Contradicciones o paradojas de la democracia
Las discusiones sobre la democracia son constantes, tanto más en nuestros días, cuando se ha puesto en evidencia las aberraciones del socialismo y las no menos graves del capitalismo que, mucho más exitoso este, su enseñanza ética, por oposición, radica en las inferencias derivadas del daño hecho, en cuanto han dejado de hacer, en las abismales distancias entre el poder y el ser social, sus crímenes de tantas guerras, que siempre hubo, pero que en él adquieren características muy particulares, sus crímenes ecológicos, no menos miserables que las guerras, que ponen en alto riesgo la vida del paneta, la vida toda, pero donde el socialismo real, el muerto y el que queda, incurrió en peores aberraciones. Pero, por si fuera poco, el capitalismo ha recurrido al uso, apoyo, de las formas políticas sin escrúpulo alguno, si ello beneficia sus interés, bien pueden ser dictaduras, las mas atroces sin duda conocidas, o formas sibilinas de manipulación, a fin de que el engañado viva feliz en su miseria. En fin, la hegemonía del capitalismo salvaje, en relativamente frase feliz repetida por un papa que condenaba el capitalismo y gozaba sus placeres, o al empleo de formas hábiles en la reducción de la democracia a mero juego electoral o las dictaduras sutiles del estado de derecho, que derivan en dictaduras constitucionales, que siempre da mas derechos a quien más poder tiene. Empero, hay que reconocer sus gigantescas conquistas en el plano científico, tecnológico, mas, hacerlo en su doble dimensión: como fuerza liberadora o como medio de opresión, según a quien sirva, si sumisa al poder o de él libre. No hay espacio, pues, del mundo donde ello no ocurra. Donde no se revise su historia, sus conceptualizaciones y la praxis política concreta, que la hiere a muerte por su incapacidad de dar respuestas fundamentales que puedan hacer del hombre un ser enteramente humano, según sería el ejercicio pleno de la libertad, lo cual pasa por la satisfacción lo mas plenamente posible de sus necesidades, tanto las materiales: salud, educación, transporte, seguridad, cuanto permita el crecimiento del ocio creador, del disfrute y goce del placer de inventar, crear. El debate, los diversos análisis mas que asumir sus definiciones, que desde los griegos –como siempre – hubo, pasando por Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, democracia participativa, (Jefferson) democracia del pueblo, por el pueblo, para el pueblo (Lincoln), la cuestión central de todas esas definiciones radica en la tendencia, desde siempre, de limitar el poder al elegido, de limarle sus garras y avaricia, la soberbia al gobernante, mediante la capacidad del pueblo de controlar, vigilar y mas que ello actuar y sancionar al gobernante, y ello ha sido así desde la reducida concepción del demos griego hasta la mas amplia concepción de A.L., en donde el pueblo son todos los habitantes de un país, sin diferencia alguna de razas, creencias, políticas, religiosas, económicas de modo que las estrictas limitaciones para el ejercicio político se refieren a cuestiones de edad, fundamentalmente, en el ejercicio de la ciudadanía.
El ejercicio democrático ha logrado conquistas que por obras de la consciencia social son irreversibles. Piénsese en países como Suecia, Noruega, Suiza, Alemania, Canadá, Dinamarca, Holanda y otros más, donde se ha logrado niveles de equidad y justicia, de manera que se cuenta con servicios de alta calidad, educación, salud, comida, ciencia, tecnología, mientras muy bajos son los delitos “normales” como, por ejemplo, la violencia en grado criminal que se vive en Venezuela, de ser ciertos los datos estadísticos públicos y las informaciones de los medios privados e instituciones de alta solvencia moral, como algunas universidades, factores de las iglesias. Las comparaciones suelen ser molestas y si hemos hecho esta referencia es por la gravedad que refleja la estadística. Ha habido, digno es de resaltar, que en países como el nuestro, conquistas trascendentales, incluso mucho antes que en Europa, como por ejemplo, el voto de la mujer, y la educación obligatoria, gratuita es del siglo antepasado, como Haití tuvo una de las primeras y mas bellas constituciones del mundo, contemporánea de la de Estados Unidos de América y de Francia. Pero, mientras en nuestro medio marchamo a destajo, en los países nombrados, después de sus severas crisis, en unos más que en otros, se ha logrado niveles de continuidad, con prescindencia de las ideologías, de las tendencias que ejercen el gobierno. Volvamos a los ejemplo, para ilustrar. Hoy en la RFA hay un gobierno de derecha, con una alianza de gobierno entre la DCU-CSU, de sui generis ubicación, pero matizada su visión ideológica por la cristiandad, mientras su socio actual, FDP es francamente de derecha y de manera especial en el plano económico y laboral, e incluso, racial. Pero, la fortaleza de la sociedad, de los sindicatos, de la opinión pública, etc. impide retrocesos de las conquistas que ayer tuvieron a los partidos de izquierda como protagonistas fundamentales, no únicos.
