteilung (SA), Mussolini con sus Fasci di Combattimento) como los colectivos armados que han retado y sustituido a la Fuerza Armada, la ausencia de cualquier límite legal, intelectual o moral para hacerse del poder del Estado e incrementar su control, y una valoración débil de la libertad por parte de las sociedades en las que estos salvadores desembarcan; cuando logran este récipe, la opresión se derrama como pesado y oscuro aceite. Los intentos de los escarnecidos para arreglarse con el poder, mediante el «apaciguamiento», sólo conducen a más humillaciones, sin que las tiranías demoren el abuso y la ferocidad. Pueden quedar «espacios» pero, obsérvese, jamás son espacios abandonados por el tirano sino aquéllos que todavía no ha podido conquistar. Este rincón de la palabra, por ejemplo, se sostiene no por las concesiones del déspota sino debido al entramado institucional y social que significa este periódico. Aquel ha tenido fuerza y circunstancias para cerrar unos medios, pero no toda la fuerza o el momento para hacerlo, con otros. Seguramente lo intentará y tendrá trofeos, pero mientras no lo haga, son esos medios todavía libres y amenazados parte del escudo que protege la libertad.

Autocracias como esta requieren enjuagarse diariamente la boca con las palabras libertad y democracia, como Stalin lo hacía, porque son conceptos demasiado poderosos como para contradecirlos, demasiado universales para sembrarles otros de similar poder (revolución y socialismo los tuvieron por un tiempo) y demasiado fascinantes para abandonarlos en las solas conciencias y manos de los hombres libres. Pero se les usan tramposamente y no tardan en vérsele las costuras cuando ambas palabras son pateadas por la maldad y el cinismo. Les encanta hincar los dientes en la carne de presos políticos y si los sueltan (que no sea por un clamor de multitudes en la calle) es porque con esas liberaciones pretenden demostrar cuan amantes de la libertad son. Sin que falte algún espantajo institucional que le enmiende (falsamente) la plana al caudillo al afirmar que una vez el liberado se cure, deberá reportarse a la taquilla del penal.

LA LIBERTAD TOCA A LA PUERTA.

Creen que pueden controlar a Venezuela como a Cuba porque han contado una historia que no es. La parte que es, consiste en la voluntad de Fidel Castro y la cúpula cubana de hacer una revolución que en los primeros años se dibujó como una posibilidad transformadora y criminal; la parte que no se ha contado es que la permanencia de la familia Castro viene de las sucesivas transacciones que ha hecho o que han hecho en su nombre con sus enemigos. No hay que olvidar que Kennedy y Kruschev negociaron la salida de los cohetes soviéticos de Cuba y los de EEUU en Turquía, y la oferta de seguridades de que el vecino norteamericano no invadiría la isla. Eso fue en los 60s. En los 80s y tempranos 90s, la danza de Fidel fue con Carlos Andrés Pérez, Carlos Salinas de Gortari y César Gaviria, para una reentrada en la comunidad latinoamericana. Hasta que llegó aquel criollo que no podía esperar el bautismo de revolucionario más que de Fidel, a cambio de las riquezas y dignidad de Venezuela.

El régimen de acá no es pieza del ajedrez mundial. Es usado para venderle cachivaches, armas y contratos, a cambio de lo cual simulan tomar en serio al tiranillo, ahora fanatizado con la idea de una Federación de Jefes de Estado Enfermos.

La libertad está refugiada en el alma del país. No sólo en las entrañas de los opositores sino de muchos de los chavistas de a pie; esos vestidos de rojo, empleados del Estado o atormentados por una oferta de vivienda o beca que no llegarán, que se sienten obligados a un silencio todavía más opresivo.

Allí, en esas almas ateridas respira, irrevocable, la libertad. Y ella respira mientras su hermana, la esperanza, esté a su lado. Está escrito.

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