¿Conviene la observación electoral nacional?
Si bien, como criterio de aceptación general, puede ser dicho que
mientras más observadores haya podrá haber más confianza y tranquilidad
y el resultado electoral podrá ser mejor recibido y acatado por el
país, sin embargo en las circunstancias actuales es necesario que
prevalezca la prudencia y se evite introducir elementos de perturbación.
Es conveniente que la observación electoral quede en manos de
observadores internacionales enviados por las Naciones Unidas y la Unión
Europea que tienen bastante experiencia en esta materia, tienen personal
bien entrenado, tienen normas, criterios, procedimientos y los medios
necesarios de apoyo a esa delicada labor, además de que nadie en
Venezuela podrá tener resquemores ni motivos de duda por actuaciones en
Venezuela de dichos organismos, que justifiquen alguna reticencia.
No cabe mencionar a la OEA ni al Centro Carter porque estas entidades no
han hecho nada para quitar las dudas que justificadamente tienen los
venezolanos sobre su imparcialidad, en vista de su actuación
sobradamente conocida y comentada antes, durante y después del RR.
En relación a la OEA se puede agregar que las declaraciones del insulso
Insulsa sobre el régimen venezolano, que recientemente publico la
prensa, lo pueden descalificar como participante neutral, imparcial, en
relación al proceso electoral venezolano, pues esas declaraciones
revelan que el no sabe guardar la elemental prudencia del recato
diplomático en referencia a un país tan convulsionado como Venezuela.
May nomás están sus declaraciones recogidas por el Universal del viernes
14 del corriente mes, que revelan la opinión personal del insulso más
que la opinión de quien debiera ser un diplomático porque es nada mas y
nada menos que Secretario General de la OEA. Claro que el todavía no ha
tenido tiempo de sentarse ni de afilarse en las sutilezas de su nueva
silla. Pero eso no lo excusa. Así como va, abr que estar pendiente
porque la que va a poner no va a ser ni chiquita ni inodora.
Desgraciadamente en el actual clima político de Venezuela no conviene
que participen observadores nacionales privados, que carezcan de la
metodología que debe aplicarse y que no tengan la debida experiencia de
observador electoral (que no es la de un mirón). Menos aún si la
elección de los miembros directivos no refleja el más amplio consenso.
Aquí cabe hacer una conveniente aclaratoria. Durante el único periodo
democrático de Venezuela (1959-1998) los procesos electorales fueron
vigilados, mas que observados, por partidarios de los candidatos que
competían en las respectivas elecciones, además de que se contaba con la
intervención del organismo electoral que siempre tuvo prestigio y
gozaba de la confianza general del país. Por ello nunca se pensó
siquiera en solicitar la presencia de observadores internacionales ni
tampoco se pretendió tener una observación independiente nacional como
la que ahora se requiere. No es redundante decir que la actuación de los
vigilantes partidarios de candidatos antes mencionados y la de aquel
prestigioso organismo electoral hacían innecesaria la observación
nacional y mas aun la internacional.
Con motivo del RR se organizó un grupo de observación electoral
nacional, que poco tiempo existió por cierto, y que, aparte de las
buenas intenciones y bondades personales, no podía lucir sino un traje
flojo en cuanto a los requerimientos que debían llenar si aspiraban a
ser vistos como genuinos observadores independientes nacionales,
especialmente los relativos a la metodología y experiencia, para no
mencionar entrenamiento y otros. Dicho grupo no fue seleccionado
mediante un procedimiento electoral privado de amplio consenso y se
percibió mas bien como sobrecargado de simpatía hacia el régimen. A ese
desaparecido grupo no se le permitió recibir el asesoramiento de la
Unión Europea que estaba lista para enviar a sus asesores. ¿Por qué la
objeción? Porque la eficiencia de estos iba a revelar los verdaderos
resultados electorales.
Cabe recalcar que la formación de un grupo de observación nacional en
las actuales circunstancias es virtualmente imposible si el requisito
indispensable de selección de los miembros directivos no se puede
producir mediante un procedimiento electoral privado de amplio consenso
(aparte de los necesarios requisitos mencionados en el párrafo
anterior). Un procedimiento electoral privado de amplio consenso se
produce, por ejemplo, si se realiza por asociaciones representativas de
muy variados sectores. Por tanto, cualquier grupo que aparezca como
autonombrado y sin tener los demás requisitos, no merecerá confianza ni
Serra apreciado con seriedad.
Para improvisación basta la del régimen.