Opinión Nacional

Contra el continuismo

Quien logre mirar al fondo de la barahúnda que representa la actual propuesta de reforma constitucional que esconde toda una nueva constitución se dará cuenta que existen sólo dos opciones: más de lo mismo del castro comunismo y la dedocracia o una real democracia protagónica y participativa.

Creo que ya debemos retomar en serio nuestra historia. El continuismo político siempre ha estado acompañado por la aspiración de presidencia vitalicia, partido único, nepotismo, desprecio a la ley, tensiones Estado- Iglesia, engaño, mentira y corrupción social.

Ante el actual estado de cosas nos llega el recuerdo de la Revolución Legalista liderada por Joaquín Crespo en 1892, quien fuera llamado «El tigre de Santa Inés» y que fuera muerto en Cojedes en el sitio llamado La Mata Carmelera por una bala que salio de sus propias huestes escuchando la copla que fuese himno de la revolución que protagonizó: «Ya Venezuela no quiere guerra / porque esta tierra se va a acabar / generales, coroneles, sinvergüenzas / que no quieren trabajar. // Bandera tricolor que en Venezuela está, / abajo el continuismo, viva la libertad…» Copla que era el rebote contra el fanatismo, la inseguridad, el centralismo y el afán de perpetuidad que aqueja a quienes se emborrachan de poder.

Se trata de escoger entre el continuismo de una política que ha llevado a los pueblos a estados de atraso inimaginables como es el caso de los llamados socialismos reales o elegir un proyecto alternativo de nación en el cual imperen de manera conjunta el bienestar y la libertad que proporciona la practica de lo que le ha costado a la humanidad muchos lustros de esfuerzos para vivir en sociedades equilibradas.

Sobrevivimos dentro de una cultura autoritaria que nos desacostumbra al juego democrático y a no pensar en términos de país. Este ambiente les permite ganar espacios a empellones y encandilar a los incautos a quienes en ensayado coro defienden hasta su propia condena a ser eunucos políticos sin aspiraciones reales distintas a la de ser usufructuarios de la danza de los millones petroleros. Desde la mayoría de los medios de comunicación controlados por la tendencia continuista nos saturan de promesas, canciones, estribillos, slogan y discursos. Así el camino de la llamada reforma constitucional pierde transparencia victima de una oscuridad inquietante. Tanta mascarada de entusiasmo de la clase gobernante en un país tan empobrecido, acosado por la inseguridad y ahogándose en el centralismo indica lo que dicen las encuestas que el 70% de la reforma es rechazado por el 70% de la población.

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