Pero el problema, hasta ahora insuperable, de la democracia no está allí. Está en la inmensa contradicción o paradoja de que los partidos políticos, pero también lo son las asociaciones civiles, de eso que tan alegremente se ubica como de la “sociedad civil” son estructuras verticales, dictatoriales. Mas grave aun que instituciones imposibles de ser democráticas, como la Iglesia Católica y todas iglesias que sin embargo piden, combaten, luchan por la democracia, especialmente hoy, cuando la pobreza es alimento de las mayorías, identifican hábilmente, la luchas sociales como su rentabilidad de permanencia, de sobrevivencia, porque la pérdida de fe y feligreses en los grupos hegemónicos, de los cuales aún forman parte, se debilita, decrecen y en oportunidades frecuentes, contradicen su conducta voraz con el credo cristiano, sea el caso. Las universidades son otro ejemplo. Las privadas suelen ser feudos familiares o religiosas, con rectores vitalicios, que desde sus bunkers suelen convertirse en paladines de la democracia. Las propias universidades autónomas, disfrutan de ese mismo mal de la dolce vita del poder. Se profesionaliza la burocracia y la carrera política sustituye la carrera académica, de modo que la forma expedita de alcanzar el poder, son las mismas que le son propias la vida política de los partidos, grupos, etc. Siempre hay argucias buenas para defender las múltiples elecciones para un mismo candidato, o son exclusividades que controlan todos los procesos electorales. Las explicaciones y justificaciones existen, pero, su coherencia es la dubitable. Dejemos a la Iglesia a un lado, a las universidades, etc., y quedémonos con el problema básico de los partidos políticos, de los gremios y sindicatos. Cuanto se diga de los partidos es también común en los sindicatos.
La marcada influencia del papado en las organizaciones políticas en los partidos comunistas, socialistas, obviamente los partidos democristianos, es una nefasta herencia. Cada partido tiene su propio PAPA, la crítica es herejía, y las funciones de dirección del partido son inmutables, salvo que se incurra en herejía, se haga uso de la crítica. Por otra parte, los elegidos para funciones públicas, concejales, diputados, alcaldes, gobernadores, etc., dependen no de su cualidad para el ejercicio de la función, sino de sus habilidades, capacidad de negociación, cantidad de poder, o de sumisión a determinadas hegemonías, de modo que los procesos electorales internos, sea ejemplo, se convierten en juegos de poder, de mañas, de trampas, ayunos de ideas, de principios, de proyectos, de programa, todo lo cual queda sobreentendido por atribuir exclusivamente a la organización esos deberes y derechos. Los consensos, con más sutileza, pasan por los mismos turbios caminos. Desde fuera, organizaciones como SUMATE, recurren a las mismas tropelías, de modo que cuando gritan por primarias, repiten sencillamente el esquema de poner como valor absoluto la cantidad sobre la calidad. La trampa sobre la cualidad. Pero, el mal es aun mayor, la sociedad no partidista queda fuera del juego, excluida, aun cuando el grito del partido democrático sea la inclusión. Queda la sociedad científica y técnica sin posibilidad real de participar, de modo que aun en proyectos como de salud, vivienda, construcciones, educación, etc., la habilidad del dirigente sustituye la capacidad de científico, normalmente excluido de este tipo de organizaciones, Y, el arte, no es parte de los programas de los partidos, cuya necesidad es perenne pero cuya organización, funcionamiento, cualidad debe ser superada. Así pues siendo como son la ciencia y el arte, expresiones donde se objetiva el pensamiento critico, los científicos ni los artistas tienen espacio ni como ser en sí, ni como militantes y menos espacio tienen sus ideas, sus proyectos. Así y en el mejor de los casos, los programas para alcaldías, gobernaciones, la república, suelen estar en manos de tecnócratas de tan bajo perfil, sumisos al poder, y, en consecuencia, los problemas cualitativos de la política quedan al margen o reducen sus acciones a un listado de cosas para la trampa electoral. ¿Puede superarse esto, esta aberración de la democracia? Por ahora demos una primera idea. El elegido ha de tener la idoneidad científica, ética, más que el dominio de las artimañas políticas, que le son útiles sin duda, para el desempeño de la función que espera cumplir. Un elegido capaz para esa función y no el arbitrario funcionario, que hace de la función su delirio. Otros problemas son aun mas complicados de resolver: la democracia interna del partido, en donde se precise y privilegie la cualidad por encima de la cantidad, o cuando menos se equilibre cantidad y cualidad, pero que sea esta la condición necesaria para el ejercicio de la función. Es probable afirmar que el bajo crecimiento de los partidos sea producto de esa conducta suya de sectas, mas que de organizaciones abiertas para el ejercicio de los derechos ciudadanos.