Contra Naturam
Cuando uno dice que el gobierno de Hugo Chávez no podrá durar indefinidamente, y que es posible derribarlo mediante el voto, algunos piensan que se trata de simples deseos que ilusamente se dan por ciertos, o de creencias que, como las religiosas, se basan en la fe. Es decir, se niega de antemano que la convicción de que el régimen chavista es derrotable en elecciones tenga un fundamento racional. Olvidan quienes lo hacen lo que ocurrió el 2 de diciembre pasado, cuando los venezolanos propinamos al régimen chavista una derrota fundamental, en la que no fue rechazado sólo Chávez, sino también su proyecto más importante, de hecho la razón de ser de su gobierno y de su fementida “revolución”.
Pero al margen de ese hecho, ya consumado e insoslayable a la hora de mirar la realidad circundante, abundan las razones objetivas –no meras suposiciones– para afirmar que el régimen chavista no podrá sostenerse indefinidamente. Estas razones están en el propio gobierno, y sobre todo en la actuación del mismo Chávez. Nunca Teodoro Petkof ha estado tan en lo cierto como cuando le atribuye al caudillo de Sabaneta (Sabaneta no tiene la culpa) la imagen de Chacumbele, aquel que “él mismito se mató”.
Está fuera de toda duda que un gobierno como el de Chávez no puede mantenerse indefinidamente en el poder en virtud del enorme cúmulo de errores, vicios y disparates que lo caracterizan, y que no son aislados y esporádicos, sino que se vienen produciendo de manera permanente y sistemática. Enumerarlos no es nada difícil.
En materia económica se trata de un gobierno que no ha podido, ya no suprimir o controlar la inflación, sino que ni siquiera palearla. A lo cual se agrega el gigantesco despilfarro del dinero proveniente de la industria petrolera, dilapidado en el irresponsable reparto a otros países con fines de soborno y compra de conciencias, más en lo interno el escandaloso robo de los fondos públicos practicado por funcionarios de todos los niveles y en todas los poderes y dependencias del Estado.
En lo político, entre muchos otros asuntos, el descarado apoyo a las FARC terroristas y narcotraficantes. A lo cual se agrega la absoluta incapacidad demostrada en el manejo de la administración pública y en la total anarquía de los servicios.
En otro orden de ideas, el gobierno chavista ha demostrado también su ineptitud en el combate a la delincuencia común, en constante crecimiento, lo mismo en relación con el tránsito, totalmente anarquizado en Caracas y en las demás grandes ciudades.
Si dispusiera de mayor espacio podría estar largamente enumerando las incapacidades del gobierno chavista, que, por lo demás, todo el mundo conoce y padece. ¿Cómo, pues, podrá mantenerse indefinidamente semejante desgobierno? Ya no se trata sólo de algo que está fuera de toda lógica, o de que estamos viviendo en un país anormal. Todo ello es verdad. Pero la situación ha llegado a tal grado de deterioro, que la prolongación indefinida de semejante despelote sería algo contra naturam.
