Continuemos con el “Abecedario”: Después del Big Bang
Después que ocurrió la expansión del espacio-tiempo durante el proceso llamado el Big Bang (la Gran Explosión), las nubes de gas hidrógeno comenzaron a concentrarse y a colapsar sobre sí mismas en forma de aglomeraciones de plasma—que es el cuarto estado de la materia además del sólido, del líquido y del gaseoso. El plasma es como un gas, pero con la diferencia que sus partículas al haber perdido electrones, lo convierten en una materia eléctricamente cargada y en consecuencia extremadamente susceptible a la influencia de la energía o fuerza electromagnética.
Algunas de esas aglomeraciones de plasma continúan colapsando sobre sí mismas debido a su propio peso, hasta que en su interior comienza un proceso de fusión atómica, que consiste en la unión de dos átomos de hidrógeno para formar un átomo de Helio (He) que es la segunda sustancia o elemento más liviano que existe. Cuando comienza el proceso de fusión atómica se liberan gigantescas cantidades de energía—y una estrella (como nuestro Sol) es formada.
Cuando una estrella es formada generalmente queda un resto circular alrededor de ella, el que al irse aglomerando continuamente conduce a la formación de planetas.
El planeta en el cual vivimos; La Tierra, se formó hace aproximadamente 45 millones de siglos; inicialmente era una bola de un material parecido a la lava que brota de los volcanes, y durante los primeros cientos y cientos de siglos de su formación, recibió el impacto de numerosos otros cuerpos estelares que viajaban por el universo, como meteoritos, asteroides, cometas—y hasta de otros planetas en formación—uno de ellos—casi del tamaño de Marte—se estrelló con nuestra Tierra en formación—y sus dos masas se unieron: una gran parte de ella, se incorporó a la masa de nuestro planeta, que todavía se parecía a una simple bola de lava ardiente—otra parte de los restos de la colisión, fue lanzada al espacio, y con el tiempo se convertiría en nuestra Luna. Los más importantes de los objetos inter-estelares que se estrellaron contra la Tierra en su período de formación, fueron los cometas, los que en una enorme proporción sólo consisten de una masa de hielo, porque ese hielo cometario fue el origen de nuestros actuales océanos.
Es oportuno observar en este momento, que el universo nació hace aproximadamente unos 137 millones de siglos, mientras que la Tierra comenzó a formarse hace apenas 45 millones de siglos—porque en ese intervalo de 92 millones de siglos, por todo el universo se estuvieron formando gigantescas cantidades de otros cuerpos estelares; de las cuales los que más nos importan son las estrellas, porque es en los procesos que las crean—y las destruyen—cuando se producen temperaturas tan inmensamente altas, que hacen posible la formación de elementos más pesados que el Hidrógeno y el Helio originales—la ciencia ha descubierto hasta ahora, 118 elementos distintos, entre ellos el Hierro (Fe] y el Níquel [Ni], que son dos importantes metales pesados, que se hundieron—debido a su peso—hacia el centro de la Tierra cuando ésta era todavía una bola de lava ardiente, hasta conformar un esfera sólida en su centro que es la que produce algo sumamente importante para la vida en nuestro planeta: un gigantesco campo electromagnético, que impide que los “vientos solares”—que son gigantescos chorros de plasma que brotan de la superficie exterior de nuestro Sol; compuestos mayormente de protones y electrones (partículas nucleares cargadas respectivamente con electricidad positiva y negativa), que de golpear a la Tierra, destruirían su atmósfera—afortunadamente, el campo electromagnético producido por el núcleo de la Tierra, los desvía y sólo produce; además de algunas interferencias en el debido funcionamiento de las comunicaciones y de los satélites artificiales que los seres humanos han lanzado al espacio exterior, lo que llamamos auroras boreales (en el hemisferio al norte del Ecuador) y auroras australes (en el hemisferio al sur del Ecuador)—bellos fenómenos que parecen ondulantes cintas formadas por largas líneas verticales de variados colores.
Pero Aún, la vida en la Tierra—vegetal, animal—o de cualquier otro tipo, estaba lejos de aparecer.