Opinión Nacional

Corresponsales extranjeros y el conflicto venezolano

Los medios y corresponsales extranjeros,se han
deslizado en el conflicto venezolano, como un nuevo
factor más de la polémica, que involucra al gobierno y
al amplísimo movimiento opositor democrático.

Como para avivar más esa polémica, Andy W. Vidal
corresponsal del Financial Times en Caracas escribió
recientemente un texto( TalCual,9-01-03), donde aborda
el tema, acusando a la oposición de amenazar a los
periodistas foráneos, agregando en su escrito su
sorpresa por lo inusual que resulta que la prensa
internacional sea un diario y frecuente blanco de la
oposición.

Este corresponsal, aparte de no promover prueba alguna
de las supuestas amenazas de las que son
víctimas-según él- los periodistas extranjeros y
trasmitir la falsa idea de que la oposición venezolana
utiliza la agresión y se mueve en el ámbito de la
violencia, olvida señalar en su artículo, que la
diatriba tiene su génesis por una injerencia
deliberada e indeseable de cierta prensa ubicada de
antemano a cada lado de los contendientes.

Seguidamente, intenta a nuestro juicio,de modo
infructuoso situarse así mismo y a los que él llama
«los grandes medios» donde ubica el suyo, como
víctimas injustas de los ataques del «talibanismo
opositor».

Para hacer nutritiva su tesis sostiene, que ellos no
tan sólo comprenden a cabalidad lo que ocurre en
Venezuela(que es una de las principales acusaciones)
sino que lo registran con la objetividad, ponderación
y profesionalismo periodístico adecuado.

La incomodidad que ha surgido sobre los enfoques de
nuestra crisis dado por la prensa extranjera -y me
refiero a los llamados «grandes medios»- por analistas
y partidarios del movimiento democrático- que no de
voceros oficiales del mismo-, no es como erráticamente
indica el corresponsal del Financial Time, una
«seudointelectual» generalización.

Por el contrario a lo que dice el periodista, este
rechazo ha sido el efecto de una más que justa
percepción de como de manera,si se quiere uniforme,
los medios extranjeros en nombre de una pretendida
seriedad y objetividad intentando imponer ésta ultima
para deslindarse del diarismo extremo, lo que ha
logrado es poner una distancia de asepsia artificial
al compromiso con las partes, castrándose así mismos
de interpretar el conflicto, de excavar en sus raíces,
evadiendo abrumados de «objetividad» el compromiso
cierto de decir la verdad de lo que aquí está
ocurriendo.

No podemos dejar de convencernos, que los «grandes
medios» como también le viene sucediendo a algunos
países de la comunidad internacional, siguen
experimentando una especie de «autoestorsion»
encandilados por el origen legitimo y democrático del
gobierno de Hugo Chávez. Anclados torpemente en ello,
insisten -aún los corresponsales que viven en el el
país hace tiempo – en el análisis somero y
superficial, no solamente equiparando al régimen
venezolano a uno más o menos autoritario de los
gobiernos populista e ineficientes tan prolijos en
América Latina,sino que producto de esa misma visión,
su más inexcusable y criminal error es ver al inmenso
clamor opositor como un simple factor de un
tradicional juego de lucha por el poder.

Esta displicencia, que atribuyo más a infundadas
apreciaciones que a una premeditada intención
dolosa,ha inducido a una confusión para quien quiera
enterarse del despotismo represivo en progreso y la
antidemocrática catadura del gobierno «bolivariano».

Al no distinguir, como omiten hacerlo los
corresponsales internacionales, de los errores que le
señalan a la conducción y la muy probable codicia de
algunos dirigentes de la «Coordinadora», con las
medulares características de cívico humanismo de la
lucha opositora en la defensa de la democracia en
todas las calles del país, es colocar el debate de
forma tan inapropiada, que aunque no sea este su
deseo, han devenido en contribuyentes de la
deslegitimada banda delictiva que se ha apoderado del
Estado venezolano.

Es admisible quizás, el de no ser culpables de lo que
ya han dicho, pero si lo están siendo de lo que están
demorando en decir y
reconocer.

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