Corrupción
Recientemente Transparencia Internacional publicó su Índice de Percepción de la Corrupción correspondiente al año 2013. Transparencia Internacional es una prestigiosa Organización No-Gubernamental dedicada a combatir la corrupción a nivel nacional, internamente dentro de cada uno de los 177 países en los cuales se encuentra presente y también internacionalmente. Según Transparencia Internacional la corrupción consiste en «el abuso del poder ejercido en beneficio personal» y su principal objetivo es promover «un mundo en el que gobiernos, política, negocios, la sociedad civil y la vida común de los ciudadanos estén libres de corrupción».
En su Informe correspondiente al 2013 explica que para elaborar su Índice de Percepción de la Corrupción utiliza “datos de instituciones independientes que se especializan en análisis sobre gobernabilidad y entorno de negocios” y “examina cuidadosamente la metodología de cada fuente de datos empleada para asegurar que cumpla los estándares de calidad requeridos”.
Transparencia Internacional elabora un Barómetro Global de la Corrupción que mide las percepciones y experiencias del público relacionadas con la corrupción y un Índice de Fuentes de Soborno en el cual presenta una clasificación de los principales países exportadores en función de la probabilidad de que sus compañías paguen sobornos en el extranjero.
Transparencia Internacional elabora, además, un baremo en el cual se asigna a cada país un lugar en una escala de 0 a 100. El puesto 0 corresponde al más alto grado de corrupción y 100 significa que en ese país la corrupción ex inexistente. La calificación más alta en el 2013 la ocupan Dinamarca y Nueva Zelandia con 90 puntos, lo que significa que para Transparencia Internacional «nadie es perfecto».
Este año Venezuela recibió 20 puntos, apenas un punto por encima de Haití que obtuvo 19 puntos. Creo que Transparencia Internacional o ha sido muy generosa con Venezuela o la información que recibe acerca de la situación de la corrupción en nuestro país es incompleta. También puede ser que hay formas de corrupción que no son tomados debidamente en cuenta pero que aquí ocurren en forma creciente, abierta y descaradamente.
Entre éstos hay que colocar en lugar preeminente la corrupción electoral que consiste en el ventajismo, la utilización descarada e insolente de los recursos materiales y humanos del Estado para comprar simpatizantes y apoyo particularmente en la población humilde, la coerción sobre los funcionarios y empleados públicos para obligarlos a apoyar al régimen, la manipulación de los resultados de las votaciones con la complicidad del órgano responsable de organizar elecciones, supervisar su desarrollo y asegurar sus resultados y otras muchas formas de abuso de poder en el ámbito electoral. Podría decirse que estas manifestaciones de corrupción son solo expresiones de abuso de poder y están implícitos dentro del objetivo general de la organización cuando habla de “abuso del poder ejercido en beneficio personal”.
El lema de Transparencia Internacional habla del abuso del poder en beneficio propio. Pero debe incluir el abuso del poder en beneficio de terceros (amigotes, parientes, cómplices, compañeros de partido etc.,) que es también una forma muy común de corrupción y que en Venezuela es “pan de cada día”
Otra forma de corrupción muy común en algunas partes del mundo pero que en Venezuela ha alcanzado niveles inauditos e irracionales es el desconocimiento del estado de derecho, la violación de la Constitución y las leyes y la utilización de los órganos de la justicia como instrumento de persecución política.
Otra forma de corrupción prevaleciente en Venezuela que Transparencia Internacional parece ignorar es la complicidad de altas figuras del gobierno y de las fuerzas armadas con la narco guerrilla terrorista colombiana y con los carteles que utilizan nuestro país como territorio propicio para encaminar la droga hacia sus destinos finales.
Evidentemente, hay muchas otras formas de corrupción prevalecientes en Venezuela que no alcanzo a mencionar por razones de limitación de espacio. Aunque no son formas nuevas de corrupción en la historia de la humanidad, resulta imperioso que se les asigne lugar propio entre las manifestaciones de terrorismo que sirven para asignar la calificación de un país en la escala de medición de la corrupción. Si esto se hiciera seguramente muchos países recibirían una puntuación más baja de la que tienen asignada en el baremo. Venezuela pasaría sin duda al puesto 0 que es el que en realidad le corresponde por el nivel de corrupción reinante.
Como dice Samuel Leillen, autor de un artículo sobre este tema publicado en la revista Aurora, quien sufre las consecuencias de la corrupción es el pueblo que se ve privado de recursos que deberían destinarse a mejorar su nivel y su calidad de su vida mientras unos cuantos corruptos (muchos en Venezuela) disfrutan de riquezas mal habidas